- ¿Puedo volver a pedírtelo?
Scorpius se sentó al borde de la cama, mirándola mientras guardaba unos libros en su baúl.
- No voy a quedarme.
Rose apretó los puños. ¿No era suficiente con Lily, Albus y James? ¿También tenía que ponerse él en peligro?
- ¿Por qué, Scorpius? - exclamó -. Todo esto, es por mí.
- ¿Por ti?
- ¡Por mi maldito apellido! Weasley, Potter, Lupin... mi familia es una red atrapa mortífagos, Scorpius. No quiero que eso te perjudique.
Él se levantó, y agarró las manos de ella entre las suyas. Nunca la había visto tan nerviosa, ni sus ojos azules, aquellos ojos que parecían contener todas las claves de su felicidad, tan inquietos. Rose ni siquiera lo miraba.
- Mírame. Rose, mírame .- Y lo hizo, y un brillo diferente los cubría aquella vez -. Vamos, no llores. Escúchame, estamos juntos en esto, ¿de acuerdo? Ya te lo dije ayer: te seguiré a donde vayas.
- Ojalá fuéramos muggles - dijo ella entonces. Si Rose Weasley, la mejor bruja de su generación, decía aquello, tenía que estar muy rota por dentro -. Sería todo más fácil.
- Sí - asumió él, pero pareció pensárselo -. Bueno, no. No tienen Quidditch.
Rose rio débilmente, y se echó a sus brazos, tan familiares, tan cálidos. Fue entonces cuando Scorpius se prometió a sí mismo que mataría a cualquier persona que osara acercarse a ella al día siguiente. Y si aquello le costaba la vida, bueno, al menos...
- Rose - murmuró él, entre su pelo rojo.
- Scorpius - contestó ella, haciendo la misma broma de siempre. Pero Scorpius Malfoy hablaba muy en serio cuando dijo:
- Cásate conmigo.
Rose le miró fijamente, pensando en que las últimas palabras de Scorpius habían sido producto de su imaginación. Pero sus ojos de color acero no dejaban lugar a dudad. ¿Qué demonios...?
- ¿Qué...?
Scorpius la besó, con tanta delicadeza como si fuera a romperse en cualquier momento.
- Rose Weasley - repitió -. ¿Quieres casarte conmigo?
Un montón de razones para decir no invadieron la cabeza de Rose. No habían ni cumplido los diecisiete, no se habían graduado en Hogwarts aún, y eso de casarse nunca había estado en sus planes. "El abuelo nunca te perdonaría que te casaras con un sangre limpia", eso le había dicho su padre seis años atrás, pero ella jamás habría imaginado que Scorpius Malfoy fuera a pedirle matrimonio.
Tenía mil razones para decir no, pero entonces imaginó a Scorpius, esperándola al final de un pasillo formado por sillas frente a La Madriguera. Vio a su padre con total claridad, dándole el brazo, acompañándola, mientras Molly Weasley lloraba a mares. Se imaginó a Scorpius bailando con ella, con todos sus amigos y familiares mirándoles. Lo imaginó entrando en una casa con ella en brazos, con la corbata suelta y los ojos brillantes. Imaginó una vida junto a Scorpius Malfoy, y aunque tenía mil razones para decir que no, dijo:
- Sí.
Scorpius la miró como si ni en un millón de años hubiera esperado que ella aceptara. Y sus labios volvieron a encontrarse. Rose no hubiera sabido decir quién había acortado la pequeña distancia que les separaba, pero no importaba. Nada importaba realmente fuera de aquella habitación. Y aquel beso no fue suave en absoluto. Un ansia irrefrenable los deboraba a ambos, como si aquel fuera el último beso que pudieran darse jamás.
Tampoco les frenó el hecho de que la parte trasera de las rodillas de Scorpius chocase con el grueso colchón, y se viera obligado a caer sentado, arrastrando a Rose con él. Sus manos corrían por el cuerpo del otro sin ningún tipo de control, y cuando las de la joven llegaron al cuello de la camisa de él, no pudieron evitar desabrochar uno a uno todos los botones de nácar. Scorpius no tardó en reaccionar, lanzando aquella camiseta de los Chuddley Cannons que a Rose tanto le gustaba a algún punto, cerca de la puerta del baño.
Ella parecía dispuesta a memorizar su cuerpo, acariciando sus hombros, delineándo los músculos de su pecho, palpando su abdomen, tenso, que se movía arriba y abajo acompasado con su respiración. Fue entonces cuando se topó con la cinturilla de su pantalón.
- Rose... - dijo Scorpius contra su boca.
- Dime - contestó ella a la vez que recorría a besos el borde de su mandíbula, donde su cabeza se unía a su cuello. Sentía el pulso de Scorpius golpeando sus labios violentamente.
- Esto... .- Cerró los ojos. Le estaba costando muchísimo mantener la concentración -. ¿Estamos...?
- Sí.
- ¿Estás segura?
Y ella le miró fijamente. Tenía los ojos enloquecidos.
- ¿Me lo preguntas tú, que acabas de pedirme matrimonio?
Scorpius echó a reír, y en un rápido movimiento hizo que ella acabase tumbada bajo él.
- Te quiero - dijo.
- Calla ya, y bésame - exclamó ella riendo.
- Oh, que romántica eres.
Pero lo hizo. La besó en los labios, y en el cuello. Besó sus hombros, y un instante más tarde, no había nada que separase sus corazones a parte de músculo y piel. Los vaqueros de ambos no tardaron en unirse a la camiseta de Quidditch de Rose, lanzados y olvidados en un rincón. Allí no había apellidos, ni casas, ni guerras. No había división entre el bien y el mal, y aquel caos que se formó entre sus cuerpos eran tan perfecto que era un caos distinto.
La última capa entre ellos desapareció, dejándoles totalmente expuestos ante el otro.
"No son como nosotros", decía siempre la gente. "Sois muy diferentes".
Eran distintos, sí. Pero se amaban. Se amaban más que a cualquier otra cosa en este mundo, y en todos los mundos existentes. No había un él sin ella, o un ella sin él. Eran luz y sombras. Eran oro, fuego y ceniza. Eran ángeles y demonios en cuerpos corruptibles. El Universo nacía y moría entre ellos.
Y cuando Scorpius cayó sobre ella, tembloroso y jadeante, susurrándole al oído, y los dedos de Rose arañaron su espalda en un último espasmo de sus manos, lo comprendió:
Eran muchas cosas. Pero juntos, lo eran todo.
Lo prometido es deuda, chicos! Aquí tenéis la Scorose scene que tanto habéis pedido.
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Te Odio, Rose Weasley
FanfictionLa primera parte de esta historia se encuentra en mi perfil (Te Odio, Scorpius Malfoy).