011.

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Me veo al espejo y suspiro, tomo mi colonia y la hecho en la parte de mi cuello. Hago una mueca y acomodo la chaqueta de cuero que tengo puesta, abro la puerta del baño y tomo el bolso color azul obscuro para poder ir al instituto como la rutina que me hartaba seguir desde que mis abuelos murieron. Escucho varias risas que provienen de la parte de abajo de casa, no presto atención y bajo las gradas con rápidez para poder ir directo hacia mi motocicleta, tomo las llaves y prácticamente salgo huyendo de la casa.

Vuelvo a suspirar cuando entro al parqueo del Instituto, a veces me pregunto seguido si las personas tienen una vida a la cual tienen que seguir, ya que lo único que puedo ver es a estas personas viendo o siguiendo todos estos movimientos que hago hasta entrar al edificio fastidioso donde se dan clases particulares, o bueno particularmente fastidiosas.

Vuelvo a girar los ojos. Creo que hoy no estoy de humor. Camino hasta mi casillero y coloco la contraseña cuando veo a Finnegan caminar hacia a mí.

—¿Qué pasa Finn?—le regalo una linda sonrisa y él solo o por lo menos hace el intento fallido de una sonrisa—¿Pasa algo Finnegan?—pregunto con el entrecejo fruncido.

—Tengo que hablar contigo ____—me dice y comienzo a preocuparme, Finn suspira y cierra los ojos fuertemente—tengo este problema... En el cual, estoy... Umh completamente hundido—me dice nervioso ya que puedo notar ese distintivo tono de voz que ha adaptado para esas ocasiones, vuelve a suspirar y deja ese silencio por más de cinco segundos—soy adicto a la cocaína—suelta y yo parpadeo varias veces seguidas tratando de comprender la situación.

—¿Qué?—apenas y puedo escuchar el escandalo en el que la gente del Instituto transcita—¿Esto es alguna clase de broma de mal gusto?—le pregunto pero puedo ver que en su rostro no hay ninguna sola pizca de diversión ¿Qué hice mal? Me pregunto internamente ya que no sé que hice mal siendo su amiga—¿Por qué?—le pregunto cuando lo he abrazado, sé que tal vez yo no sea la persona indicada para reclamarle el por qué ha hecho esas cosas, porque aunque muchas veces he necesitado un cigarro me he controlado y he tratado de no fumar todos los días, pero a veces la tentación me atrapa y lo hago. No puedo comparar eso, su adicción con un impulso de nervios míos—prometeme que no harás eso de nuevo, por favor—le ruego, ya que no quiero perderlo. No a él.

—Lo prometo—él se separa de mí, regalandome una sonrisa, pero siento algo en mi que no es una de sus sonrisa sinceras, lo vuelvo a abrazar y es la primera vez que siento que me abraza con más cariño de lo normal, me separo y él deja un beso en mi frente—te quiero demasiado ____, eres la única familia que tengo por eso te quiero, no lo olvides—desacomoda mi cabello y se aleja en dirección a la parte de atrás del instituto, yo frunzo el ceño. Si no lo conociera también juraría que lo que acaba de hacer era una despedida. Alejo el absurdo pensamiento ya que es Finn y es imposible que haga eso.

Me encojo de hombros por lo que acaba de pasar y camino en dirección hacia la aburrida clase de historia como todos los miércoles,camino sin ninguna preocupación ya que siempre me gustaba llegar tarde a la clase de historia y escuchar como la profesora con voz de ardilla chillaba por la llegada tardía de alumnos, se duraba más o menos una lección hablando mierdas sobre alumnos impuntuales y lo que es la imagen que da una persona al llegar a tiempo. ¡Bah! Cosas sin importancia. Cuando voy casi a dos metros de llegar a mi clase, puedo escuchar la tremenda voz aguda y chillona de la profesora, doy dos toques cuando llego a la puerta y lentamente abro la puerta para poder entrar.

El rostro de la señora chillona hace que sonría con carisma, doy una reverencia juguetona y camino con paso seguro hacia mi asiento, el cual es al lado de Lauren. Ella me ve un poco apenada y yo le sonrío mientras que la profesora empieza a dar su sermón de todos los días.

Adore. (Ariana Grande y tú) G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora