Capítulo 013

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AÑOS ATRÁS…

Lillian Jenshen observaba a su discípula con una mezcla de orgullo y admiración. La mujer, prima de Patricio Echegaray, era la única en toda la fuerza que conocía la verdadera historia de Diana y por eso, la había tomado a su cargo cuando la muchacha llegó a sus manos. Había sido testigo del esfuerzo, empeño y sacrificio que su discípula había sido capaz de entregar para llegar a donde finalmente estaba. Cuando, por fin habló, lo hizo a modo de consejo.

LILLIAN: Llegó el momento, pequeña, ¿estás lista?

DIANA: Un poco ansiosa y si, muy lista.

LILLIAN: Diana, se que crees que llevas mucho tiempo en esto, pero tienes que entender que el camino que has elegido, acaba de empezar.

DIANA: (Sonríe) Lo se.

LILLIAN: ¿Qué planes tienes?

DIANA: Primero voy a ver a Lizzy, es hora de contarle su verdad y quiero que lo escuche de mis labios, quizás así el golpe sea más fácil de tolerar.

LILLIAN: (Asiente) ¿Aún no sabe nada de nada?

DIANA: Durante estos años ella ha sido tratada psicológicamente porque tenía unas terribles pesadillas y ese tratamiento fue demasiado efectivo, tanto que no recuerda nada de su verdadero pasado.

LILLIAN: Es que era muy chiquita cuando todo pasó.

DIANA: Pero ya no lo es, acaba de cumplir 18 años y es hora de enfrentar lo que nos toca, juntas.

LILLIAN: Estoy de acuerdo con eso. ¿Y después?

DIANA: A la boca del lobo, Lillian.

LILLIAN: Sabes que estamos contigo y que esta operación es trabajo de equipo.

DIANA: No lo voy a olvidar, se que son mi apoyo.

LILLIAN: ¿Qué va a pasar con Carolina?

DIANA: Ella decidió acompañarme, por eso estudió conmigo.

LILLIAN: De alguna manera, tu causa se ha transformado en la causa de mucha gente. Deberías modificar tu objetivo real.

DIANA: No quiero que volvamos a discutir, Lil, por favor. Además de Lina, eres la única que sabe cuáles son mis verdaderas intensiones, necesito que me acompañes, pero sin reproches.

LILLIAN: ¿O sea que de justicia, no vamos a hablar?

DIANA: Justicia es lo que va a tener Lizzy, pero yo, sólo quiero vengarme de Ignacio Pereyra. Lo voy a destruir aunque mi vida se vaya en eso…

Las dos mujeres se pusieron de pie y se abrazaron largamente. Unas horas más tarde, Diana Sotomayor se despedía de su mentora y junto a su padre, hermano y mejor amiga, subía al avión que la llevaba a Mérida, Yucatán. Por primera vez en catorce largos años, volvía a su tierra natal y después de ver a su prima, empezaría con el largo camino que tenía por delante.

Eugenio, sin sospechar la verdad que Diana le ocultaba, la abrazó dulcemente, sabiendo todas las emociones que recorrían a aquella niña a la que le había salvado la vida, ahora convertida en toda una mujer.

EN EL PRESENTE…

Después de almorzar y comerse un muy rico postre, Diana se despidió de Federico con la firme promesa de presentarse en el parque donde se celebraría el cumpleaños de Lola. Llegó a su casa alrededor de las dos de la tarde y encontró a Caro que estaba conversando con Chuni, la ama de llaves de la casa, mientras disfrutaban un rico café.

DIANA: ¡Buenas tardes, bonitas!

CAROLINA: ¡Hasta que apareces, puerca! ¿Dónde andabas?

DIANA: (Besa a Chuni en la frente con adoración, era como una abuela para ella) ¡Hola, viejita preciosa! ¿No hay un cafecito para mí?

Doble VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora