Capítulo 2. "Changing"

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No he podido dormir en toda la noche, estoy nerviosa, así que me levanto temprano, deben de ser las siete de la mañana, pero es que ya no puedo estar más en la cama. Me visto con lo primero que encuentro en el armario y bajo ha desayunar algo. Está más que claro que mi hermano no se ha levantado, y no lo va a hacer hasta dentro de unas cuantas horas como casi cada día.

Me preparo un café con un par de tostadas y me siento en la mesa de la cocina, tengo la mirada perdida en un punto fijo de la cocina. Miles de pensamientos e ideas recorren mi mente, quiero llevarlas a cabo, pero tengo miedo, miedo al rechazo supongo, ¿pero más rechazo que el que ahora siento por parte de todos puedo sufrir? Yo creo que no, debería tomar una decisión, nada peor puede pasarme.

Después de tirarme casi hora y media para comerme una tostada y un café decido que camino voy a seguir a partir de ahora, no pienso dar marcha atrás. Si no arriesgas no ganas, y ha llegado mi turno de arriesgar.

Dejo la taza en la que he tomado el café en el fregadero y vuelvo directa a mi cuarto, preparo mi bolso y me aseguro de llevar conmigo la tarjeta de crédito, me va a hacer mucha falta hoy. Miro el reloj y todavía son las nueve y media, en media hora abren el comercio así que tampoco queda mucho, puedo ir saliendo ya sin problemas. Escribo una nota rápida a mi hermano para que no se preocupe al no verme por casa, se la dejo en la mesa de la cocina que ahí seguro que la ve, y salgo de casa.

Me monto en el primer autobús que pasa que me lleva al centro de la ciudad, voy mirando la calle por la ventana, veo a chicas a las que no hago más que envidiar, su ropa, su pelo, su cuerpo en general, su sonrisa, sus novios, lo felices que son y un largo etcétera, eso me deprime bastante, ¿por qué no seré yo como ellas? La pregunta que siempre me hago, pero he decidido que se acabó, esta será la última vez que me la haga porque toda esta mierda va a cambiar, va a cambiar a partir de hoy.

Al bajar del autobús me dirijo al centro comercial, al entrar miro a banda y banda la cantidad de tiendas que me esperan por delante, no sé por donde empezar, lo quiero todo pero a la vez hay algo en mí que me dice que no debo. Yo siempre tan insegura e indecisa. Al final me meto en la primera tienda que me queda a mano derecha y arraso con bastantes cosas, las cojo a puñados y las llevo todas conmigo al probador. Me pruebo las prendas una detrás de otra, me veo rara con la mayoría de ellas, no estoy acostumbrada a llevar esas ropas tan ceñidas ni esos vestidos tan cortos, pero a la vez me gusta como me quedan, al final decido comprarme la gran mayoría de ellos y entrar a la siguiente tienda.

Repito este proceso a lo largo de las tienda de toda la primera planta del centro comercial, voy cargada de bolsas como una burra pero estoy empezando a cogerle un cierto gusto a esto de las compras, siento que es adictivo, no quiero ni puedo parar. Me siento en una cafetería un rato a tomar algo y cuando he descansado sigo un largo rato más hasta que me doy cuenta que se ha hecho muy tarde y debo volver a casa a comer.

Esta vez no voy en autobús puesto que llevo tres millones de bolsas y eso podría ser un espectáculo, así que cojo un taxi y en un cuarto de hora estoy a la puerta de casa, pago al taxista, recojo todas mis bolsas y entro.

- ¡Ya estoy en casa! - grito al entrar.

Nadie contesta así que subo directa a mi habitación a esconder todo lo que me acabo de comprar. Cuando salgo de nuevo de mi habitación vuelvo a gritar para ver dónde demonios anda Zayn.

- ¡¿Zayn estás en casa?!

Nada, no se escucha ni una mosca, me acerco a la puerta de su habitación y pico un par de veces a ver si obtengo respuesta.

- ¿Estás ahí? - pregunto desde el otro lado de la puerta.

- Mmm - escucho gruñir a alguien, menudo vago, este no se ha levantado todavía.

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