He perdido la sirena de mi proa,
me he quedado sin timón,
y me han robado la esperanza de algún día
poder llegar y pisar tierra estable,
poder decir que por fin
tengo los pies en la tierra
y de que no me he hundido y
que tampoco me he ahogado
yo sola en mis lágrimas
(en mías porque sé
que las sirenas de mas proas
no lloran por sus patrones).Ahora sin brújula ni sirena navego sola
con mi tripulación de patanes,
de dudas y de miedos
que no hacen otra cosa que hundir el barco
un poquito más en cada ola,
a cada brisa
porque a la mínima me descontrolan,
a mi y a todo mi barco
que cada día está más roto,
y con cada golpe de mar
(y no de suerte)
cae un tablón más.Leegará el día en el que,
por culpa de perder aquella sirena de mi barco pirata que tanto me llenaba,
me hundiré en la deriva con y de mis pensamientos,
sintiendo lentamente cada gota en mi garganta,
cada palabra
que no pude
decir
cuando debía.Y así fue, como perdí el rumbo,
quedando sola, sin mi tripulación,
sin mi sirena, sin nada en qué apoyarme,
cumpliendo todos aquellos dichos
de marineros veteranos y espontáneos:
"el mar cambia a uno, nos vuelve locos."
doy fe que sí,
yo antes estaba en calma,
o, al menos,
sabía querer.

ESTÁS LEYENDO
Lluvia de noches
PuisiQuizás el error fue quererte demasiado, o intentar quererte, sabiendo que nunca antes, lo habías hecho.