Capítulo N° 30 - Mi Fin

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Su transformación me había dejado totalmente anonadada, pero no tardé demasiado en asimilar la trampa que Arthur estaba tratando de tenderme.

—¡Aléjate de él, hijo de perra! — grité casi como si fuese un alarido animal. Dimitri me miró sobresaltado y Arthur, fingiendo ser yo me miró tras de él sonriendo maliciosamente. 

Noté que Dimitri volteaba a ver a su supuesta madre y luego nuevamente enfocó su mirada en mí. Abrió los ojos como platos y se alejó bruscamente de quien creía que era la verdadera Juliet.

—¿Qué demonios está pasando? ¡¿MAMÁ?! — gritó con fuerza mirando confundido a sus dos idénticas madres. 

— ¡Hijo soy yo!— grité acercándome lentamente. 

—¡No le hagas caso Dimitri! Es Arthur que se ha transformado en mí — gritó el perverso traidor que intentaba engañar a mi hijo. Dimitri permaneció inmóvil, alejado de ambos. Todo a nuestro alrededor continuaba siendo una masacre de razas. Los hombre lobo no habían parado de enfatizar su ataque y los Panzyer inagotables continuaban dándoles revancha.

—¡No le creas hijo! Soy yo, tu mamá —exclamé extendiendo mis manos para que Dimitri corriera a abrazarme, pero una horrible sensación se hizo presente en mi cuerpo cuando noté que Dimitri se alejaba aún más y fruncía el ceño de manera dudosa. No me reconocía y Arthur estaba logrando su cometido. Sin perder más tiempo me abalancé sobre aquella persona igual a mí y lo sujeté del cuello. 

— ¡Aléjate de mí, maldito! — gritó exactamente como lo hubiese hecho yo si él se abalanzaba sobre mí. Dimitri continuaba consternado observando toda la escena sin comprender del todo quien era quien, y sus ojos pasaban de una a otra como si intentara notar algún rasgo característico que pudiera distinguirme de la "otra Juliet".

— ¡No te saldrás con la tuya Arthur! ¡Aléjate de mi y de mi hijo! — exclamé mientras continuaba sujetándolo con fuerza. Rápidamente clavó sus uñas en mis brazos y de mi garganta salió un grito de dolor. Me estampó contra el piso pero esta vez permaneció sobre mí sujetando mi brazos contra el suelo con ambas manos.

— ¡MAMÁ! — Gritó Dimitri sumamente impactado con toda aquella terrible escena. Arthur desvió su mirada y lo observó cariñosamente.

— ¡Tranquilo hijo, ya todo terminará!— exclamó con sumo convencimiento logrando que por un instante Dimitri se confiara que era verdaderamente yo quien le estaba hablando. 

— ¡No lo escuches! Por favor hijo, no dejes que te engañe — dije con mucho esfuerzo mientras Arthur continuaba apretando mis muñecas con fuerza. Rápidamente lo aparté y le propiné una gran patada que lo dejó estampado contra la nieve del suelo a varios metros de allí.

— ¡NO! — gritó Dimitri asustado y casi temblando — ¡MAMÁ!

—Hijo por favor, soy yo — dije dulcemente acercándome a él con lentitud mientras enfocaba sus ojos en el cuerpo de aquella Juliet que estaba estampado en el suelo.

— ¡Aléjate maldito!—exclamó mientras se le llenaban sus ojos de lágrimas. Acto seguido sacó el arma de su pantalón y comenzó a apuntarme. Un gran escalofrío me recorrió la espalda y presentí lo peor.

—¡DISPARALE! — gritó Arthur a lo lejos motivándolo a que lo hiciera. Dimitri automáticamente desvió el arma y lo apuntó. 

—¡Hazlo Dimitri, hazlo! — exclamé mientras volvía a dirigir el arma hacia mi. No hice otra cosa más que levantar ambas manos y observarlo con temor — Hijo a mí no, a él... Soy yo, tu mamá.

Pero Dimitri no parecía escuchar. Volvió a repetir la operación varias veces. Me apuntó a mí y luego a Arthur, con la diferencia de que Arthur sonreía y yo no. No podía llegar a concebir que aquella terrible situación se nos esté presentando, no ahora que habíamos pasado por tanto juntos. Tenía que haber una manera de lograr que Dimitri me reconociera, Arthur no podía salirse con la suya. Debía asesinarlo cuanto antes y que recuperara su forma original.

Reivindicación de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora