Capítulo 6

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¿Así se siente cumplir un objetivo de manera inesperada? ¡He conseguido el nombre del chico adicto! Y lo mejor es que ni siquiera me he tenido que esforzar tanto como creí que necesitaría hacerlo. En fin, los pequeños triunfos de la vida.

En este momento, ni siquiera me importa haber esperado por más de cuarenta minutos que el autobús, finalmente, pasara. Me estoy regocijando internamente.

Una descarga de nervios se desató por toda mi columna cuando me dijo su nombre, y ni siquiera se explicar porqué. Lo cual ha ha tomado por sorpresa a mi parte más racional y pensante, es decir, ¿porqué tanta emoción por un simple paciente, que nada tiene de diferente a los demás? Bueno, sí tiene algo que lo distingue, es guapísimo. Pero nada más.

No se prácticamente nada del chico adicto. Oh, bueno, a partir de hoy, ya no lo llamaré "chico adicto". No, su nombre es Sasuke.

Sasuke... suena a alguien enigmático, poderoso, inalcanzable. Creo que, después de todo, va muy bien con él.

Sasuke... ¿qué? ¿Sasuke a secas? No, no puede ser. Debe tener apellido. ¡Y es mi trabajo conseguirlo!

._._._._._._._._._._._._._.

-Buenas -saludo la noche siguiente. El sonido regular de la máquina encargada de registrar su ritmo cardíaco acelera unos instantes su marcha, pero vuelve a la normalidad. Quizás lo he sobresaltado un poco.

-No seas tan ruidosa -murmura abriendo sólo un ojo. ¿Ruidosa? ¡Solo dije una palabra! Quizás se ha levantado de malas.

Otra vez. Pero, no importa. El humor del paciente no me impedirá hacer mi trabajo con entusiasmo, es mi lema.

-Solo era educación... -respondo.

-Silencio, estás en un hospital. Deberías saber que molestas a los enfermos.

-Vaya, no lo sabía. Llevo aquí trabajando dos años y te juro que si no me dices, ni me entero -respondo, sarcástica. No había necesidad de ser grosero. ¡Que tome una cucharada de su propia medicina!

-Y yo no sabía que eras capaz de usar el sarcasmo -contesta.

-Shh, silencio por favor. Estás en un hospital.

Dos días. Y ya me hizo enojar.

._._._._._._._._._._._._.

Es una noche tranquila,como cualquier otra, desde las dos semanas que he pasado con él. Llego y lo primero que hago al llegar a su cuarto es saludar, quizás con más euforia de la necesaria.

-¡Hola, Sasuke! ¿Como te sientes? -es la segunda vez que oigo cómo suena su nombre dicho por mi boca, y no sé por qume gusta tanto.

Él tan sólo me mira, desgraciadamente, como si lo hubiera interrumpido en una clase de ritual. Yo y mi bocota. Creo que lo he hecho enfadar. O quizás le duela la cabeza, como siempre.

-¿Sigues con migraña? -pregunto, señalando su frente. Desde que cuido de él, suele despertar con dolores de cabeza. Suspira, y murmura que sí, muy quedamente-. ¿Desde cuando persiste ese dolor? ¿Puedes describirlo?

El día anterior se la había pasado durmiendo, así que no supe si seguía con las mismas molestias. Hoy parece que las siente de nueva cuenta.

-Todo el día. -contesta después de un momento -. Es... como si me golpearan el cerebro con un mazo. Ni yo mismo sé explicarlo.

Esto no me gusta para nada.

-¿Te han dado medicamento para mitigarlo un poco?

-No, sólo te he pedido una pastilla a tí.

-¿Pero cuantos días llevas así? Puede ser algo más que...-

-Es hereditario. -me interrumpe .-En mi familia hay una especie de síndrome que ataca al cerebro. He aprendido a lidiar con él.

No sé que decir. Busco en mi memoria algún síndrome con esas características, pero hay varias opciones, y todas parecen posibles.

-¿Eso es todo? ¿Solo dolor? Debe de haber algún otro síntoma.

-Sólo dolor -responde, inhalando y  exhalando -. No es más que una condición rara de familia, ya te lo dije. No sé como demonios se llame en el mundo de la medicina.

-¿Y porqué no habías dicho nada? Necesito comunicarle esto a la doctora. -digo, haciendo ademán de irme.

-Espera, ya tengo un tratamiento. -eso lo cambia todo.

-Oh, lo hubieras dicho antes.-comento, regresando a mi lugar -. ¿Cual es?

-¿No es un poco obvio?... -pregunta, alzando una ceja. Al principio yo no entiendo a qué se refiere, hasta que al fin caigo en cuenta.

-Morfina... -si mi teoría es cierta, él utiliza esa droga para bajar el dolor de cabeza -. Es simplemente morfina, ¿cierto?

Sasuke desvía la mirada, señal clara de que no va a contestar, aunque eso es suficiente respuesta.

Y yo que pensé que era un drogadicto cualquiera. Olvidé que la morfina también se usa como tratamiento en ciertos pacientes, como, por ejemplo, los que reciben quimioterapias contra el cáncer, para combatir el dolor de éstas. ¿Porqué Rumiko, Sasuke o Tsunade no me habían dicho esto antes?

-¿Es esa la razón de tu sobredosis? Es decir, ¿Tratabas de calmar tu dolor con más morfina de la necesaria? -me atrevo a cuestionar. El cierra los ojos.

-Es lo único capaz de darme alivio, quizás el otro día se me pasó la mano... - se instala un silencio cargado de tensión.

-¡¿Que si se te pasó la mano?! ¡Casi te infartas! -exclamo, intentando romper el hielo, y me quedo muda al ver como sus labios, resecos y pálidos, se curvan un poco hacia arriba y al lado.

-Hierba mala nunca muere.

._._._._._._._._._._._.

-Pues muchas gracias por informarme, Sakura. Nunca hubiera imaginado que las cosas eran de ese modo. -dice Tsunade, después de escuchar, durante unos diez minutos, toda la explicación que tenía preparada sobre el caso de Sasuke.

Después de que se quedó dormido, revisé a mis otros pacientes y salí corriendo directo al despacho de la doctora, con la esperanza de que me pudiera regalar unos minutos de su tiempo para contarle sobre lo que descubrí. Por un lado, me siento culpable, porque él me había rogado que no dijera absolutamente nada. Sin embargo, mi deber como enfermera es hacer todo lo que este a mi alcance para acelerar su recuperación. Sabiendo el transfondo de la aparente adicción de Sasuke con la morfina, podríamos pensar en mejores alternativas, para combatir tanto la causa como el efecto. La causa, en éste caso, es el extraño mal hereditario que me dijo que tenía, y el efecto, la dependencia a sustancias para amainarlo, como la morfina. A medida que relataba todo ésto, el rostro de la doctora Tsunade dejaba ver una expresión de sorpresa y confusión, lo cual confirmaba mis sospechas acerca de que Rumiko no la había mantenido al tanto de lo que le pasaba a Sasuke como debería haber sido desde el principio. O, quizás, simplemente ella no se dió cuenta, no lo sé. Lo cierto es que mi descubrimiento cambiará por completo el esquema de medicamentos que le suministran diariamente a Sasuke, además de que representa un nuevo problema que atenderle.

-Entonces mañana vengo con usted para que me dé nuevas indicaciones, ¿cierto? -pregunto, sólo para confirmar.

-Claro. Pero, por ahora, vete. Escuché en las noticias que ciertas rutas del transporte público estarán fuera de circulación por unos días, así que mejor toma tus tiempos -comenta, dirigiéndose a la puerta de su oficina, yo la sigo.

-¿En serio? ¡Que fastidio! Con ésta ya van dos veces en lo que va del año -contesto-. Pues en ese caso, nos vemos, doctora. Buenas noches.

Después despedirme, me marcho del hospital, con la esperanza de que el maldito autobús pase pronto, y de que el trayecto sea largo, para dejar correr mis pensamientos libremente.

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MORFINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora