De repente

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De repente llega la noche
y la oscuridad se proclama
c a m p e o n a
de todo tu día,
de toda tu vida;
llegando rápida,
y fría, y seca;
llegando para no irse,
para quedarse;
llegando para joderte la vida.

De repente ya está,
ya no hay nada,
lo ves todo negro,
y te preguntas si todo
lo que algún día has tenido
sigue ahí, en el mismo sitio
donde en algún momento
de tu vida lo dejaste;
y si va a seguir estando
por muy ciega
que sea,
y por muy ladrona de almas
que sea,
la noche.

De repente vuelves al principio,
al principio de todo,
como si hubieses vuelto a la
v i d a ,
pero sin morir, sin haberte ido;
y ves como lo vas perdiendo todo,
como todo va fundiéndose en nada,
a medida que la luna sube,
y tú cabeza baja;
como tú incertidumbre aumenta,
tu curiosidad
(la misma que mató
a cien mil quinientas personas)
por si todo va a ser igual
al día siguiente,
y te quedas dormida,
como si te fueses muriendo
p o c o a p o c o,
pero lo disfrutas,
te gusta porque te conviertes en alma,
solamente en alma,
y alcanzas el climax,
el final del túnel del agobio,
acabándose por fin todo.

Y de repente amenece,
la claridad temporal ilumina
tu noche universal,
descubriendo toda la mierda
que ha ocultado la luna;
destapando todas las mentiras
que tejiste mientras cantabas
con todas esas almas vacías
en ese parque de la esquina,
aparentando más que siendo,
muerto más que vivo;
despertando tu único deseo
cada vez que llega:
y es que la noche vuelva,
para no poder verte,
y no darte pena,
para que no te de pena
la mierda de vida de rayas
que te has buscado
todo este
t i e m p o;
para poder no ser tú,
vivir sin identidad
para no tener que avergonzarte
de tu puesto insignificante
en lo que tú y toda la humanidad
llamáis vida.

Lluvia de nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora