Libro I
La vida de Sasha Buric
Veía a mi hermana llorar y abrazarme con fuerza, aferrándose a mi delgado cuerpo como si temiera que fuese a irme.
«Qué extraño, yo no la dejaría».
Quise decirle que estuviera tranquila, que dejara de llorar, que papá y mamá vendrían pronto. Pero las palabras se negaban rotundamente a salir de mi boca. Ambos estábamos sobre el suelo de nuestra casa mientras hombres entraban y salían de ella como si fuese suya. Y no, este hogar era de mis padres y nuestra.
«¡Lárguense!», gritaba en mi cabeza, porque era incapaz de mover mis labios. Quizá se debía al miedo que me causaba ver a esas personas aquí.
—La niña será llevada a un orfanato, yo me llevaré al niño —dijo un hombre, mirándome extraño.
Él era alto, lo veía muy grande. Llevaba algo en la boca, algo que masticaba para luego soltar humo como si fuera una chimenea. El olor me molestó, apreté la nariz y me presioné más contra mi hermana.
—¡No! —gritó Sophie. Me abrazó más fuerte—, ¡no me van a separar de mi hermano! —El hombre sonrió, pero su sonrisa era mala. Mis pequeños dedos buscaron la blusa de mi hermana, asiéndose a ella.
—Niña, tus padres ya no están, tú y tu hermano tendrán suerte si alguna familia quiere hacerse cargo de ustedes. Si están juntos nadie los querrá. Por separado es difícil encontrarles familia, juntos es imposible —comentó un joven que nos observaba con lástima.
—Entonces déjennos aquí, no necesitamos su ayuda. —El sujeto de mirada malvada rio de manera cruel, acercándose a nosotros.
—¿Y de qué vivirás?, ¿qué puede hacer una niña de siete años?, ¿sabes lo que le pasará a tu hermano en unos días si lo dejo aquí? —Sophie no se movió, veía al hombre de forma retadora y altanera, como lo hacía con mamá cuando la reprendía por hacer una travesura o por jugar de forma ruda conmigo—. Morirá, ¿eso es lo que quieres?
—No lo hará. Mi instinto por protegerlo es más fuerte, no le faltará nada —afirmó; él hizo una mueca y me tomó del brazo con mucha fuerza, presionó sus dedos contra lo blando de mi piel, gemí de dolor.
—Basta —aseveró—. Vamos niño —añadió y tiró de mi cuerpo. Me desprendió de los brazos de mi hermana que luchó hasta al final para que él no nos separara.
—¡Chris! —sollozó mientras me alejaban de ella—, ¡voy a encontrarte!, ¡te lo prometo, hermano!
¿Una promesa?
Papá me había hecho una promesa. Me comunicó que hoy jugaría conmigo en la casa del árbol... y no cumplió. ¿Eso eran las promesas? ¿Palabras vacías que la gente decía para calmar a otra? ¿De decir algo y no cumplirlo?
Entonces en mi razonamiento, entendí que las promesas eran malas, que Sophie al prometerme aquello no vendría por mí nunca; no lo cumpliría, solo mentía para tranquilizarme, para hacernos creer a ambos que todo estaría bien cuando en realidad no era así.
Salí de mi casa a empujones de aquel sujeto y con los gritos de mi hermana resonando en mis oídos. Vi mi hogar, mi jardín, el auto de mis padres, el triciclo que papi me dio en mi cumpleaños, la muñeca de Sophie tirada en el pasto, la casa del árbol que hoy papi y yo estrenaríamos. Él trabajó mucho para terminarla y ahora nunca podría saber lo que era estar dentro de ella o de ninguna otra.
—Mírame —ordenó mi secuestrador. Temeroso, levanté la mirada, cristalina por las lágrimas reticentes—. No llores; llorar te hace débil ante las personas, Chris. —Hizo una mueca de desagrado al mencionar mi nombre—. No me gusta tu nombre, si vas a tener una nueva vida, es justo que tengas un nuevo nombre.
—Me gusta... mi nombre —susurré, tembloroso.
—Pero a mí no y es lo que importa, mis deseos, no los tuyos
Abrió la puerta del auto y me hizo subir tan brusco, que quise dárselo a saber. Me senté sobre el asiento con el cuerpo más trémulo que antes. Él se acomodó a mi lado y luego lo hizo otro señor en el asiento frente a mí.
—Ya sé cuál será tu nombre —soltó con una sonrisa maliciosa—. Sasha, Sasha Kozlov.
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Sádico ©
General Fiction[PRIMER LIBRO SAGA AZUL] Mientras crecía, aquel hombre que llamó padre fue plantando en él el deseo de asesinar, acabando con toda su bondad; a veces él se preguntaba, ¿qué era peor? ¿asesinar o sentir satisfacción al hacerlo? Infligir dolor era lo...