Ruinas

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Y tengo las manos ensangrentadas
de tanto luchar por ti,
de arrastrar con tus dudas,
tus indecisiones,
de intentar amueblar
las pocas virtudes
que compartías
conmigo.
Quise quererte,
pero sin dejarme,
te fuiste a otros brazos,
más transparentes
que los tuyos,
en busca de calor
entre una tormenta de nieve.
El eco de tus sollozos
opaca mis lamentos,
dejándolos hechos pedazos,
sin poder regenerarse,
dejando libre
los cachos más vulnerables
de mi alma.
Ahora no soy más que agua,
la que nace en mis pupilas
al verte renacer,
comenzar de cero,
olvidando.
No soy más que ceniza
de un fuego intermitente,
como lo fueron tus ganas
de quedarte conmigo,
como lo fueros tus ganas
de compartir conmigo tus miedos,
tus caricias y tus abrazos.

Lluvia de nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora