Cero.

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Broken heart.

Lunes 8 de septiembre.

San Diego.

Los amaneceres sin duda eran mis favoritos mientras bebía de una buena taza de café bien cargado, para muchos debía ser lo más jodidamente amargo, aburrido y sin duda alguna lo peor que pudiese existir en la faz de la tierra, más por el hecho de que alrededor de las seis de la mañana, muchos van directo a tomar el autobús para ir a la escuela y llegar antes de las siete en punto, otros se dirigían hacia un trabajo que bien les paga pero no les satisface, si están ahí es por necesidad pues tienen gastos qué solventar y en algunos casos, un par de personas más por brindarles comida, comodidades, tal vez un pequeño lujo, entre otras cosas más.

A mí en lo particular, no me disgustaba, me había acostumbrado a despertar temprano desde pequeña pues es algo que mis padres digamos que me inculcaron y a decir verdad, el hecho de hacerlo, me mantiene tan feliz, estoy con mucha energía y realizo cada una de mis actividades rutinarias de siempre, al grado de que hasta tiempo me sobra, ver un amanecer me relaja al igual que los atardeceres en la playa mientras un barco navega hacia un rumbo en específico y el sonido de las olas deleita mis oídos, llevándome a un mundo tan paralelo al que me sitúo. Básicamente es sumergirse hacia lo más profundo para descubrir una infinidad de buenas nuevas.

Como la soledad, cuando estás inmersa en ese mundo, encuentras amor propio e independencia. Porque te das cuenta que en cada momento difícil cuyo sientes que pronto llegará a destruir tu autoestima, no vas a tener a nadie más que a ti misma, inclusive tiendes a desarrollar un sinfín de pensamientos nuevos acerca de tu atmósfera, personas, gustos, y tal vez es posible que el odio y cualquier tipo de negativismo deje de existir o quizá no pero las probabilidades de que siga ahí son escasas. El seguir con tu vida sin nadie te ayuda a madurar en ciertos aspectos.

Lógico no toda tu vida te la pasas así, sino por un determinado tiempo hasta que encuentras personas fenomenales que quieren formar parte y mostrarte que acompañada también puedes divertirte, desahogarte, quejarte, dar tus puntos de vista, aconsejar, como si de un familiar se tratase aunque en este caso, no es de sangre.

Recién terminaba de guardar en mi mochila los útiles necesarios para mi primer día de este último año de universidad, debo admitir que sentía un poco de nerviosismo, jamás había podido lidiar con ello durante todos estos años, es decir, habrá cosas nuevas, desde las materias hasta cada uno de los contenidos que nos van a brindar, incluyendo que posiblemente entrasen compañeros nuevos con quienes pudiera consolidar una linda relación amistosa. Jamás me he considerado una erudita en esta etapa pero puedo dejarles en claro que mis calificaciones del ocho al nueve jamás dejaron de existir, es para que más o menos se den a la idea de lo tan "aplicada" que soy en esto. Incluyendo el desempeño y esfuerzo que le pongo para no descender de ahí.

Salí de mi habitación, bajé las escaleras con rapidez para dirigirme hacia la cocina, me prepararía el desayuno y el de Keisha, mi mejor amiga. Aún faltaban dos horas exactamente para empezar con las clases, así que no tenía mucho de qué preocuparme. Saqué de los gabinetes todos los ingredientes para preparar unos deliciosos waffles con un toque de jarabe de chocolate, crema batida y una cereza, posteriormente serviría. Desayunaría sola como de costumbre, mi mejor amiga es de aquellas que se despierta una hora antes de entrar para arreglarse apresuradamente y aquella con la que termino llegando cinco minutos antes de que den la campanada, de puro milagro.

Me sentía entusiasmada, más a sabiendas de que hoy vería a Kellin Spuinn, ese chico de cabellera azabache y ojos grises del cual he estado enamorada hace tiempo, últimamente habíamos estado saliendo, platicando hasta tarde en vacaciones, visitándonos, digamos que estamos en un lapso de quedantes, aún no llegamos a algo más, no hasta que cobre el valor y valentía de hacerme esa típica pregunta a la cual muchos le sacan vuelta por la incertidumbre de que más adelante, no funcione.

Broken || José Salazar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora