Capítulo 003

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17 AÑOS ATRÁS…

IGNACIO: ¿Es en serio?

EUGENIO: Lamento ser portador de tan malas noticias, ¿señor?

IGNACIO: Pereyra, Ignacio Pereyra.

EUGENIO: La niña resistió la operación, pero no pudo salir adelante y murió hace sólo unos minutos.

ESTELLA: (Simulando un profundo dolor) ¡Qué tragedia, Dios mío! Pobre gente.

IGNACIO: (Misma actuación que su esposa) Ni Rubén ni su familia merecían esto.

EUGENIO: (Sentía náuseas ante tanta hipocresía y hubiera querido decirles todas sus verdades, pero se contuvo) Supe que los padres de la niña y sus tíos también murieron en la explosión, ¿tienen algún otro familiar?

ESTELLA: Sólo una pequeña de casi cuatro años, pero ella debe haber muerto también.

EUGENIO: ¿Debe haber muerto? ¿No la encontraron?

ESTELLA: No, probablemente sus restos aparezcan entre los escombros de la casa. Se hizo añicos… No quiero ni pensar en cómo debió quedar esa criatura.

IGNACIO: ¿Cuáles son los pasos a seguir?

EUGENIO: Si ustedes lo desean, se les entregarán los cuerpos para que puedan velarlos y darles cristiana sepultura….

Nicolás iba de un lado a otro, esperando a que Eugenio regresara de platicar con los Pereyra. La primera parte del plan, iba bien, ahora tenía que arreglar con el doctor Sotomayor, qué se haría con las niñas.

Pasó casi una hora hasta que Eugenio volvió a su consultorio.

NICOLÁS: ¿Se la creyeron?

EUGENIO: Completamente. (Se sientan los dos) Todo salió mejor de lo que esperábamos: no sólo no quieren velarlos sino que ni siquiera quieren ver los cuerpos y nos pidieron que les entreguemos sólo las cenizas para que puedan depositarlas en la urna de la familia.

NICOLÁS: ¡¡¡Bastardos!!!! (Golpea la mesa con mucho enojo) ¡¡Malditos bastardos!!

EUGENIO: Tranquilo, entiendo su indignación, pero ahora tenemos que pensar qué vamos a hacer y cómo vamos a hacerlo.

NICOLÁS: Como le dije, mi vieja y yo nos llevamos a la niña a Mérida y ahí la criaremos como nuestra nieta.

EUGENIO: ¿Cómo piensan registrarla?

NICOLÁS: No lo se, ya se me ocurrirá algo. ¿Usted qué va a hacer?

EN EL PRESENTE

Estella manejaba tranquila, disfrutando de antemano este nuevo triunfo empresarial. El centro comercial sería de mucho lujo y se llenarían los bolsillos de dinero. Su celular sonó y lo atendió con el auricular inalámbrico.

ESTELLA: ¿Qué pasó, hijo?

ESTEBAN: ¿Dónde estás, mamá?

ESTELLA: A punto de llegar, estoy entrando al estacionamiento. ¿Sucede algo?

ESTEBAN: Es papá que quiere hablar contigo antes de la presentación. Está enloquecido.

ESTELLA: (Sin darle mayor importancia al comentario) Dile que en cinco minutos estoy ahí.

ESTEBAN: Perfecto. Adiós.

ESTELLA: Adiós, Esteban.

Estella estacionó el carro, tomó sus pertenencias y bajó. Mientras se encaminaba al hall principal del ayuntamiento, la llegada de Diana y Carolina, llamó su atención porque no venían solas: dos muchachos las acompañaban. Aunque creyó reconocerlos, no le dio más interés al asunto y siguió su camino.

Bruno de deshacía en disculpas ya que fue él quien provocó el choque, pero la pequeña dosis de hostilidad por parte de Carolina y Diana, se había esfumado y ahora ellas y Federico se reían de la actitud del fotógrafo.

CAROLINA: No te preocupes, ya pasó.

BRUNO: En serio, perdónenme.

DIANA: No hace falta que te sigas disculpando, tampoco fue tan grave. Vamos al búnker y ahí organizamos todo.

FEDERICO: ¿Bunker?

CAROLINA: Si, ¿por?

FEDERICO: Es que no puedo evitar atar cabos y como estamos aquí, en el ayuntamiento y hoy hay una conferencia de prensa… ¿Ustedes tienen algo que ver con el centro comercial?

CAROLINA: Trabajamos en la empresa que lo financia.

BRUNO: ¿Ustedes dos trabajan en Pereyra e hijo?

DIANA: Si, somos asesoras de marketing y estrategia.

FEDERICO: ¡No lo creo! ¿De verdad?

DIANA: ¿Por qué la sorpresa?

BRUNO: Es que nosotros venimos a cubrir la conferencia.

CAROLINA: ¿Para qué medio?

FEDERICO: La gaceta del Halcón.

CAROLINA: ¡Wow! Siempre leo ese diario, pero no se lo digan a nadie.

FEDERICO: ¿Por?

BRUNO: No seas tonto, Federico, somos el enemigo.

DIANA: (Se da cuenta de quién es el hombre que tiene a su lado) ¿Federico? ¿Federico Quiroga?

FEDERICO: El mismo.

CAROLINA: No lo creo yo, ahora. Tu columna nos encanta a las dos.

FEDERICO: No me echen relajo.

CAROLINA: Es cierto. Diana hasta las recorta y las guarda.

DIANA: Totalmente, me encanta el enfoque que le das a las noticias. Las cuentas desde una perspectiva poco común.

FEDERICO: Muchas gracias, es un halago maravilloso.

CAROLINA: (Se da cuenta que Bruno es el que saca las fotos) ¿Y tú eres Bruno Villalobos, el fotógrafo estrella?

BRUNO: Tal cual.

CAROLINA: Pues, qué placer conocerlos, muchachos.

DIANA: (Llegan a la entrada al bunker) ¿Entramos?

FEDERICO: Después de ustedes, señoritas… (Mira a Diana, le sonríe y ella devuelve la sutileza con un guiño de ojos más que provocador)

Doble VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora