Sin saber como ni donde, te encontré. Estabas llorando, por amor, un amor que no pudo ser, pero que ya nunca debía haber sido; un amor imposible: cuando unos de ellos no quiere, todo se va a la mierda, porque aunque uno quiera o intenta querer, es imposible, ya que es involuntario e incontrolable.Sin saber ni tu nombre, te consolé. Te enseñé el sol, y las estrellas. Te di mi arena, para que la pusieras en tu reloj: volvía a funcionar. Sin conocerte, sin darte -me- cuenta, entré en tu vida, sin saber quien eras. Arreglé tu corazón, más bien le hice una copia al mío (el que nunca antes había querido), y te lo dí.
Sin haberte visto antes te regalé rosas y sonrisas. Te di la felicidad, la que yo antes no había tenido. Sin darme cuenta, me convertí en tu salvadora, en tu mundo; te volví mío, mejor dicho, tuya. Dejaste de llorar por amor, y empezaste a reír a su salud, a la mía.
Sin conocernos, nos saltamos esa etapa que llaman amistad. Fuimos más que eso; te llenaba, me llenabas. Nuestro unísono era cada vez más fuerte: los besos ya no eran de calma, ni de consolación; la pena que primero movió mi cuerpo hacia a ti se transformó, era amor, amor hacia el amor, hacia una copia de mi (mi corazón).
De un día para otro, los abrazos de un desconocido, tus abrazos, se convirtieron en lo primero que buscaba mi cuerpo, cada mañana, a la misma hora, 6:39. La misma hora en la que "Wonderwall", de Oasis, mi canción favorita, la que se convirtió en nuestra.
Sin buscarte, desequilibraste mi mundo, vaya si no, acabó patas arriba, pero las mías, claro, mientras hacíamos el amor en la playa. Fuiste toda mi vida, y la tuya también. Supongo que fue difícil. Difícil llevar dos vidas, pero fuiste capaz de enamorarme, a mí, la chica más dulce, pero fría con todo lo que se refería al amor.
Conociéndote sin saber lo que era el amor, acabé sabiéndome de memoria todos sus afluentes, como lo eran tus besos, tus abrazos por la espalda, tus caricias, tus cosquillas.. como lo eran tus "te quiero, preciosa" susurrados inesperadamente en mi oído...
Tus ruinas acabaron siendo todas mis maravillas. Las que el primer día creí por perdidas, al poco tiempo tornaron en oro, en mi mayor tesoro, lo que alimentaba mi sonrisa; porque así era, me dabas la vida.
Ya no sabía lo que era una sonrisa si no era pensarte al leer a Carlos Salem, o lo que era sorpresa sin ser tú esperándome al salir del trabajo, o el placer sin estar entre tus piernas.
Sin saber cómo ni porqué, mi mundo giraba a tu alrededor, o mejor dicho, al nuestro. Me creía feliz a tu lado, lo era, y tú lo eras, y cómo no lo ibas a ser, si fui yo quien encendió tu mundo, enseñándote a confiar de nuevo, haciéndote ver que el ser humano podía sentir de verdad sin tocarse..
Fuimos felices, vivía en un sueño, el sueño que toda chica deseaba: amar y ser amada
Sin saber cuando ni porqué, paró de sonar la canción por las mañanas (completa y estúpida ilusa). Sin darme cuenta, te fuiste enfriando. Los susurros cada vez eran menos; las sorpresas cobraron su verdadero significado, puesto que de verdad era una sorpresa que vinieras a verme después del trabajo (ya apenas lo hacías); ¿una llamada tuya?, valía oro, eran tan escasas que daba lo que fuese por una.
Cada vez, sin darme cuenta, te ibas alejando más, pero estaba tan enamorada, que te creía, cuando me decías que me querías, y que si no me lo decías a todas horas era porque sino estábamos hablando siempre de lo mismo. Lógico, ¿verdad? No sabía el porqué, pero me tenías enamorada hasta las trancas.
Sin saber el porqué, ilusionada, me llevaste a una playa, nuestra primera playa.. y allí me soltaste (para mi gusto, de la peor manera posible). Sin ningún porqué, ya no me querías, habías perdido toda la ilusión en mi, en nosotros. Nunca más volviste a ser el mismo. Desapareciste cuando más te necesitaba, cuando más falta me hacías. Me dejaste morir, ante tus ojos. Ya no sabía vivir sin besarte, ni lo que era estar alegre sin verte..
Así pasaron los días.. entré en depresión, era como un estrés postraumático. Lloré todos y cada uno de los siguientes días, echándote de menos, y no pudiendo verte. Mi corazón enfermó, no sabía ya a qué ritmo latir si no era por ti, así que experimentaba: algunos días quería darme la muerte, y no latía. En esos días, el ahogo era inevitable, junto con la ansiedad. Aún recuerdo esos pinchazos en el corazón. esa sensación de no poder respirar que tanto me hacía gritar; esa falta de vida. Otros días se aceleraba, latiendo a mil por segundo, cada vez más y más fuerte. Quería salir de mi, e ir a otro cuerpo; no quería sufrir. Esta vez el sentimiento era angustia, miedo.
Mi corazón estaba enfermo. Algunos médicos decían que sufría depresión y ansiedad (al igual que yo), otros que era estés (qué casualidad); yo creo que el miedo a perderte era el mayor de sus -mis- males. No sabíamos como actuar ante tu rechazo... Nunca más volví a ser la misma.
Pasaron los días, los meses, y yo seguía igual: sola, en una acera, con mi corazón hecho añicos (después de tanto desequilibrio, acabó rompiendo), al igual que mi reloj (el cual perdió toda su arena). Perdí la noción del tiempo, ya no pasaban por mi las horas ni los días.
Me quedé sola en esa acera, viendo parejas de la mano, besos bajo la lluvia, sonrisas de complicidad.. No les envidio, yo también tuve todo eso, y más, pero acabé perdiéndolo todo.
Vuelvo a esta acera, todas las noches de navidad (de mi invierno moral, eterno). No sé porqué, pero aquí me siento en paz. Esta acera es capaz de darme la mínima calma para que pueda seguir viviendo una noche más. Volver esta acera todas las noches me ha convertido en poeta..
¡Qué raro! Otra adolescente deprimida (más) que escribe cuatro versos (que ni siquiera riman) solo para intentar reconstruirme..
nota: no sabia que titulo ponerle, asi que le puse mi nombre.

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Lluvia de noches
PoesiaQuizás el error fue quererte demasiado, o intentar quererte, sabiendo que nunca antes, lo habías hecho.