Capítulo 059

651 27 6
                                    

Las primeras horas del día siguiente a su frustrada boda con Julieta, encontraron a Steven casi sin dormir, más preocupado por su propio cuello que por el destino que su casi esposa pudiera estar viviendo. Además la presencia de Silvana  y Patricio en su casa, lo ponían más nervioso de lo que podía aparentar. Poco después del mediodía, recibió un paquete que contenía un DVD acompañado de una nota escrita en computadora, pero con el nombre completo de Julieta y su firma al pie de puño y letra de la mujer, como prueba de que estaba sana y salva. La nota era precisa y concreta: “Esta es la prueba de tus primeros crímenes y como esta, hay muchas más. Cuando estés pudriéndote en prisión, Julieta estará libre”

No hubo manera de zafarse de sus invitados por lo que Steven se vio obligado a reproducir el disco en presencia del fiscal y de la tía Silvana.

Las imágenes eran nítidas y antes de finalizar la función, el acorralado criminal, tomó a Silvana como rehén y se atrincheró en su despacho.

Varias horas antes, Lillian había contactado a la feliz pareja y enviado un mail con el contenido del video casete que Jeremías rescatara de la escena de aquel crimen cometido en Filadelfia más de una década en el pasado.

Julieta y Federico no lo pensaron demasiado y decidieron reemplazar sus “exigencias” por aquellas imágenes. De esta manera, se grabó el video en un DVD y en una hoja que la señora de Quiroga había dejado firmada, se le imprimió el contenido final de la nota. Se puso todo en una cajita esto se empaquetó para que llegara a manos del destinatario.

Viendo que nada lograría solo, cuando Steven se encerró en su despacho, Patricio llamó y pidió refuerzos; no habían pasado mucho más de veinte minutos y la casa de MacCurry ya estaba completamente rodeada.

Al notarlo, el asesino dejó salir a Silvana y trancó la puerta con llave, pasador y apoyando todos los muebles que podía. Se alejó de las ventanas, sabiendo que podrían haber dispuesto francotiradores y una vez que se aseguró de no estar en la mira de ningún arma, intentó comunicarse con su padre por celular, por teléfono fijo y por computadora, pero los tres servicios estaban cortados.

Desde Mérida y a través del mismo fiscal Echegaray, se mantenían al tanto de todas las novedades y al enterarse de cómo estaba toda la situación, Federico tuvo una idea como para provocar la locura del reo y generar que se comenzara a desesperar y cometa errores que permitieran atraparlo. Julieta estuvo de acuerdo y la idea fue llevada a cabo: si no conseguían que Steven dieran un paso en falso, al menos se moriría de coraje y eso ya era ganancia. Hicieron lo que tenían que hacer y por medio de internet, se lo enviaron a Carolina, quien a su vez se lo envió al tío de su amiga del alma.

Ya al final de la tarde, cuando el sol estaba casi oculto por completo, Patricio recibió el sobre y lo deslizó por debajo de la puerta del despacho, indicándole a Steven que era sobre Julieta y que tenía su palabra que nada le pasaría por buscar el sobre y ver su contenido.

El atrincherado delincuente se tomó su tiempo para mover los muebles que obstruían la puerta del despacho, cogió el sobre y con sumo cuidado volvió a dejar todo como estaba y regresó al sitio seguro, fuera del alcance de cualquier posible francotirador.

Abrió el “correo” y dentro había una tarjeta de memoria o extraíble, de esas usadas en celulares y computadoras para almacenar archivos y llevarlos a cualquier sitio. Colocó el pequeño dispositivo en el lector de su notebook y allí, en primer plano, aparecía Julieta, sonriendo y confesándole paso a paso cómo fue descubrió la verdad.

Steven escuchaba esas palabras y era como si cada una de ellas, fuera un puñal en su pecho: las lágrimas recorrían su rostro sin detenerse ni menguar, una tras otra, le humedecían las mejillas, como tantas veces, él había provocado esa misma situación en muchísimas personas.

Doble VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora