Capítulo 022

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Estella hizo pasar a Carolina a su oficina y la notó rara, incómoda. Como sentía gran empatía por la muchacha, quiso saber qué le sucedía.

ESTELLA: Carolina, ¿qué tienes?
CAROLINA: Nada, señora, ¿por qué?
ESTELLA: Algo te pasa, querida, no lo niegues porque me doy cuenta.
CAROLINA: (No iba a echar a Esteban de cabeza, no venía al caso) Es cierto, señora, pero son cosas personales, no tiene sentido que hablemos de eso.
ESTELLA: Si esos problemas personales te tienen mal, lo que no tiene sentido es que te calles. Dime, quizás pueda ayudarte.
CAROLINA: Créame que se lo agradezco, pero se perfectamente que cuando una está en el trabajo, lo demás se tiene que quedar en la puerta de entrada, así que, despejo mi cabeza y a lo que nos ocupa.
ESTELLA: (Pensando en que ojala y su hija tuviera ese temple, ese carácter) ¿Es mi hijo, verdad? Si te ha hecho algo, dímelo que yo hablo con él.
CAROLINA: (Se sintió desfallecer, no se esperaba algo como eso) ¡Cómo cree!
ESTELLA: No soy ni ciega ni tonta y me doy cuenta que está interesado en ti y que tú le correspondes.
CAROLINA: ¿Qué?
ESTELLA: Si lo que te impide empezar una relación con él es lo que podamos opinar su padre y yo, desde ya te digo que nos encantaría que Esteban estuviera contigo.
CAROLINA: ¡Vaya que es directa, señora!
ESTELLA: Simple y concreto, Carolina.
CAROLINA: (Asiente) ¿Puedo ser honesta con usted sin tener problemas con mi trabajo?
ESTELLA: Esto es entre tú y yo. Habla.
CAROLINA: (Arriesgándose a todo, se sinceró a medias) Esteban es apuesto, inteligente y rico, ¡el candidato ideal! Pero aunque si me atrae, no podría estar con alguien como él. No estoy dispuesta a compartir mi vida con un mujeriego que no respeta los compromisos y las dos sabemos que él es así y eso jamás va a cambiar…
ESTELLA: Me encantaría poder decir que estás en un error, pero lo que dices es correcto. ¿Quieres que hable con él para que no te busque?
CAROLINA: Se lo agradezco, pero si quiero que su hijo me respete, la que se tiene que dar su lugar, soy yo misma ¿no le parece?

Estella se fascinó ante la actitud y la respuesta de Carolina. Claro que iba a hablar con Esteban, si o si, esa mujer tenía que ser su nuera. Estúpidamente, la señora de Pereyra, veía en Carolina Medrano, a una sucesora…

Entrada la noche, Federico seguía medio camuflado y esperando ver a Diana llegar a su trabajo. Llevaba horas ahí metido y antes que pudiera rendirse, la mujer de ojos verdes, bajó de su auto e ingresó a la empresa. Mientras esperaba el elevador para subir a su oficina, se le acercó Ignacio. Se saludaron cordialmente y el hombre no podía ocultar que deseaba a esa mujer. Entraron en el ascensor. Diana tenía puesto un blazer negro, ajustado, una blusita blanca con un escote que sugería todo sin mostrar nada y una pollera que terminaba antes de las rodillas, bien pegada a su hermosa figura… Ignacio sentía que se iba a morir de ganas de hacerla suya, sin embargo, Diana no había caído ante sus ofrecimientos y siempre mantuvo una postura indiferente a los pobres intentos del viejo conquistador por llevársela a la cama. El empresario recordó una charla que mantuvo con ella al poco tiempo de estar trabajando juntos: estaban en su oficina y le había ofrecido un viaje de fin de semana, juntos y solos.

DIANA: Creo que usted está equivocado con respecto a mí, señor Pereyra. No soy la clase de mujer que acepta esos ofrecimientos.
IGNACIO: ¿No lo es?
DIANA: Seamos claros, porque es la única manera de poder trabajar juntos. Usted está interesado en convertirme en su amante…
IGNACIO: ¿No te interesa? Puedes escalar muy rápido.
DIANA: ¿A ese precio? No, gracias. Cuento con la capacidad de escalar con mi cerebro.
IGNACIO: No seas tan drástica.
DIANA: Se olvida que usted es un hombre casado y mi jefe. Mantengamos la relación estrictamente basada en esos roles.
IGNACIO: Los roles podrían cambiar…
DIANA: (Se contenía tanto para no escupirlo en la cara) El verdadero problema aquí, señor, es otro.
IGNACIO: ¿Cuál
DIANA: Que independientemente de los roles que tengamos, usted no es la clase de hombre que a mi me gusta meter en mi cama. (Se pone de pie) Con permiso… (Se va)

Doble VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora