Chapter Twenty-nine

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—¿Cómo te ha estado yendo en la escuela, cariño?—pregunto mi padre comiendo algo de su cena.

—Esta yendo bien, todo esta bien—sonreí ampliamente; me agrada que mi padre se encuentre aquí.

—Qué bueno. Ya debemos estar pensando en cual universidad quieres estar—sugirió.

Aun falta un año.

—Si, entiendo.—le di un trago a mí bebida—Igual no pienso salir de Londres—dije segura.

Y es verdad, amo Londres.
No podría abandonar este lugar, toda mi vida esta aquí.

—Aun así es también un tanto complicado entrar en algunas universidades aquí —hizo un ademán—Debes buscar opciones fuera, no sólo en Londres hay buenas universidades.

—Si entiendo—masculle—Algo similar está pasando Lulú.

—¿Se irá de Londres?—preguntó mi madre, limpiando rastros de comida en su boca con una servilleta.

—No—negué con la cabeza—Es su novio—comí algo de mi cena.

—Oh, es un tanto difícil mantener una relación a distancia.—contesto mi madre segura.

—Igual, no sera el único chico que conocerá—prosiguió mi padre.

Son tan comprensibles.

—Si, se lo he dicho. Y bueno ahora él sólo ira a hacer un examen de admisión.

—Bueno, ya veremos qué sucede—me dio una sonrisa agradable.

—Hablando de chicos...—me observo mi madre con una sonrisa.

—¿Qué?—pregunte confundida.

—¿Qué está pasando con el chico rubio?—me miro entrecerrando los ojos, sonriendo pícaramente.

Casi me ahogo con mi cena.

Le di otro sorbo a mi bebida y me aclare la garganta—Pues...ya sabes—vacile.

—¿Cuál chico rubio?—preguntó mi padre.

Diablos.

Igual se iba a enterar.

—Es un amigo de Lulú.

—Bien, pues antes de que intente algo debe venir para que lo conozca.

—Seguro—alce ambas cejas y sonreí—¿Cuánto tiempo te quedaras?

—Muchos días, así que ve pensando que día lo traerás.

—Gracias mamá—dije sarcástica.

—Cariño, igual se iba a enterar.—comió su ultimo bocado.

—Lo sé, sólo... —alce los hombros—No importa, lo traeré.

—Espero no sea un chico como los de estos tiempo, con percings, tatuajes y esas cosas—advirtió—Porque creo que tengo una escopeta ahí escondida.

Reímos.

Obviamente él estaba bromeando.

—Oh, claro que no es así.

—Si, no lo es—afirmo mi madre.

—¿Tú cómo sabes?

—Bueno...—encogió los hombros—Alguien estuvo espiando por la ventana el día que te trajo a casa.—rió y entrecerre los ojos.

—No me sorprende.

—¡Guau! Creo que pensaré dos veces antes de irme de viaje de negocios porque tú creces muy rápido.—dijo mi padre.

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