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Kazumi

La primera vez que vi a Tetsuna, creo que fue en la Iglesia. Tendríamos como trece años más o menos, y asistíamos a un curso para señoritas que impartía una vieja cuarentona.

Recuerdo que le hablé porque se sentó a un lado mío y yo no tenía ganas de poner atención a la clase.
Y, mira, la cosa con respecto a Tetsuna era que, si la conocías de diez a quince minutos, entonces lo único que sabrías de la chica es que es fría como el hielo, sin embargo, si eras paciente y te acercabas de poco a poco cada domingo, sin tomarte personal la forma tan franca en que hablaba, encontrarías a una de las personas más encantadoras y divertidas sobre el planeta tierra.

Yo fui paciente. Y, cada domingo, hacía un esfuerzo porque nuestras conversaciones no se fueran al caño con dos palabras suyas.

Lentamente, Su-chan se fue abriendo a mí, hicimos pijamadas en mi casa, hablamos de libros, de series, de nuestros personajes favoritos y lo que pasábamos en nuestras respectivas escuelas, hasta que, un día... ella me contó lo de su padre. 

Yo me sentí tan indignada, mi corazón doliendo tan duro, suplicándome el ir y romperle la cara a esa persona que se había atrevido a lastimarme. Sí, lastimarme. Porque lo que le hacían a Tetsuna me lo hacían a mi.

Sin embargo, cuando le expresé esto a Su-chan, ella se quedó lívida como la cera, sus ojos se llenaron de miedo y me rogó casi de rodillas que no dijera nada. Dijo que no era tan malo, dijo que no valía la pena lastimar a su familia por esto. Dijo que ella estaba bien,  pero no lo estaba porque ¿Cómo podría estarlo? Sin embargo. 

"Por favor, Kazumi... solo necesito poderlo hablar con alguien, solo... solo te lo dije porque quería que alguien supiera, no..." y las palabras se perdieron en los labios perla de su amiga. 

Mi pecho se constriñó. Yo no sabía qué hacer. Por un lado, quería justicia, pero, por el otro... ¿Cómo iba a traiciona a Su-chan?

Al final, yo -estúpidamente- decidí que no podía, así que hice caso a Tetsuna y me limité a callarme y consolarla, darle ánimos cuando sabía que su mundo se estaba partiendo en pedazos y mirar su propio cuerpo no era una opción. 

-Kazumi-kun -de nuevo en el presente, ella me llamó desde la cama de Sei-chan. 

-¿Qué pasa Su-chan? ¿Te duele algo? -pregunté despacio, sin soltar su mano de entre la mía. No había dormido en toda la noche por estar con ella a un lado de la cama.

-¿Puedes acostarte conmigo? -me pidió. Luego, hizo una pausa-. Me da miedo estar sola.

Y, aunque aquello me había destrozado a niveles ni siquiera yo comprendía, mi reacción fue alegre solo para ella. Solo para mi Tetsuna. 

-¡Pero que preguntas!- exclamé, haciendo ademán de arrojarme a la cama, aunque en realidad me acosté con cuidado a un lado de ella, cubriéndonos a ambas con el edredón. 

-Gracias, Kazumi-kun -susurró, acurrucándose en mi costado con sus ojos cerrados ya. 

Yo la apreté. 

-No, Su-chan. Gracias a ti por ser mi amiga.

Una Muñeca Entre Los Milagros || Kuroko No Básquet FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora