#Capítulo 7. Agentes secretos Weasley y Weasley

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Cualquiera que hubiera subido las escaleras de la Torre de Gryffindor en aquel momento, se hubiese parado, al menos un segundo, a observar a dos chicos pelirrojos con las orejas pegadas a la puerta de la habitación de prefectos. Fred y Hugo Weasley estaban terriblemente contrariados ante aquella situación. Un rato antes, Rose había entrado a la Sala Común como una exhalación, acompañada de Scorpius (aunque la entrada del Slytherin había provocado algunas miradas hostiles), y había advertido a Frank, James, Lily y Albus, de que subieran a la habitación de éste último, que era la única en la que podían entrar todos y tener algo de intimidad.

Fred y Hugo, dispuestos a acompañarlos, habían recibido una negativa por parte de James, que argumentaba que eran demasiado pequeños para esos asuntos. Pero, ¿qué asuntos? Fred era el que estaba más cabreado. ¿Cómo que muy pequeño? Hugo estaba en tercero, pero él ya cursaba su cuarto año, el mismo de Lily, y a ella la habían dejado pasar.

-¿Oyes algo? – preguntó Hugo.

- No.

- Esto es marginación familiar – se quejó el más pequeño -. Mi propia hermana me ha traicionado.

Unos instantes después, Lucy, que estaba sentada frente a la chimenea leyendo, decidió irse a la cama, pero en el camino se cruzó con sus primos en actitud de espías muggles.

-¿Qué estáis haciendo? – les preguntó.

Hugo le hizo un gesto para que bajara la voz.

-James, Lily, Albus y Rose están ahí dentro – le explicó Fred -. Con Longtorpe y Malfoy.

Lucy frunció el ceño.

-¿Y?

- ¿No han estado raros últimamente? – le sugirió Hugo, haciendo referencia a todas las veces que hablaban entre susurros en La Madriguera, y se callaban cuando alguien se acercaba.

Ella recordó ese viaje en taxi a su casa de Londres, y cómo no le habían querido explicar el motivo de su excursión. Pero desde luego, no había sido para hacer los deberes de Historia de la Magia.

-Bueno, ahora que lo dices...

- ¿Qué hacéis despiertos a estas horas? – la interrumpió una voz a su espalda. Molly estaba tras ellos, en pijama y con cara que no sabían si era por el sueño, o por las ganas de asesinarlos brutalmente -. Es más de medianoche. – Miró a su hermana -. Lucy, mañana tienes examen de Pociones, deberías descansar.

Un momento después, fue Roxanne la que subió por las escaleras.

-¿Qué pasa? – preguntó la más pequeña de la familia reprimiendo un bostezo. Tenía un libro de pociones en las manos. Al parecer, Lucy no era la única que tenía examen.

- La que faltaba... – bufó Fred. Roxanne se cruzó de brazos ante las palabras de su hermano, terriblemente ofendida.

- ¡Eres idiota, Fred! – exclamó.

- Shhh – suplicó Molly -. Algunos duermen, que es lo que deberíamos estar haciendo nosotros.

- Pues vete tú a la cama – replicó Lucy, que también quería descubrir lo que sus primos se traían entre manos.

- Lucy se está rebelando – se burló Fred.

- Chicos... - comenzó Hugo.

- ¡Yo no estoy haciendo nada!

- ¿Podéis bajar la voz, maldita sea?

- Cállate tú.

- Chicos... - Hugo volvió a intentar llamar la atención de sus primos.

- Soy la mayor.

- La edad es inversamente proporcional a la inteligencia.

- ¡¿Queréis callaros?! – gritó Hugo haciendo que todos sus primos guardaran silencio -. Creo que escucho algo. – Pegó tanto la cabeza a la puerta que pareció que iba a hacerle un agujero -. Parecen pasos. – Se separó rápidamente -. Oh no. Vienen hacia aquí.

- ¡Corred, corred, corred! – exclamó Fred, haciendo señales para que todos huyeran a la Sala Común. Se refugiaron tras el gran sofá que había frente a la chimenea, y sacaron la cabeza por el respaldo.

La puerta se abrió, y James, Frank, Lily, Scorpius y Rose salieron de la habitación. Aguzaron el oído, pero no pudieron escuchar lo que hablaron en el umbral de la puerta. Intercambiaron unas cuantas palabras, y los dos chicos Gryffindor subieron las escaleras a sus respectivas habitaciones. Rose y Scorpius caminaron hacia el retrato de la Señora Gorda, y ellos fueron rodeando el sofá, quedando siempre en el lado opuesto al que se encontraban los chicos.

-Bueno, nos vemos mañana – murmuró Rose tratando de no hacer ruido. Aunque cansada, parecía terriblemente entusiasmada por alguna razón.

- En el campo de Quidditch, ¿no? – preguntó Scorpius.

Rose asintió. "¿Qué raro?", pensó Fred. "Mañana no hay partido. Ni entrenamiento. Bah, seguro que van allí a enrollarse".

-Trae a Terry, si quieres – le sugirió ella.

"¿Qué?". Fred no sabía quién sería ese Terry, pero desde luego, los propósitos de su prima no eran los que había pensado en un primer momento.

-Sí, lo haré.

- Creo que a Lily le hará especial ilusión – rió ella.

- Deberías haberlos visto esta tarde, en el partido – le contó -. No pararon de hablar ni un segundo.

- Lo sé – dijo Rose -. Me lo ha estado contando con todo detalle durante tres horas.

Ambos rieron, y con especial repulsión, Fred observó cómo Scorpius cogía la mano de su prima, y se despedía de ella con un beso.

Hugo fingió (aunque no tanto) una arcada, y se sentó con la espalda pegada al sofá, negándose a ver cómo su hermana se morreaba con Scorpius Malfoy. Cuando Rose subió su habitación, los chicos salieron de su escondite secreto.

-Esto sí que es raro – murmuró Roxanne.

- ¿Qué estarán tramando? – dijo Lucy.

- Lo que sea, si es como lo que acaba de pasar, no quiero verlo – gruñó Hugo, con las orejas del mismo color que su pelo o el escudo de su túnica.

- ¡Seréis niños! – exclamó Molly -. ¿No habéis pensado en que Rose y Scorpius se pasan el día juntos? ¡No tienen telepatía! En algún momento tendrán que quedar.

- Sí, claro – dijo Fred no muy convencido -. ¿Y qué hay de ese Terry?

Molly se encogió de hombros.

-Tal vez hayan quedado en grupo.

Un murmullo de discordancia recorrió a los otros cuatro.

-¿Y por qué James iba a quedar con ellos – preguntó Lucy, planteando la pregunta que todos estaban pensando -, y no con sus amigos de séptimo?

Todos se quedaron mirando a Molly, que parecía haberse quedado sin argumentos. Dicen que el conocer mucho a una persona te hace poder saber lo que piensa casi todo el tiempo. Eso fue lo que le pasó en ese momento con sus primos y su hermana.

-No – negó rotundamente -. Sé lo que estáis pensando y la respuesta es no.

- No necesitamos tu aprobación.

- Pero sí mi silencio – les chantajeó -. Puedo contárselo a Rose ahora mismo. O peor, a Lily, ¿Sabéis lo que os hará Lily si le digo que planeáis espiarla?

Hugo y Fred se miraron, porque sabían que Molly tenía razón. La última vez que habían hecho algo que perjudicase a Lily, y ella se había enterado, toda la familia había acabado en San Mungo.

-¡Maldita sea, Molly! ¿Por qué no te pusieron en Slytherin?


Te Odio, Rose WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora