A la gente le gusta comer melocotones

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El dúo se escondió dentro de un coche mientras la horda de zombies pasaba. Hacía dos semanas que la furgoneta se había estropeado. No sabían por donde iban, ya que muchos letreros se habían caído o los habían arrancado.

Daryl no era muy buena compañía en lo que a charla o diversión se refería: era silencioso y solo caminaba o cazaba. Marta en otras circunstancias le habría propuesto charla, pero después de todo lo que habían pasado no tenía ninguna intención de llegar a ser su amiguita. Además, lo único en lo que su mente estaba pensado cada segundo, era en el Soma. La vida real era muy dura y raspaba, hacía daño... pero con el Soma, todo se volvía feliz y esponjoso.

Dentro del maletero no había nada más que la luz que se filtraba por los huecos y entre eso y el síndrome de abstinencia, estaba volviendo loca a la pelirroja. Necesitaba Soma, necesitaba Soma. De repente Daryl la cogió del brazo y le empezó a apretar. Ella le miró y con la otra mano le estaba haciendo el signo de silencio. Entonces se dio cuenta de que estaba dando golpecitos con los pies.

Después de un par de horas, los zombies dejaron de pasar y pudieron salir y respirar aire fresco. Súper sudados se pusieron debajo de unos árboles a beber agua. Entonces empezó a nevar. Una gota de sudor cayó de la cara de Daryl y Marta pensó que si no se secaba la frente podría ponerse enfermo.

—Sécate anda—dijo hablando por primera vez en dos días mientras sacaba unos pantalones de la mochila.

El hombre asintió y se secó con los pantalones. Marta se quedó mirándole. Uhhh, un hombre sudoroso y brillante. Varias veces le había encontrado atractivo mientras descuartizaba animales y se le marcaban y tensaban los músculos o cuando corrían y la agarraba con fuerza...

''Marta stop'' pensó ''ha dejado claro que no quiere nada y tu tampoco vas a arrastrarte. Recuerda tu regla. Además, es porque estáis los dos solos''

Luego miró su bolsa de Soma, colgando como si cualquier cosa en el cinturón. Si tan solo la dejara unos minutos podría tomar unos miligramos. Así no tendría más miedo del fenix.

''El fuego camina conmigo'' recordó.

Tras unas horas de seguir caminando, vio por un cartel que llegaban a unas piscinas naturales. Empezó a idear un plan. Daryl siguió caminando directo a las piscinas y se sorprendió mucho al llegar a una de ellas. Estaban a unos cinco metros de altura de una de ellas.

—Tendremos que rodearlas, acamparemos en la oficina de turismo de allí—dijo el cazador mientras señalaba a algo en la lejanía del bosque.

Entonces Marta se alejó unos pasitos y... ¡le tiró por el barranco! El cuerpo cayó como un peso muerto hasta la piscina y salpicó fuera. El cazador salió a los segundos mientras soltaba palabrotas.

—¡Me cago en tu puta madre! ¡Voy a dejarte seca!

Ella se rio y se tiró a la piscina también. Dentro del agua pudo situar bien la bolsita de Soma y después salió fuera mientras se reía.

—Es que necesitabas bañarte—se rio.

Daryl nadó hacia la orilla mientras se echaba el pelo hacia atrás y dejaba su ballesta y mochila para que se secasen. Estaba muy enfadado. La pelirroja nadó hacia él y se apoyó en su pierna.

—No te enfades anda—dijo poniendo cara de perrito.

Él frunció el ceño.

—No te va a funcionar conmigo, te advertí que pasaría si lo intentabas—dijo haciendo el ademán de levantarse.

Marta se rio y nadó de espaldas.

—Joder, te lo tienes súper creído. Solo quiero añadirle vida a nuestra supervivencia con un bañito—dijo intentando marcar tetas y que Daryl lo viese. Aunque dudaba si era hetero.

Elisian: Ciudad EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora