-Sí, sí, un gran partido – decía Scorpius -. Pero para superar a Slytherin tendríais que ganar todos los partidos que quedan.
Rose y él estaban sentados en los escalones de la lechucería, como habían acordado en el almuerzo. Las lechuzas ululaban nerviosas por alguna razón, y algunas volaban como locas por encima de la torre.
-Es que vamos a ganar todos los partidos que quedan – repuso Rose con absoluta seguridad -. Que no te quepa la menor duda.
Aún con el frío glaciar, la victoria había sido aplastante. Eso sí, Rose calculaba que no pararía de estornudar en lo que le quedaba de vida.
-Difiero – discutió Scorpius -. No se puede ganar con una guardiana tan lenta.
- ¿Perdona? – exclamó Rose sonriendo. Su estancia en La Madriguera había hecho a Scorpius menos frío. A veces, incluso bromeaba.
- Sí, esa chica pelirroja – siguió burlándose -. Esa que no para ni un tiro. Parece que va con una escoba de plomo.
En un ágil movimiento, Rose empujó a Scorpius hacia detrás, haciendo que su espalda chocase con el suelo recubierto de paja. Ella, giró rápidamente, quedando encima del chico, y dejándole totalmente inmovilizado.
-¿Quién es el lento ahora? – le dijo a escasos centímetros de su rostro, antes de besarle.
- Yo, probablemente. – Se encogió de hombros -. Pero aún así salgo ganando.
El segundo beso se vio interrumpido por una lechuza negra volando a toda velocidad sobre sus cabezas. Rose perdió el equilibrio y cayó un par de escalones.
-¿Qué demonios... - musitó, con una mano en la parte de la cabeza que se había golpeado en el entrenamiento.
- ¿Qué les pasa hoy? – murmuró Scorpius -. Parecen... inquietas.
Se quedaron observando a los animales, que parecían todos al borde de un ataque de nervios.
-Espero que nadie... - Scorpius se quedó callado de repente, con los ojos entrecerrados -. ¿Has oído eso?
Rose aguzó el oído, y entonces pudo escuchar algo. Era como... como un montón de caballos. ¿Caballos en Hogwarts? Sólo habían oído ese ruido una vez, y había sido cuando los pegasos habían aterrizado en los jardines, en una visita de Beauxbatoms. Ambos se levantaron y atravesaron la lechucería como pudieron, tratando de no ser asesinados por algún pájaro loco. Se asomaron a la ventana y tuvieron que contener la respiración. Eran centauros, decenas de ellos. Todos galopaban hacia el exterior del Bosque Prohibido.
Rose y Scorpius bajaron rápidamente las escaleras. ¿Dónde iban? Los centauros eran los centinelas del bosque. Ellos se encargaban de que nada malo saliese por el lado equivocado. Si se iban, cualquier cosa podría llegar al castillo.
-¡Esperad! – le gritó Scorpius a un miembro rezagado de la manada. Tenía el pelaje marrón oscuro, y su larga perilla estaba recogida con varios aros de metal. Tras la Guerra, los centauros habían exigido que se les tratase con el debido respeto, y por ello, había que hablarles como si fueran reyes y príncipes, pidiendo además el título de señores de las estrellas. Aunque pareciera exagerado, no respondían si se les hablaban de otro modo.
- ¿Quiénes sois vosotros, jóvenes mago? – le dijo el centauro parándose en seco.
- Scorpius Malfoy, señor de las estrellas – respondió, sabiéndose perfectamente el protocolo -. Y ella Rose Weasley. ¿Cuál es vuestro nombre?
- Firenze.
- ¿Os marcháis de bosque? – preguntó Rose alarmada. Firenze asintió.
- Las estrellan han hablado, Rose Weasley – le explicó, mirando al cielo -. Se acercan peligros, y la manada debe marcharse.
- ¿Peligros? ¿Qué peligros?
- Los mismos que siempre han acechado la escuela.
- Pero los señores de las estrellas os marcháis – comenzó Scorpius -, no quedará nadie que defienda las fronteras del Bosque.
Firenze frunció el ceño contrariado.
-Estamos hartos de librar las guerras de los humanos – gruñó.
- ¡No lo hacíais porque sí! – exclamó Rose. Firenze estaba empezando a enfadarse por el tono utilizado, Scorpius se dio cuenta de ello y le puso una mano en el hombro a Rose, como pidiéndole que se calmase -. Se os ofreció una alianza. Los cen... los señores de las estrellas guardarían Hogwarts a cambio de protección.
- Hicimos una alianza, Rose Weasley, eso es cierto – dijo Firenze con voz firme -. Tu abuelo estaba allí, y creo que los términos estaban claros. La Orden del Fénix nos propiciaría inmunidad mágica y protección, y nosotros defenderíamos a sus hijos. – Sus ojos negros se clavaron en los de Rose -. Pero la Orden del Fénix desapareció. Ahora, las fuerzas oscuras están renaciendo, y no hay luz ni fuego para detenerlas.
Otro centauro llegó al trote junto a ellos.
-¿Algún problema, Firenze? – le preguntó a su camarada, obviando a los dos chicos.
- Ninguno Bane.
- Vamos, no hay que rezagarse.
Ambos echaron a correr para reunirse con su manada.
-Serán... - gruñó Rose, y se arrepintió de todas las veces que ayudó a su madre en las campañas por los derechos de los centauros.
- Están dejando la escuela expuesta – musitó Scorpius. Le dio una patada a un guijarro -. Aunque llevan razón. Las tinieblas resurgen y nadie está haciendo nada.
Rose supo que estaba pensando en sus padres, en cómo Draco y Astoria Malfoy estaban amenazados por los mortífagos. Entonces, a Rose se le ocurrió una idea. La idea más loca y peligrosa que había tenido nunca. Pero eran esas las mejores ideas, precisamente las más locas y peligrosas.
-Esto ya ha pasado – dijo, y Scorpius la miró con las cejas alzadas.
- ¿Qué los centauros se hayan vuelto locos? Sí, continuamente. ¿No has leído Historia de la Magia?
-¡No me refiero a eso! – exclamó -. Lo que ya ha pasado, es que un grupo de alumnos, que sabían cosas que el Ministerio no, se han rebelado contras las fuerzas oscuras.
- ¿Te refieres al Ejército de Dumbledore?
-¡Me refiero exactamente al Ejército de Dumbledore! – gritó, extasiada por su loca y peligrosa idea -. Hay que hacer lo que ellos hicieron hace veinticinco años.
- ¿Quieres volver a unir al Ejército de Dumbledore? – preguntó Scorpius, con cara de no estar entendiendo absolutamente nada.
- No. Su historia fue tan corta como célebre – dijo -. No nos interesa el Ejército de Dumbledore. No nos interesa dar clases clandestinas de Defensa Contra las Artes Oscuras.
- ¿Entonces?
Por un momento, la sonrisa de Rose se pareció a la de James y Lily.
-Vamos a refundar la Orden del Fénix.
Hola, Orden del Fénix!
Siempre me he imaginado a Rose con el mismo espíritu emprendedor que Hermione, ¿y vosotros?Y recordad: nunca le hagáis cosquillas a un dragón dormido ;)
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Te Odio, Rose Weasley
FanfictionLa primera parte de esta historia se encuentra en mi perfil (Te Odio, Scorpius Malfoy).