The Host

1K 27 0
                                    

--/09/2007

El cielo estaba algo gris, algo que era común aun en las mañanas de otoño. La brisa fría agitaba las hojas de los árboles arrancándolas con facilidad y esparciéndolas por el pavimento, unos gritos se escucharon por el patio de recreo captando la atención de algunos maestros. El chico pelirrojo se tambaleó hasta caer de espaldas, un pequeño hilo de sangre se escurrió por su barbilla, el golpe lo había aturdido un poco. Levantó la vista con los ojos suplicantes por ayuda pero sólo pudo observar al castaño que se le abalanzaba como una fiera. Sus ojos se abrieron como platos pero no tuvo tiempo para reaccionar, se cubrió el rostro chillando e intentando protegerse de los golpes.

Los gritos de una profesora le ordenaron al chico de los ojos grises que se detuviera, pero este parecía estar cegado por la ira ignorando por completo las advertencias, unas manos lo tomaron por los hombros obligándolo a soltar al pelirrojo.

Al cabo de un rato, Tom se encontraba sentado afuera de la oficina del director. Se miró los brazos, estaban un poco rasguñados, le dolían un poco los nudillos y los moretones comenzaban a hacerse más notables. La puerta que se encontraba detrás se abrió de par en par, un hombre de mediana edad salió con cara de pocos amigos y clavo los ojos en el castaño. Abrió la boca como si fuese a hablar pero la cerró de inmediato al ver a la mujer que se acercaba por el pasillo.

—Señora Heller, la estaba esperando —dijo el hombre—. Asumo ya le informaron sobre el problema que se ha presentado hoy a la hora del receso. —La mujer miró a su hijo, el cual desvió la mirada. Ella se inclinó a su altura y observó los moretones, le acarició la mejilla con dulzura, pero el niño solo apartó el rostro y apretó los dientes intentando contener la ira—. Por favor, pase —indicó el hombre señalando a la oficina, dentro se encontraba el pelirrojo con sus padres.

La mujer tragó saliva. "Aquí vamos de nuevo".

Ella se deslizó en el asiento del conductor mientras esas palabras le rondaban la cabeza "Una semana de suspensión". Miró al muchacho por el espejo retrovisor. Tom permanecía cabizbajo en el asiento trasero mirándose los moretones de los brazos. Ella suspiró, no era la primera vez que sucedía y aunque intentaba no acostumbrarse, no podía negar que se había vuelto algo monótono.

—Tomas, ¿por qué sigues haciendo esto? —habló la mujer—. Sabes que no puedo venir todos los días a la escuela. Esto esta interfiriendo con mi empleo, además hoy tienes cita con la psiquiatra y no podemos llegar tarde.

Un par de horas más tarde se encontraban en dicha consulta, la mujer de bata blanca no dejaba de hacer apuntes en la tablilla que tenía en la mano, el ruido de la lapicera golpeando el papel era lo único que se escuchaba en la habitación y para el pequeño de 7 años resultaba extrañamente insoportable.

Desde que tenía memoria había estado acudiendo periódicamente a consultas con esa mujer. Siempre era igual: las mismas preguntas estúpidas y, como era de esperarse, las equivalentes respuestas. La mujer se giró y salió un momento del despacho para luego regresar con su madre, con una sonrisa les indicó que se sentaran frente al escritorio de madera, él obedeció de mala gana

—El tratamiento no parece estar dando el resultado esperado... Quizás con unas sesiones extra logremos un avance —dijo la mujer revisando el expediente, pero no era algo novedoso, nunca parecía haber el mínimo indicio de progreso.

A los cuatro años los padres de Tomas habían comenzado a notar un comportamiento extraño en su hijo y no fue hasta un año más tarde que le diagnosticaron el "síndrome de Asperger". Aunque dicho trastorno no implicaba algo relativamente grave o peligroso, los señores Heller no habían perdido el tiempo e iniciaron múltiples consultas con psiquiatras y psicólogos. A pesar de que los médicos advertían que para este síndrome no existía una cura, ellos seguían cegados por la esperanza de curar a su hijo, pero tantas consultas y tratamientos no habían rendido frutos, incluso su problema parecía hacerse mayor. La discapacidad del niño solo había sido el inicio de otros trastornos neurológicos como la "Alexitimia", por lo que era aun mas difícil llevar una terapia adecuada.

Creepypastas (Personajes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora