Capítulo 031

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Federico sacó a Bruno de la oficina a rastras y con una furia que lo consumía sin piedad. Llegó al centro de la redacción y lo soltó, dándole un certero golpe de puño en la boca y rompiéndosela. El borracho, cayó sin tregua al suelo. Ante semejante escena, varios de los que estaban ahí, agarraron a Fede que parecía que se le iba a ir encima.

FEDERICO: ¡Déjenme en paz! (No lo soltaban) ¡Que me dejen! No pienso ensuciarme las manos con esta mierda. (Se le acerca a Bruno que lo miraba sin entender nada) Y tú, infeliz, te largas de mi vida y ni se te ocurra acercarte ni a un metro de MI HIJA, ¿lo oyes? Que alguien lo saque de aquí.

Volvió a su oficina, buscó sus cosas y se fue.

Diana iba de regreso a casa y llamaba a su novio para contarle todo, pero este no la atendía. Caro iba manejando.

CAROLINA: ¿No te atiende?
DIANA: No, debe estar ocupado.
CAROLINA: Seguro y con algo muy importante, porque de lo contrario, deja hablando solo a cualquiera y te toma la llamada.
DIANA: (Sonríe) Lo se…
CAROLINA: Me encanta verte así, Diddy…
DIANA: Y a mi me encanta estar así, Lina, Federico me cambió la vida.
CAROLINA: ¡Qué bueno, amiga! (Caro estaba al tanto de todo, Silvana tuvo la precaución de contarle la charla con Fede, mientras Diana estaba detenida) Se les nota el amor a los dos.
DIANA: Siiiiiiii… Y de verdad que ahora veo todo más claro, menos drástico, es increíble como el amor te modifica los esquemas.
CAROLINA: ¡El buen amor!
DIANA: ¡El buen amor!

Estella, Esteban y Flor, esperaban noticias de Ignacio, mientras Pedro, alejado lo suficiente como para no ser oído, hablaba por teléfono con Violeta.

PEDRO: Aún no saben si el amparo va a resultar, la cosa se ve fea.
VIOLETA: Dudo que tu suegro se quede ahí mucho más.
PEDRO: Yo pienso lo mismo, pero hay algo aquí que no me cuadra.
VIOLETA: ¿Qué?
PEDRO: Los gestos de Estella y Esteban, están preocupados en serio.
VIOLETA: Seguro que si, Pedro, este es un golpe que nadie se esperaba.
PEDRO: ¿Tú no te verás embarrada? Los materiales de la construcción eran tu responsabilidad.
VIOLETA: Lo se, pero no van a llegar a mi, no te preocupes.
PEDRO: ¿Por qué tan segura?
VIOLETA: Porque no van a construir, al menos no por ahora y eso me da tiempo de ver qué hago. Tú ocúpate de consolar a tu noviecita y a tu suegra, que yo se mi cuento. Esto puede darnos más de lo que creemos, hermanito…
PEDRO: ¿De qué hablas?
VIOLETA: Que si mis sospechas son ciertas, podemos agarrarlos de los cojones sin utilizar el chantaje de las fotos y eso, nos va a dejar como héroes a los dos…
PEDRO: ¡No te entiendo nada, pero me encanta escucharte tan segura de tus planes, así que, estoy puesto!
VIOLETA: ¡Me gusta que confíes en mí y vas a ver como todo sale redondito! Quizás ni tengas que casarte con la sosa de Florencia.
PEDRO: Mi matrimonio con Florencia no está en discusión.
VIOLETA: (Se sorprende) ¿Por?
PEDRO: Ya te explicaré cuando nos veamos.
VIOLETA: Perfecto. Entonces, mantenme al tanto de todo, ¿si?
PEDRO: Si, claro. Adiós. (Corta la llamada y vuelve con Flor, que lo abraza fuerte y él responde a la intensidad del abrazo)

Carmela salió de su casa y se sorprendió al encontrarse con Federico en la esquina. El gesto de su ex marido, le era desconocido, pero evidentemente estaba furioso.

CARMELA: ¿Qué tienes?
FEDERICO: (La agarró bruscamente del brazo y se la llevó unos pocos metros) Te voy a hacer una pregunta y espero la verdad, Carmela.
CARMELA: ¿Qué te pasa, loco de mierda? ¡Suéltame, me lastimas!
FEDERICO: (La suelta) ¿Yo te lastimo, hija de puta?
CARMELA: ¿Me explicas qué carajo te pasa, Federico?
FEDERICO: ¿Quién es el padre de Lola?
CARMELA: (Se queda petrificada) ¿De qué hablas?
FEDERICO: Bruno me dijo todo.
CARMELA: Federico, yo…
FEDERICO: (La toma de los dos brazos, estaba sacado) ¿QUIÉN ES EL PADRE DE LOLA?
CARMELA: (Comenzó a llorar) Perdóname…
FEDERICO: (También lloraba) ¿Es él, verdad?
CARMELA: (Asiente) Si, es hija de Bruno…
FEDERICO: (Se estaba conteniendo para no abofetearla) ¿Estás segura?
CARMELA: A él no se lo confirmé nunca, pero yo se que si.
FEDERICO: ¿No fue prematura?
CARMELA: No, Federico, te dije eso para que no sospecharas…
FEDERICO: ¿Por qué hiciste esto?
CARMELA: No quería un padre como Bruno para mi hija…
FEDERICO: (No dejaba de llorar) Eres la peor mierda que me he podido cruzar en el camino… Es su derecho, ella merecía la verdad y él también y yo, Carmela, yo no merecía esto… (Se enfurece) ¿Sabes lo que es Lola para mí?
CARMELA: Perdóname, Fede, por favor, hice lo que creí que era mejor para todos…
FEDERICO: ¿Mintiendo? (La vuelve a agarrar bruscamente de los brazos) ¿Quién te crees que eres, eh? (Llega Diego y los separa)
DIEGO: ¡Suéltala, Federico! ¿Estás loco?
FEDERICO: (Estaba devastado) Pregúntale a tu futura esposa si estoy loco o si se merece que le rompan el alma. Aunque no lo voy a hacer yo, no soy esa clase de hombre.
DIEGO: (Ver a Fede tan afectado y a su prometida tan desesperada, lo alarmó) ¿Es Lola? ¿Le pasó algo a la niña?
CARMELA: No, Diego, nada de eso…
FEDERICO: Al menos este hombre si la ama, pero tú, desgraciada…
DIEGO: ¡Ey, no le hables así!
CARMELA: Déjalo, Diego, tiene razón…
DIEGO: ¿Me dicen qué demonios está pasando?
FEDERICO: (Lloraba a mares, apenas si podía hablar y casi no podía respirar por la angustia) Pasa que resulta ser que Lola no es mi hija biológica, porque, escúchame, maldita, esa niña es y será siempre MI HIJA, ¿LO OYES? (Mira a Diego que estaba mudo) Ahí te dejo a tu mujercita, campeón…

Mientras tomaba un café con su amiga del alma, Diana finalmente recibió un mensaje de su novio, dicho mensaje rezaba: “Amor, necesito verte ya, ¿estás en tu casa? Si es así, pásame tu dirección o si no, dime dónde estás. ¡Es urgente!” La mujer respondió el texto y se quedó inquieta. La respuesta fue de Federico le indicaba que en una media hora estaría por allí.

CAROLINA: ¿Qué pasa? Te quedaste muda, Diddy.
DIANA: Es Fede, viene para acá.
CAROLINA: ¿Y por eso tu cara?
DIANA: (Le muestra el sms) ¿Qué piensas?
CAROLINA: Ni idea…

Finalmente, Ignacio salió de la delegación y ya estaba en su casa. Discutía con Esteban y Estella sobre las consecuencias de la cancelación del proyecto.

ESTELLA: Tenemos que hacer números, Ignacio, eso nos tomará algunos días.
ESTEBAN: Relájate, papá, saldremos de esta bien parados.
IGNACIO: ¡¡¡Ese maldito fiscal!!! Para mí, hay algo más detrás de esto…
ESTEBAN: ¿De qué hablas?
IGNACIO: Esto no fue casual, hijo, ¡por Dios! Esto fue premeditado, ¿no crees que es mucha casualidad que justo encontraran esas pruebas ahora?
ESTELLA: (Se da cuenta de lo que su marido quiere decir) ¡Claro! Sabían que si nos cancelaban a esta altura del partido, nos darían un golpe certero.
ESTEBAN: Según tú ¿quién está detrás de esto? ¿Echegaray?
IGNACIO: No, yo creo que Echegaray fue sólo una herramienta.
ESTELLA: ¿De quién sospechas, Ignacio?
IGNACIO: De la única persona que lleva años queriendo fregarnos la vida… Federico Quiroga, ¿quién más? Ese imbécil siempre nos ha querido boicotear, pero no se la va a acabar…
ESTELLA: No creo que el periodista tenga que ver con todo esto.
ESTEBAN: A mi no me extrañaría nada, mamá. Últimamente como que anda demasiado cerca de nosotros y ayer lo encontramos en la puerta de la empresa, puede que papá esté en lo cierto.
IGNACIO: ¡Claro que lo estoy! Ese tipo se ha puesto como objetivo jodernos…
ESTELLA: Pues si es así, vaya que se le cumplió, porque nos jodió y mucho… No va a ser fácil salir de esto.
IGNACIO: Pero vamos a salir y ese infeliz, se va a arrepentir de haber nacido.
ESTELLA: ¡Calma, por favor! Usemos la cabeza. Primero intentemos resolver esto y cuando ya estemos a salvo, haces lo que se te antoje con ese tipo. De un paso a la vez.
IGNACIO: Pero…
ESTELLA: Nada, Ignacio. Primero, lo primero, ¿si?
ESTEBAN: Mamá tiene razón. Salvemos nuestros cuellos y después, ¡lo reventamos, viejo!

Bruno aún estaba que se caía de borracho, en la oficina de Aldo. Le estaban haciendo tomar un café bien cargado, a ver si se reponía un poco, pero no había caso. El editor y jefe de La Gaceta del Halcón, decidió llevárselo a su casa, así de borracho y golpeado como estaba, no podría valerse por si mismo. Antes de salir, intentó por enésima vez hablar al celular de Federico, pero no lo consiguió, “el número al que intenta comunicarse se encuentra apagado o fuera del área de cobertura”, fue toda la respuesta que recibió…

Diana había subido a darse un baño y Lina y Martín, recientemente llegado a su casa, estaban conversando de lo exitoso del primer golpe. En eso, llaman a la puerta y Renato atiende.

RENATO: Buenas noches, señor, ¿qué desea?
FEDERICO: Buenas noches, estoy buscando a Diana.
RENATO: ¿A quién anuncio?
FEDERICO: Soy Federico Quiroga, su novio…
RENATO: (Los ojos se le abrieron de para en par, era la primera vez que un hombre llegaba a la casa y decía esa frase) ¿Perdón?
FEDERICO: (Se sonríe ante la incertidumbre del mayordomo) ¿Tú eres Renato, verdad? Diana me habló de ti y muy bien por cierto. Ella me está esperando.
CAROLINA: (Se acercó al escuchar la voz de Fede) Renato, el señor es quien dice ser, déjalo pasar, por favor. (Se impresionó por el aspecto del periodista, aunque no lo conocía en profundidad, era evidente que no estaba nada bien) Pasa, pasa…
FEDERICO: Gracias, Caro. Renato, es un placer conocerte… (El mayordomo saluda y se retira)
MARTÍN: (Al verlo tiene la misma sensación que Lina) ¿Estás bien?
FEDERICO: No, mi vida se fue a la mierda en dos segundos. (No pudo evitar que se le enrojecieran los ojos)
MARTÍN: (Parecía que Fede se iba a caer y lo agarra) ¿Qué pasó, cuñado?
CAROLINA: Ven, siéntate.
FEDERICO: Necesito ver a Diana.
MARTÍN: Siéntate, yo la busco. (El periodista toma asiento y Martín sube rápido a buscar a su hermana)
CAROLINA: ¿Quieres un te o algo?
FEDERICO: Un poco de agua, por favor.
CAROLINA: ¡Chuni!
CHUNI: (Justo estaba entrando) Si, niña, ¿qué necesita?
CAROLINA: Trae un poco de agua para el señor, por favor.
CHUNI: Si, en seguida… (Se retira)
CAROLINA: ¿Qué tienes, Fede? Te ves muy mal…

Diana apenas terminaba de bañarse cuando Martín llamó a su puerta.

DIANA: ¿Qué?
MARTÍN: ¿Se puede?
DIANA: Dame un segundo. (Se viste rápido) Si, pasa, Martín.
MARTÍN: Diddy, llegó Federico, pero no está nada bien.
DIANA: ¿Por?
MARTÍN: Algo le pasó, algo grave, se muy triste y…

Diana no esperó a que su hermano terminara de hablar y bajó de inmediato. Cuando llegó a la sala, Chuni le daba un poco de agua a Federico.

DIANA: ¿Fede?
FEDERICO: (Levantó la vista y se le llenaron los ojos de lágrimas) ¡Hola, hermosa! (Le hace un gesto a Chuni de agradecimiento)
DIANA: (Llegó con él y lo abrazó) ¿Qué te pasa, mi amor?
FEDERICO: (Lloraba, pero estaba tranquilo en brazos de su amada Julieta) Es algo difícil de decir…
MARTÍN: Nosotros los dejamos solos para que platiquen en paz. (Hubiera querido darle aliento a Federico, pero Diana no sabía del trato entre ellos, por lo que sólo le hizo un gesto de apoyo a espaldas de su hermana)
CAROLINA: Fede, lo que sea en que pueda ayudarte, cuenta conmigo… (Salen los dos)
DIANA: Ven, amor, vamos a mi cuarto y ahí hablamos tranquilos…

Diana besó la frente de Federico y despacio, subieron hasta la recámara de la mujer…

Doble VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora