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Atsushi

-Quiero aplastarlo, Aka-chin.

Estábamos en la sala de Kuro-chin Akashi, Aomine, Kise y yo. Eran las dos de la mañana. Midorima y Kazumi se habían llevado a Kuro-chin en el auto de Mido-chin. Yo nunca había visto a Kuroko en ese estado. Perecía tan vulnerable, mientras Kazumi la guiaba al coche.

-Calma Atsushi -Akashi ordenó. Él parecía calmado, sin embargo, apretaba sus tijeras con tal fuerza que sus nudillos habían palidecido-. Por hoy, sólo hemos venido por Tetsuna. Su padre no tiene problema con ello ¿Verdad? -y, los ojos de Aka-chin llamearon mientras se acercaba al padre de Tetsuna.

-No, no, sin problema, sin... -el hombre estiro el cuello de su camisa al tiempo que tragaba en seco. Supongo que podía sentir las ganas de asesinarlo que emanaban de nosotros cuatro, aunado al conocimiento de a qué familia pertenecía el pelirrojo que tenía enfrente. 

Luego de eso, nosotros salimos de aquella casa y fuimos a donde Akashi. Cuando llegamos, Kuro-chin estaba en el sofá. Su cabello estaba mojado y vestía una playera de rayas que le iba enorme.

Todos la miramos sin saber que hacer. Ella desvió la vista como si estuviera avergonzada por algo. Mi corazón se encogió. 

-Kuro-chin -la llamé, mientras me acercaba para sentarme a su lado- ¿Quieres unas papitas con extra queso? Son de edición limitada -dije, yo solo quería que sonriera, que quitara esa cara de haber hecho algo malo. 

Kuro-chin no había hecho algo malo. Kuro-chin era buena, un poco fría también, dulce... igual a un licuado de vainilla. 

Ante la oferta, Tetsuna me me miró. Sus ojos llenándose de lágrimas por alguna razón al ver mi expresión, mientras asentía con la cabeza. Ella trató de sonreír, sin éxito. 

-Gracias, Murasakibara-kun -y, su voz pequeñita era apenas un murmullo. 

Por su parte, Kise nos miró. Sus ojos se llenaron de lágrimas sin que pudiera contenerlas. Él corrió a la cocina antes de que pudiéramos ver como se derramaban por sus mejillas.

Aomine lo dejó ser, preocupado. Luego, él miró al suelo y a Kuro-chin alternativamente.

-Me alegra que estés aquí, Tetsu -le prometió.

Kuro-chin asintió y una lágrima surco su mejilla. Kazumi acarició su espalda.

-Estamos contigo, Su-chan.

De nuevo, Kuro-chin asintió, apoyando la cabeza en el hombro de Kazumi. Las marcas en su cuello eran rojizas, algunas moradas. Yo no sabía qué más hacer. 

Sentándome a su lado, recargué la cabeza en un costado de Tetsuna. Mis cabellos rozaron su piel, haciendo que saliera de sí una pequeña risita. 

-¿Qué haces Murasakibara-kun? -preguntó, confundida.

Yo miré sus manos pálidas, su piel de vainilla. 

-Aprovecho tu genética.

Una Muñeca Entre Los Milagros || Kuroko No Básquet FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora