Por fin rompió. Se cansó de tirar de ella misma, de ser fuerte. Se cansó de intentar de salir adelante (sin lograr escapar), y rompió. Rompió como rompe un hilo cuando lo fuerzas, rompió con la misma delicadeza con la que rompe un cristal y con la misma tristeza con la que se rompe un corazón. Se partió en mil pedazos, y se cortó con cada uno de ellos hasta desangrarse. Se cansó de soportar el aire que sus pulmones ya no podían respirar, y se rompió para no tener que hacerlo más. Se cansó de ser implacable, de ser feliz; y rompió. Rompió con toda la mierda que tenía (toda la mierda que ella era [o creía]), ya no podía evitarlo, no pudo aguantar más las lágrimas, lloró hasta que se (des)ahogó... Se cansó de que pensaran que era vicio, que era cuento, y rompió, se le rompió el alma y se quedó sin ella. Y sola, como siempre.
Ahora está rota, y admite que fue más duro aguantar que romperse, que sangró más aferrándose que soltándose. Está rota y ahora que la quieren arreglar, ella no quiere. Le gusta estar rota, estar como ella es, como ella siempre fue. Le gusta porque, por fin, encontró una razón para romperse. Ya no quiere que la arreglen, se niega. El vaso estuvo mucho tiempo cayendo y nadie lo cogió, nadie quiso cogerlo. Las cosas caen por su propio peso, y ella, que cayó con toda su mierda, ahora, rota, no quiere que nadie la toque, no quiere a nadie, no quiere que ni la intenten querer. Está rota, y no hay forma de remediarlo.
Por fin rompí. No tengo por qué seguir aguantando, seguir viviendo. Ya estoy seca, no me quedan lágrimas, y me siente bien... por fin no siento.
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Lluvia de noches
PoesíaQuizás el error fue quererte demasiado, o intentar quererte, sabiendo que nunca antes, lo habías hecho.