Capítulo 009

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17 AÑOS ATRÁS…

Julieta fue abriendo los ojos muy de a poquito. Llevaba casi una semana en la clínica de Filadelfia y su padre adoptivo no la había abandonado ni un segundo.

EUGENIO: ¡Vamos, corazón! Abre tus ojitos… (Le tomó la mano con mucha ternura) Has un esfuerzo, Julieta, anda…

Como si intentara responder a los ruegos de Eugenio, la muchachita abrió los ojos de para en par y el hombre a su lado quedó hipnotizado por la transparencia de esos ojos verdes.

JULIETA: (Débilmente) ¿Papi, eres tú?

EUGENIO: Julieta, tranquila. Estás en un hospital. Trata de mantener los ojos abiertos.

JULIETA: ¿Dónde está mi mamá?

EUGENIO: Hija, tranquila, por favor. Intenta despertar del todo…

En Mérida, Yucatán, tras varios días de estar instalándose en la nueva casa, Nicolás y María, tenían una conversación.

MARÍA: Pues a lo hecho, pecho, viejo.

NICOLÁS: Si, vieja, ya lo se, por eso quiero ir a ver al señor Ceballos.

MARÍA: Menos mal que te cruzaste con ese doctor. Diosito te lo puso en el camino para que pudiéramos salvar a las niñas.

NICOLÁS: Ya se, ese hombre es una bendición.

MARÍA: El lunes voy a empezar a buscarle una escuela a Lizzy y así puedo trabajar contigo, ¿no?

NICOLÁS: Yo te diría que esperemos un poco. Mira, la casa es nuestra y no hay que pagar renta. Esperemos a que la niña deje de tener esas pesadillas y ataques y ahí vemos dónde la mandamos a estudiar.

MARÍA: Tan hermosa que es y qué triste lo que le sucedió.

NICOLÁS: Si, vieja, ni hablar, pero le vamos a dar una buena vida.

MARÍA: Por supuesto, en honor a esa buena gente que siempre nos ayudó.

NICOLÁS: Y un día ella y Julieta, van a hacer justicia y esos bastardos, van a pagar por todo lo que han hecho.

MARÍA: Dios es grande, mi amor y ya verás que les va a tocar.

NICOLÁS: (Se le caen las lágrimas) ¡Qué rabia siento, María!

MARÍA: (También llora) Yo se, Nico, pero las niñas harán que la justicia les caiga como guillotina…

NICOLÁS: Y vamos a estar ahí para verlo, mi amor…

Ignacio y Estella, discutían con Esteban. Desde el día aquel en el cementerio, el muchacho les hablaba mal y los trataba peor.

ESTELLA: ¡Es la última vez que me contestas así, Esteban, soy tu madre y me respetas!

ESTEBAN: El respeto no se impone, mamá, se gana.

IGNACIO: ¿De dónde sacas esas cosas?

ESTEBAN: Del abuelo, él dice eso y no soy un niñito tonto al que van a engatusar. (Llega Florencia, la hija menor del matrimonio, de 10 años)

FLORENCIA: ¿Qué pasa, Teby?

ESTEBAN: Nada, Flor, una discusión tonta con mamá y papá. Ven, vamos a tomar un helado.

FLORENCIA: ¡Si! Pero ya no peleen, por fa…

ESTELLA: Está bien, mi amor, ya no vamos a discutir.

IGNACIO: ¿Tienes dinero para el helado, hijo?

ESTEBAN: Si, papá. Adiós. (Se va con la niña)

Doble VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora