Sorpresas más que inesperadas

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Hacía más de una semana que las celebraciones estaba durando y CE se había convertido en un autentico descontrol. Una veintena de vendedores se apilaban a las puertas a la espera de hacer intercambios de armas, comida o algún objeto por Soma.

Tras ver como la Cuna de Piojos se llenaba de personas desnudas corriendo mientras otras se revolcaban en el suelo y se apareaban entre si (porque no podía tener otro nombre) Cristina decidió que esto debía acabar.

¿Como podía Minho permitir una cosa así? Fue a la casa de los Lación y allí se encontró a Marifé en la droga. Le apartó la bolsita de la mano y la muchacha tardó quince minutos en reaccionar.

— ¡Hey! ¡Eso es mío!—gritó como un perrito.

Cristina lo tiró todo por la ventana, y mientras caía al suelo personas que estaban en la calle creían que era nieve y se acercaban a ver la nevada. La rubia se arrodilló junto a Marifé.

—Es la hora. Si desintoxicamos a la gente, estarán de nuestro lado y verán lo mal regente que está siendo Minho y que está siendo controlado por Marta.

Marifé suspiró. Un día después, había treinta personas que iban desintoxicando a la gente por las calles de CE, entre ellos, Daryl, que se había convertido junto a Marifé en un buen topo para ver cómo iba la vida en el palacio.

Decidieron que harían reuniones secretas donde trazarían sus planes.

***

María caminó dando tumbos por los pasillos de palacio. No sentía su cuerpo, era como estar en una nube que la hacía totalmente abstraerse de todo lo malo, de todo el dolor y los prejuicios. Entonces tuvo unas verdaderas ganas de mear.

Durante un tiempo indeterminado tuvo la sensación de que meaba mientras andaba, pero para estar más segura se arrastró como pudo hasta un baño. Mientras se sentaba en el váter, vio un calendario: 18 de Diciembre de 2015.

''Eso no tiene sentido, ayer mismo era Noviembre''

Terminó de hacer pipí y se sentó en el suelo de baño. Por cada minuto que pasaba, su mente se iba despejando poco a poco y el precioso baño en realidad no estaba tan precioso.

''No puede ser 18 de Diciembre. No puede haber pasado un mes y yo sin haberme dado cuenta'' pensó.

Se miró al espejo y casi salta hacia atrás: estaba muy roja y un poco hinchada, pero sobretodo, iba vestido de payaso arlequín. Pero con las tetas por fuera. Se agachó de nuevo, solo había una manera segura de saber si de verdad había pasado un mes. Se quitó los pantalones de payaso y se miró las bragas.

Estaban limpias. Bueno, ''limpias''. Pero ni una gota de sangre. Lo cual solo podía significar dos cosas: o habían arrancado de la pared el mes de Noviembre... o que estaba embarazada.

***

Todo estaba en calma. Llevaba relativamente en calma un par de días, aunque con algunos sobresaltos. Había costado, pero todo trabajo había merecido la pena.

Cristina observaba parte de la ciudad desde la gran terraza de la mansión de los Lación, de vez en cuando iba a allí para ver los confines de la ciudad, pero sobre todo para reflexionar.

En solo un mes el soma, la droga por excelencia, había hecho de la ciudad una pocilga. Sin embargo, las campañas de desintoxicación iniciadas por Cristina con el respaldo de los Lación habían conseguido reducir el comercio de droga y se estimaba, gracias a los chambelanes de palacio, que la drogadicción había decaído cerca de un 50%. "No es suficiente", se dijo una Cristina auto convencida en conseguir que la ciudad volviese a la calma. Justo en ese momento entró en la estancia Marifé quien interrumpió las ensoñaciones de la joven.

—Daryl está aquí. Ya ha llegado.— Marifé sostenía un cuchillo plateado sobre sus dedos pasando la punta afilada por las yemas, un baile sensual y a la vez delicado que hacía que tomase cierta precaución para no cortarse. Probablemente el aburrimiento había hecho que ese cuchillo acabase en sus manos.

—Hazlo pasar. Comencemos la reunión.

Cristina paseó la mirada por la ciudad hasta que finalmente se dio la media vuelta dirigiéndose al gran salón presidencial, donde solo unas semanas antes había acordado unir fuerzas junto con Marifé. Allí se encontró con Daryl que estaba de pie y por lo que se podía ver inquieto. El hombre de por sí era nervioso, no paraba de moverse.

—¿Y bien?— Preguntó Cristina sabiendo por experiencia que Daryl no se iba a sentar aunque le ofreciese asiento.

—Hay algo nuevo. Tienes que solucionarlo. El capullo de Minho no está en condiciones. La droga le tiene gilipollas.

—¿Qué pasa?

Una carcajada irónica salió de los labios de Daryl mientras que Marifé y Cristina escuchaban atentamente.

—Si te lo cuento no te lo vas a creer.

Un chirrido hizo que se abriese la enorme puerta de uno de los contenedores de los descampados de la ciudad. El olor que salió de ese enorme lugar se propagó por el aire como una lengua de fuego que azotó el olfato de Cristina de manera tan dura que no le quedó más remedio que taparse la nariz para no vomitar.

—Dios... Qué asco.— Dijo Marifé imitando el gesto de la rubia.

Cristina miró atentamente el interior del contenedor, miles de cuerpos putrefactos se apilaban unos con otros como si se tratasen de animales.

Daryl dio dos pasos hacia delante y cogió uno de los cuerpos mientras se cubría con un pañuelo negro la boca y la nariz. Colocó el cadáver boca arriba. Era un caminante como los otros cuerpos que se apiñaban en el contenedor.

—Mira.— Dijo Daryl subiendo la cabeza del cadáver para que ambas chicas la contemplase. Señaló con el dedo índice la frente.

Ambas chicas se acercaron, pero no demasiado por el hedor. Cristina frunció el ceño mientras que sus dedos apretaban su nariz para poder soportar el olor. En la frente del zombi había una marca extraña que se podía observar con gran facilidad ya que la sangre se había secado.

—¿Qué pone?— Quiso saber Cristina con curiosidad.

—Es un ojo.— Contestó Daryl.

Cristina se retiró lentamente. "Mierda...".

—¿Qué significa eso?— Intervino Marifé.

—Que nos están vigilando.— Dijo Cristina.

—El clásico "I'm watching you".— Añadió Daryl con sorna.

—Estamos siendo vigilados. Alguien amenaza Ciudad Esperanza.

—Y Minho no hace nada.— Enfatizó Daryl soltando fuertemente la cabeza del caminante.

—Primero tenemos que solucionar lo de la droga, ya veremos después que hacemos con esto.— Dijo Cristina señalando los cuerpos.

Daryl, Marifé y Cristinaguardaron silencio contemplando los cuerpos. "Qué bien, más problemas...", pensó Cristina.

Elisian: Ciudad EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora