Capítulo 18

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-¿Ya está bajando?

-No. Quédate quieta y cállate.

-Sasuke, si no te sientes cómodo, créeme que yo puedo BAÑARME SOLA.

-Si ya eres torpe estando sana, imagínate estando enferma y medio desvariando.

-¡¿A quién le llamas torpe?!

-¿Es que ni estando afónica te puedes callar?

-¡No! ¡El agua está helada!

-Suficiente. No tengo porqué soportar ésto.

Un segundo después, escucho el portazo que da al salir del cuarto de baño. Y me quedo sola, heládome en la tina. Poco tiempo pasa para que empiece el remordimiento. Realmente tengo la virtud de sacar de sus casillas a Sasuke. Y vaya que ha sido paciente estos dos días. Sobretodo ayer, que me rehusaba a comer tal como él se rehusó en su momento. Sólo que el doble de irritante.

Llegó con un plato de caldo de pollo, un clásico. Claro estaba que lo había comprado porque yo no había ido a surtir la despensa y el refrigerador estaba desierto (a excepción de un yogurt caducado y un trozo de carne de dudosa calidad), pero aún así, me enterneció el gesto. Aunque no lo suficiente como para animarme a comer.

-Te hará bien.- dice, levantando la bolsa hasta la altura de mi cara .- No has probado bocado desde ayer, en la tarde.

-Es que soy más bien nocturna. Hay que guardarlo para la noche.

-No. Lo comerás ahora.

-Pero no tengo hambre.

-No me importa.

Juro que el brillo de la venganza emanaba de todo sus ser.

-Gracias, Sasuke, pero en serio no tengo hambre.

-La vieja loca me matará si tu te mueres.- -Si, la vieja loca es Tsunade-sama.- Come. Es una orden. 

Yo me había rehusado tajantemente a llamar a mi jefa, porque creía fervientemente en que me iba a sanar con el paso de los días, sin medicamentos de por medio. Pero, oh, no fue así. Al final no nos quedó más que pedir su ayuda. Me dió mucha vergüenza, pues casi se cae cuando al entrar a la habitación encontró a Sasuke poniéndome compresas en la frente, pero dadas las circunstancias, mejor optó por dejar ese asunto todavía pendiente entre las dos. Por supuesto que no me voy a escapar del inminente interrogatorio.

-Vaya, gracias por ser claro con tus intenciones.- le dije, rodando los ojos. Sé que él odia con todo su ser que haga eso. Iba acercándose con el plato humeante en una bandeja de plástico que posicionó en el buró. No contestó nada, y tan pronto como vino parecía dispuesto a irse.

-Te daré veinte minutos, y si vuelvo y no llevas por lo menos la mitad del plato, te prometo que no querrás saber cómo haré que te entre al cuerpo.

-¡¿PERO Q...- Ni siquiera me dirigió una última mirada, sólo salió. No le tomé importancia y otra vez me acomodé en la cama dispuesta a dormir.

Veinte minutos exactos después, Sasuke entró como el viento, y sin rastro de estar alterado, pronunció:

-Te lo advertí. -sentí la sangre de repente helada.

Imaginé mil maneras en las que podría someterme para que comiera, todas crueles y asquerosas. Temiendo lo peor, casi grito cuando acercó a mi cara una cucharada del caldo, aún caliente. Pero el temor se disipó cuando solamente tomó con la otra mano mi mentón y al bajarlo introdujo la cucharada, de una sola vez. Me quemó la lengua un poco, pero pude pasarlo. Se quedó a un palmo de distancia, con su demoníaca mirada láser, pero eso no evitó que de repente no pensara en nada de nada. No sería la primera vez que me embelesara totalmente por el porte angelical de Sasuke, aunque atribuyo todo a los treinta y nueve grados y medio de temperatura que bullían mi cuerpo. Lo último que ví antes de ceder a sus exigencias, fue el movimiento de sus labios al articular lenta y tortuosamente la palabra "tra-ga". Quince minutos más tarde, el plato estaba vacío.

MORFINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora