La noche de la seducción

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El mercader desenrolló la alfombra sin cuidado, dejando caer el cuerpo de Marta. Nadie se dio cuenta los primeros segundos, pero uno de los chambelanes se sorprendió y le dio un golpecito a Minho para que se diese la vuelta.

Casi al instante, los hombres se acercaron para apresarla, pero Minho les detuvo con la mano. Marta parecía muy indefensa mientras se recomponía. Sin decir palabra, el regente le extendió una mano y la ayudó a subir, mientras se miraban a los ojos intensamente.

Minho dio una vuelta alrededor de Marta, que vestía con unos pantalones y una camiseta muy simples, propios de la Cuna de Piojos.

— ¿Qué haces aquí, Marta?—preguntó mientras se cruzaba de brazos.

—No es cierto.

— ¿El qué?—preguntó un chambelán.

Minho y Marta le miraron a la vez.

—Yo no he matado a nadie—dijo volviendo a mirar a Minho.

El regente miró a sus chambelanes y asintió.

—Podéis retiraros—dijo con firmeza.

Los hombres se miraron unos a otros.

—Pero...

—Ahora—impuso Minho.

Marta se puso más cómoda y se sentó en una de las sillas. Se trataba de una habitación perteneciente al ala de Minho. Los chambelanes desfilaron uno por uno a mala gana, a Marta solo le faltó despedirlos con la mano.

Minho vestía una ropa cómoda y muy informal, pero siempre del estilo sur oriental. El chico parecía debatirse entre si creer a Marta y tratarla cortésmente o si de verdad había matado a Cassie.

—Conocí a Cassie—dijo mientras cogía un racimo de uvas—, aunque no lo suficiente.

Marta volteó los ojos y agarró los brazos de la silla con fuerza.

—Te he dicho, regente de Ciudad Esperanza—respondió con sarcasmo—que yo no la he matado. Pero sé quien ha sido.

Minho frunció el ceño y prestó atención.

—Te escucho Marta de Elisian.

La joven se levantó y empezó a dar vueltas.

—Navaja y Ben—dijo mirándole enfadada.

— ¿Tienes pruebas?—preguntó llevándose más uvas a la boca.

La pelirroja sonrió y le empezó a contar toda la historia, completamente toda desde que salieron del instituto aquel día. No se sentía del todo cómoda contándole todo su pasado, pero debía de hacerse. Aunque no quisiera admitirlo tan abiertamente, Minho estaba bastante atractivo esa noche. El joven escuchó la historia de principio a fin sin interrumpir y sin quitar la mirada de la figura de Marta. Ella tenía autentico miedo de Ben y Navaja, haría cualquier cosa por sobrevivir. Cualquier cosa.

Marta suspiró resignada y se dio la vuelta dándole la espalda mientras se abrazaba a sí misma.

— ¿Y qué es lo que deseas?—preguntó el chico poniéndose recto e intentando poner la voz más varonil.

—Protección. No tengo pruebas como para inculparles y sin embargo sigo con el riesgo de la muerte—Marta empezó a llorar desesperadamente.

Minho se levantó y le dio la vuelta.

—Para ahora mismo—dijo—.No llores ahora, elisiana, has pasado por cosas peores.

Dijo cogiéndola de los hombros. Marta asintió lentamente, sin dejar de mirarle a los ojos. Se notaba que Minho era un joven hombre fuerte, si él hubiese querido en ese momento la hubiese pegado contra él y la hubiese besado con pasión.

Elisian: Ciudad EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora