No me preocupaba quien podría estar acechándome en mi propia casa, sino "QUÉ". Esos dos puntos rojos en medio de la oscuridad no eran humanos, podría haberlos diferenciado bien. Descarté automáticamente todas las posibilidades de que algún intruso hubiese entrado a querer robar algo de mi hogar, no estaban buscando una cosa, me estaba buscando a mí. Me senté en el suelo contra la puerta de mi cuarto en silencio, pensando, respirando y analizando todas las opciones que tenía para huir o bien enfrentarme a lo que sea que esté en el pasillo. Decidí vestirme con rapidez mientras temblaba, estar desnuda me hacía sentir aún más indefensa y desprotegida. Me acerqué nuevamente a la puerta con cautela y apoyé mi oído sobre la madera gruesa. Tenía los sentidos demasiado agudizados y cada cosa que percibía me mantenía aún más en alerta de lo normal.
Respiré hondo y me concentré en escuchar. Solo escuchaba silencio del otro lado y mi propia respiración al rebotar contra la puerta. Me alejé despacio un tanto confundida ¿lo habré imaginado? pensé. Las persianas continuaban abiertas pero el cielo se había nublado. Volteé para ver hacia fuera con la esperanza de encontrar alguna escapatoria. ¿Escaparme? ¿De mi propia casa? Definitivamente me estaba volviendo loca. Otra vez acerqué mi oreja a la puerta queriendo auto convencerme de que todo lo que había visto había sido producto de mi imaginación, pero de repente un terrible golpe hizo que cayera de espaldas contra el suelo. Sea lo que sea que estaba del otro lado quería entrar y comenzó a golpear con furia. La manija comenzó a moverse con insistencia. Me quedé petrificada en el suelo mientras veía cómo hacían grandes esfuerzos por querer abrir la puerta.
Un extraño sonido hizo que dejaran de insistir. Miré hacia todos lados y logré distinguir mi teléfono. Me levanté tambaleándome para apagarlo pero me detuve al ver que quien me llamaba era Frederic. Le corté.
"No Frederic, ahora no" murmuré. Al cabo de unos segundos, otra vez el llamado insistente. Mis nervios comenzaban a aumentar y temía de que sea cual sea la cosa que esté esperándome en el pasillo me estuviera escuchando.
Dudé por un instante en cortar nuevamente la llamada pero conociéndolo a mi amigo seguiría insistiendo así que decidí atender casi en un susurro:
—Ho... ¿Hola?
—¡Juliet! ¿Donde estás? —la voz de Frederic podía distinguirse perfectamente entre medio de los típicos ruidos de la calle, así que deduje que estaba caminando en pleno centro de la ciudad. Comencé a escuchar pasos en el pasillo de mi casa y me quedé muda nuevamente.— ¿Juliet? ¿Estas ahí? ¿Te pasa algo? — volvió a insistir.
— Estoy... estoy bien — susurré intentando mantener la calma. Acto seguido corté la llamada y apagué el teléfono. Nuevamente comencé a sentirme débil y un sabor amargo en la boca hizo que me ahogara. Me aguanté la tos y comencé a caminar lentamente hacia la puerta. En cada paso iba ganando más y más coraje. Nunca en mi vida me había enfrentado a nadie y temía que este iba a ser el momento de desatar mis demonios.
Un paso, otro y otro. Sostuve la manija de la puerta y cuando estaba a punto de abrirla escuché que alguien tras mio chasqueaba los dedos. Volteé al instante y vi una silueta sentada al borde de mi ventana. No podía distinguir bien de quien se trataba, pero dos puntos rojos resaltaron en medio de su oscuro rostro cubierto por una especie de capucha. Me temí lo peor. Volvió a chasquear los dedos y una inmensa sonrisa blanca resplandeciente se figuró en su cara y ahi los pude ver; Dos inmensos colmillos brillantes, casi el doble de grandes que los míos. De un salto me eché para atrás casi sin pestañear quedando mi espalda contra la puerta.
— Pero miren a quien tenemos aquí... — dijo con una voz tersa y a su vez irónica. Me mantuve en silencio.
Su voz me resultaba conocida pero no lograba recordar de donde. Probablemente la había escuchado hace muchísimos años atrás, décadas, o quizá siglos, pero definitivamente esa voz había quedado grabada en mi memoria. El sujeto entró a mi habitación casi en el aire, como si flotara. Poseía una capa oscura y la capucha gigante continuaba cubriéndole todo el rostro, apenas lograba distinguir su sonrisa.
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Reivindicación de Sangre
VampireTodo vuelve aunque no de la manera que pensábamos y así como del amor al odio hay un solo paso, del amor a la muerte solo existe un abrir y cerrar de ojos. ADVERTENCIA: Esta novela contiene escenas de violencia, sangre, menciones a desnudos, actos s...