Mad love » Harley & Joker

→Harlequin Jewel.

Luego de que Harley le haya dicho absurdos a sus planes, el Joker se enojó lo suficiente como para llevar su mano a su nariz y tirar de ella para que caminara hasta llegar a la salida, donde la empujó para que saliera, no sin antes dejarle en claro que no volviera a decirle absurdos a sus planes. Harley entendía que a él le interesaban mucho sus planes, pero no entendía por qué le importaba tanto la muerte de Batman. Ahora se encontraba caminando por las solitarias y frías calles de Ciudad Gótica, pensando en un millón de cosas. Miró que en uno de los callejones yacían dos cachorros al parecer dormidos. Sin dudarlo se acercó y se sentó a su lado, sin importarle lo frío que se encontraba el piso.

-¿Cuándo mi vida se volvió un maldito cómic? -susurró pasando una de sus manos por la piel del cachorro a su lado. Éste abrió un ojo y la miró. Ella sonrió.

Entonces una patrulla de policías pasó prácticamente volando por la calle, ocasionando que un charco de agua que se encontraba en el piso mojara a Harley. Y su sonrisa desapareció por completo. Hasta que recordó todas las veces que había manejado con esa misma velocidad junto a su puddin. Y recordó la vez que escaparon juntos, la gran sonrisa del Joker en aquel momento. Quería verla todos los días de su vida, y ahora no podía gracias a... Batman. Todo es culpa de ese estúpido murciélago, pensó Harley.

Y entonces fue como si un foco de luz se encendiera en la cabeza de Harley, ella quería demostrarle al Joker que podía hacer cosas mejores que las que había hecho hoy. Así que se levantó decidida a ir al museo de Ciudad Gótica, a robar la joya de Arlequín. Fue caminando de zancada en zancada hasta el museo, no estaba muy lejos del callejón, por lo que llegó fácilmente. Cuando llegó, se escurrió un poco el vestido para no dejar rastros de su presencia y fue hasta la puerta trasera del museo. Por ser altas horas de la noche, se encontraba cerrado todo el museo, el único que se encontraba dentro era el conserje de limpieza. Lo cual le dio una idea a Harley.

-¡Ayuda, por favor! -gritó Harley tratando de sonar como una señora mayor, ya que su voz era bastante aguda.

No tardaron ni minutos cuando el conserje salió por la puerta mirando hacia todas partes, entonces fue cuando Harley aprovechó y entró por la puerta trasera rápidamente. Pan comido, pensó. Miró atentamente tratando de calcular sus pasos para que las cámaras no la capturaran. Caminó por un largo pasillo, hasta llegar a un salón que poseía un mapa del museo. Una vez ubicado el lugar de la joya, salió corriendo hasta allá rápidamente. El conserje escuchó un ruido y al ver en la cámara de seguridad alguien que corría, llamó a los policías. Pero a Harley no le importó escuchar la sirena de los policías pues ya tenía la joya entre sus manos.