Capítulo N° 16 - Dimitri

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Me ponía demasiado nerviosa no saber cómo comunicarme con Olivia y más aún cuando estaba intentando llamar a Frederic, que probablemente, ni hoy, ni mañana ni nunca más vuelva a atender su teléfono. Eso me causaba un sabor amargo en la boca y un desconsuelo que no me dejaba analizar con tranquilidad la situación. Acaso, ¿escuché bien? Olivia dijo "¿Ya viene?" No podía ni siquiera imaginar que esté hablando de alguna bestia. Primero fueron por mi amigo y ahora irían tras ella y toda esa situación no hacía más que aumentar mi cólera. Juro que si llegaban a tocarle un pelo lo iban a lamentar.

El celular de Fredericc dejó de sonar bajo tierra y a los pocos minutos comenzó a sonar el mio que lo tenía en la mano. Casi sin dudarlo contesté:

— ¡¿OLIVIA?! 

—¡Juliet! ¡Está viniendo! Hay... Hay sangre por todos lados— escuché decir a Olivia en medio de jadeos y llantos. 

—  ¡Olivia! ¡¿Estás bien?! ¿Qué te hicieron? ¿Dónde estas? Juro que voy a vengarme de ellos Olivia, solo dime donde estas... — exclamé desesperada tomándome de la cabeza, intentando concentrar todas mis energías en determinar de dónde provenía su llamado y rogando que no se tratase de ninguna bestia que le haya hecho daño. Escuché una expresión de sorpresa del otro lado.

—¿De qué hablas Juliet?... ¡El bebé está en camino! Acaba de llegar la ambulancia, voy camino al hospital — dijo con la voz entrecortada casi como si le costara respirar.

— ¿Cómo? — no lograba asimilar del todo lo que acababa de oír. Probablemente todas mis falsas ideas de que tenían a Olivia no eran más que una exageración de mi imaginación. — ¡Voy para allá Olivia! Tranquila, todo saldrá bien, voy de inmediato al hospital.

Escuché un ruido del otro lado y la llamada se cortó. ¿Olivia? ¡OLIVIA! Carajo...

Guardé el teléfono y salí corriendo a toda velocidad. El hospital estaba bastante alejado de mi casa, por lo que debía en lo posible parar un taxi en cuanto me acercara a la ciudad. No me quedaba otra alternativa. Comencé a correr con todas mis fuerzas pero sentía que no avanzaba lo suficiente y los nervios me ponían los pelos de punta. No podía atrasarme más, el bebé de Olivia estaba en camino y prometí estar junto a ella, este sería el último momento a su lado, no podía fallarle. Me paré en seco y me puse en cuclillas sobre el suelo cubierto de nieve. Cerré los ojos y me concentré en el aire, en el viento, en la distancia y en el tiempo. Apreté con fuerza mis párpados al igual que mis puños rogando teletransportarme por algún truco de magia o algo por el estilo. Extendí mis brazos hacia los lados, como si fuese un avión que estuviera por despegar y al cabo de unos segundos sentí que me elevaba varios metros del suelo.

— ¡¿PERO QUÉ...?! — grité asustada. Sentí que algo me sujetaba de ambos hombros y me abrazaba por la espalda y me aterroricé. Miré hacia arriba con desconfianza y pude ver a Gerard con una inmensa sonrisa resplandeciente.

—Tranquila cariño, no podía dejarte... ¡Tenemos que llegar rápido al hospital! — gritó papá con fuerza y gran entusiasmo.

—Vol... volviste... —tartamudeé conmovida.

— Nunca me fui — sonrió y nos elevamos aún más alto.

El viento helado revolvía mi cabello y pequeños copos de nieve quedaban pegados en mi rostro. La ciudad se ampliaba cada vez más a medida que avanzábamos y aumentábamos la altura. El paisaje que se desplazaba delante de mis ojos era magnífico. Miles y miles de luces resplandecían en toda la ciudad hasta parecer pequeños bichitos de luz.

Por un instante me olvide por completo de Olivia, del hospital, de Frederic, de todo... Esa increíble sensación de volar era indescriptible. Gerard me sacudió un poco y me hizo despabilar mientras descendíamos lentamente. 

Reivindicación de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora