Reivindicación de Sangre

Capítulo N° 23 - Rojo carmesí

Luego de aquella terrible noche en que tuvo que ser testigo de una horrible escena, Dimitri asumió y aceptó de una manera demasiado natural el hecho de que su "madre" sea un vampiro. El único problema que se nos presentaba era que nadie tenía que saberlo y la diferencia de edad era cada vez más alarmante. Dimitri había cumplido 18 años y yo a penas parecía de 25. Fue entonces que comenzaron a levantarse sospechas de muchas vecinas chismosas y madres de sus compañeros. No podíamos continuar quedándonos en ese lugar, debíamos mudarnos a Chamonix hasta que pueda planificar un destino nuevo probablemente aún más lejos. Después de todo, y aunque hayan pasado casi 20 años, Chamonix estaba en la mira de los Panzyer y volver allí sería como regresar a la boca del lobo. De todos modos tuve que postergar la idea, y permití a Dimitri que cursara su último año de secundaria. Sus compañeros también partirían a otros lugares a estudiar por lo que no sería nada raro que regresemos a su ciudad de origen al terminar las clases. Así que debía tener cuidado el tiempo que me quedaba, no solo me preocupaba mi peor enemigo sino que ahora también estaba bajo la mira de muchas personas que comenzaban a sospechar de mi increíble capacidad de no envejecer. Ya no había maquillaje ni peluca que pudiera ocultar o mejor dicho aparentar la vejez de la que carezco físicamente. 

A fin de cuentas, Dimitri ya era prácticamente un adulto y sabía manejarse solo por lo que ya no requería de mi ayuda a la hora de salir a la calle. Muchas veces esto también ocasionaba ciertos disgustos porque se atribuía demasiados permisos, más aún sabiendo que durante el día yo no podía hacer absolutamente nada.

No faltó oportunidad en la que tuve que salir a buscarlo a las 5 de la madrugada luego de haber estado sin aparecer casi dos días por casa. Dimitri había dejado de ser aquel niño ubicado y serio, ahora era un joven rebelde y fuera de control. No negaba que saliera a fiestas o que se juntara con sus amigos, pero no faltaba ocasión en que regresara un Lunes por la mañana luego de un gran fin de semana sin aparecer. 

—Deberías empezar a controlarte... — exclamé a la hora de la cena. Dimitri tenía los pelos revueltos y la remera arrugada mientras revolvía el plato de fideos. 

— Ya mamá... Tengo 18 años, déjame en paz... — gruñó entre dientes.

— ¿Que te deje en paz? Dimitri ya lo hemos hablado infinidad de veces. Es muy peligroso estar afuera tanto tiempo, sabes que yo durante el día no podría salir a buscarte. Sería un gran riesgo para mi, ¿te imaginas que te ocurriera algo? Vendrían a buscarme. Y "oh sorpresa" la madre de Dimitri duerme todo el día como un tronco. ¿Acaso no entiendes que durante el día "no existo"? ¿Acaso no sabes que estoy muerta?

— No te preocupas por mi, mamá, te preocupas por tí y por todo tu complejo de ser descubierta... A nadie le interesa. Nadie cree en vampiros en esta época ¡Por dios! Estamos en el siglo XXI, ya podrías actualizarte — exclamó un tanto exagerado.

—Que no crean no significa que no existan... Y lo sabes. Soy real y soy tu madre. ¿Sabes? Está bien, si no quieres, no lo hagas por mi, al menos hazlo por tí. Por que si me encuentran y descubren mi verdadera identidad tendré que dejarte solo y no podré volver nunca más... ¿Acaso podrías lidiar con eso? Es divertido salir de fiesta, pero espero puedas manejarte solo. 

Eso pareció estremecerlo y me miró arrepentido con los ojos angustiados. 

— Lo siento mamá — se limitó a decir y se levantó de la mesa. 

—Te estaría faltando algo antes de irte a tu cuarto — exclamé un tanto enojada. Acto seguido volteó a verme, sonrió y se acercó a darme un beso en la mejilla - Ahora si, puedes ir. 

—Por cierto, ¿cuando necesitas más? —dijo volteándose y señalándose el pliegue de su brazo el cual tenía un gran hematoma verdoso. 

—Tranquilo... Estoy bien. Te avisaré cuando...— suspiré y sonreí. Dimitri levantó el pulgar y se dirigió a su cuarto con el celular entre las manos tipiando sin parar.