Capítulo N° 4 - La Secundaria Rocksen

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A la tarde siguiente me desperté sonriendo, había soñado con el rostro de aquel dulce niño que había visto la noche anterior en la plaza. Bajé trotando las escaleras y llegué a la cocina. Emily se encontraba limpiando la alacena. Gerard y John miraban la televisión.

— Buenas tardes —dije sonriente—¿Qué tal están?

Todos me miraron sorprendidos.

— Bien — contestó Emily un tanto alarmada por mi repentina aparición — ¿Y tú hija, como dormiste?

— Muy bien. Ayer me inscribí. El lunes comienzo las clases nuevamente.

— Perfecto — suspiró Gerard.

Noté que algo raro pasaba. Los notaba nerviosos a todos y el ambiente estaba un poco tenso.

— ¿John como estás tú? ¿Qué te ocurrió ayer? — pregunté interesada.

— Nada — contestó Emily antes de que John abriera la boca —fue una falsa alarma. Esta todo bien.

— Oh, de acuerdo... Esta bien — respondí con un poco de sospecha. No los notaba bien, a ninguno. Pero quise desviar el tema— ¿Cómo están en La Rosa? ¿Alguna novedad?

— Lo mismo de siempre, los líderes aristócratas y sus bailes de época — contesto papá — se olvidan que ya estamos en el siglo XXI. Aquí los muchachos escuchan electrónica, ¿verdad campeón?

Gerard codeó a John quien permaneció en silencio mirando la nada misma, estaba hipnotizado y no abría la boca.

— Hermosos y elegantes como de costumbre, mantienen su estilo de la época Victoriana, es como viajar en el tiempo — asintió Emily con una sonrisita nerviosa.

John no emitía sonido alguno. Estaba completamente concentrado viendo la televisión. Me senté en uno de los sillones y esperé a que Emily nos llamara a comer.

— Ya estará la cena chicos — dijo con un dulce tono de voz. Me levanté de un salto y me acerqué a ayudarla con los saches de sangre que estaban en el congelador.

A los pocos minutos, los cuatro nos encontrábamos sentados alrededor de la mesa cenando como lo solíamos hacer diariamente, solo que esta vez ninguno emitió sonido alguno hasta que terminamos de comer.

— ¿Ocurre algo que no me quieren contar? — pregunté confundida entre miradas pensativas. Emily agachó la cabeza y Gerard no quiso mirarme. Fue John el que me observó fijamente.—¡¿Puedo saber que pasa?!

— La Rosa perdió el control de los clanes. El Clan de Arthur volvió a juntarse... 

Me quedé muda sin poder balbucear ni una sola palabra. En menos de dos segundos se cruzó por mí mente el terrible día en que me condenaron a esta vida y todo por culpa de ese maldito Arthur. El mismo que luego de haberme mordido se convirtió en el líder sanguinario de los Panzyers poniéndose en contra de La Rosa y atentando contra todos los humanos durante años.  Sin embargo, La Rosa pudo tomar el control sobre ellos encerrándolos en catacumbas, pero al parecer esta vez habían logrado escapar.

— Pero...— tartamudeé— quedaban muy pocos Panzyers.

— Lo sé— contestó Gerard — Pero los aristócratas dieron la noticia muy preocupados. Es más que obvio que si regresan a cazar y no con el fin de alimentarse sino por venganza, los humanos se pondrán en guerra contra los nuestros, nos encontrarán, nos descubrirán y será nuestro fin.

— De todos modos —– agregó Emily intentado tranquilizar la charla — quizá tarden muchos años en juntarse todos de nuevo.

— Eso espero. Pero debemos estar preparados, esto podría ocurrir en cualquier momento.

Reivindicación de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora