Capítulo N° 25 - Gran Aristócrata

162 21 4
                                    


—¡Dimitri!— volví a gritar con todas mis fuerzas mientras me acercaba lentamente entre medio del bosque a aquellas dos siluetas que a la lejanía se veían completamente oscuras.

El muchacho, bastante más alto que Dimitri, me quedó mirando fijamente. Pude sentir su mirada clavada en mi frente a metros de distancia. Un escalofrío recorrió mi espalda y me quedé petrificada apenas a unos pasos de ellos. Mi hijo se encontraba en el suelo inconsciente, y el sujeto no parecía tener intenciones de dejarme acercar a él. Hubiese deseado tanto que mis amigos lobos me hubiesen acompañado, pero a lo lejos podría escuchar gruñidos y aullidos, como si continuaran la labor de acabar con Arthur.

Me quedé inmóvil sin decir nada, analizando cada movimiento que me favoreciera para correr hacia Dimitri y protegerlo de quien sea que lo estaba atacado. El muchacho continuaba observándome y comenzó a acercarse a mí lentamente.

Su cabello era un largo, le llegaba aproximadamente a los hombros y sus ojos me causaban un terror inimaginable. Ni siquiera Arthur en su máxima transformación me había ocasionado tanto pánico. Se trataba de un Panzyer, no habían dudas, seguramente era algún secuaz de Arthur que vino acompañándolo por si las cosas se ponían feas, pero por lo visto se había entretenido tanto con Dimitri que no llegó a salvar a su amigo.

Casi sin pestañear, en un abrir y cerrar de ojos se paró tras de mí. Ni siquiera me dio tiempo a voltearme cuando me tapó los ojos y se puso a olfatear mi cuello.

—Qué gran sorpresa encontrarte por estos lados Juliet, ni que lo hubiese planeado...—dijo con una voz gruesa que me resultaba demasiado conocida— Es increíble... continúas con ese perfume que tanto me enloquecía.

No me salían las palabras ni podía articular ningún movimiento, sentí como si mi cuerpo se congelara. A los pocos segundos quitó sus manos de mis ojos y al abrirlos me sobresalté al tenerlo frente a mí... Era él. No era un sueño, era él. Su hermosa sonrisa ahora poseía dos finos y largos colmillos, sus ojos ya no eran grises y brillantes como los recordaba, ahora eran rojos y oscuros, continué observándolo porque no terminaba de comprender del todo si lo que estaba viendo era otra más de mis pesadillas.

—¿No me reconoces bonita?— dijo sonriendo sarcásticamente— Soy yo

"Klaha" pensé y me quedé muda mirándolo fijamente, intentando encontrar al amor de mi vida en sus ojos. Pero no lo encontraba, no era él. Algo maligno se había apoderado de su ser.

—¿No vas a decirme nada? No pareces estar muy feliz de verme, muñeca... ¿Qué pasa? ¿Interrumpo algo? — dijo al suponer que estaba en busca de Dimitri.

Desvié mi mirada de sus ojos y vi que Dimitri se levantaba del suelo tambaleándose. Corrí hacia él al instante, pero como por arte de magia, Klaha se me paró en frente y me impidió el paso.

—¿Acaso es otra de tus victimas?— preguntó con asombro— Veo que tienes una muy buena estrategia Juliet... Enamorar a un pobre y estúpido humano para luego saciarte con su sangre ¿verdad? Le pintas el cielo color de rosas y de golpe... Lo condenas al infierno. Lamento informarte que ahora tu presa es mía, te gané de antemano. Muy mal hecho por descuidarlo.

Lo miré fijamente y fruncí el ceño enfurecida.

—¡Es mi hijo! —grité y lo empujé con todas mis fuerzas. Corrí hacia Dimitri que continuaba un tanto desorbitado y a penas podía mantenerse en pie. Klaha parecía haberlo estado ahorcando varios minutos hasta que los encontré. Lo abracé con fuerza y lo puse tras de mí para defenderlo de aquel monstruo disfrazado de quien había sido el amor de mi vida.

Volteé a mirar pero Klaha ya no estaba, en su lugar podía escuchar una risa macabra retumbando en mi cabeza como si estuviera en todos lados. ¿Estaba soñando? Necesitaba al menos un indicio de que todo lo que estaba ocurriendo era verdad. Nada cuadraba, nada tenía sentido. ¿Qué estaba haciendo Klaha aquí? y... ¿Cómo sobrevivió? Mi cabeza comenzó a dar vueltas sin parar intentando unir cada recuerdo como una pieza de un gran rompecabezas inconcluso. No podía creer que Gerard nunca me hubiera dicho qué había pasado... Él no me lo ocultaría.

Reivindicación de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora