dos veces × namgi

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Sus ojos...

Me había comportado como un tonto ¿Cómo olvidar algo tan obvio?

Había pasado los últimos días en cama con un marca pulso a mi lado escondido bajo una larga sabana negra. No me permití llorar ni estar triste. En mi condición no me permitía momentos "emo", no correspondía...o eso pensaba.

El semestre estaba por terminar, no tenía mucho por hacer. Las composiciones y exámenes finales ya habían sido entregados. Era como si el mundo me dijera "ponte triste, no tienes mas que hacer". Así que me puse a pensar en un tema común en mi condición. "Mi esperada y muy probable joven muerte". ¿Quién me extrañaría? Llegué a la conclusión de que nadie lo haría. Mis padres no me ven de hace bastantes años, la noticia de que me fui para siempre les dará unos días de llantos, o quizás sólo el llanto en tumba. SeokJin podría extrañarme, pero no, el se sentiría completamente liberado de una terrible carga. Y, por último, NamJoon, que al igual que mis padres, me regalaría un llanto en tumba.

Oh, que solo estaba.

De una forma estúpida, como todo lo que hago en este ultimo tiempo, subí al pasillo de Nam. No, no quería ir a ver a SeokJin y a nadie. Solo que ese era el último piso de ese edificio y quería ver el mundo tras el ventanal, con un café en mano. Pero en camino ocurrió lo que mi subconsciente buscaba. Me encontré con él. Al igual que yo traía un café en mano, pero con una muy linda sonrisa en su rostro. 

- Hace tanto que no te veía, Min YoonGi.

- Y-yo...sí. Estaba ocupado con las últimas tareas. Sí, eso. - Era inevitable no ponerme nervioso. Tenía que ocultar algo y eso nunca me ha gustado.

- ¿Qué te parece venir a mi estudio y retomar el tiempo perdido? No he terminado todos los deberes. Tu compañía no me vendría mal.

Sólo sentía el calor del café, abriendo los poros de mi mano, y el frío apretándome la otra en sucias palabras, vengativas y rencorosas. ¡Oh, quería tanto desahogarme! Pero no lo hice. No lo hice cuando tomó mi antebrazo y me guió en el camino. No lo hice cuando me ofreció abrigo y rellenar mi café. No lo hice cuando tocó una canción de tres minutos sólo para mi. No lo hice cuando miré sus ojos como si en cualquier momento el pudiera desaparecer.

No lo hice, porque simplemente me encantaba.