Dos.

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Fuck you asshole!

Regla número tres de un corazón roto: Nunca te dejes pisotear por el prójimo, más si no tienen conocimiento acerca del sufrimiento y humillación por la que pasaste. Déjales en claro que los débiles son ellos, no tú.

Me miró perpleja, poco a poco sus ojos se cristalizaban, sus pómulos se tiñeron de carmesí, escuché sus hipidos, parece ser que realmente le había afectado o más bien, tomado muy personal lo que dije, oh no, estaba a nada de llorar pero se supone que eso a mí no me interesa ¿cierto?, digo, la empatía en mí, no es bienvenida, mucho menos para niñatas tan bobas como ella.

—¿Por qué me deseas eso?— Cuestionó con voz quebrada.

—Muy erudita sobre el tema de los corazones rotos ¿no es así?— Resoplé poniendo los ojos en blanco—. Bien, deseo que te pase para que en realidad te des cuenta del maldito martirio que pasamos. Creen que con tan sólo saber del tema o investigarlo es más que suficiente para entendernos o comprendernos pero no es así. No es lo que ustedes imaginan— cerré los puños con fuerza que hasta las venas resaltaban, toda la cólera la estaba resguardando ahí, por supuesto que estaría encantado de darle una paliza pero no ahora ni mucho menos en el salón de clases, no iba a permitir que por su culpa en este primer día me mandasen a la oficina del director Cronax, así que debía defenderme a palabras—. Estoy harto de sus teorías tan idiotas, sus hipótesis tan fumadas o suposiciones que hasta cierto punto, no tienen nada que ver con ello. Ni siquiera hay credibilidad. En serio deseo que realmente les suceda a todos y por cuenta propia sientan lo que nosotros y vean que no es tan fácil como lo plasman o hacen saber al resto en sus páginas y vídeos de youtube.

—¡Vete a la mierda, imbécil! Eres un completo idiota, un maldito hijo de puta, papanatas soberbio que cree que todos son de su condición, ¿cómo te atreves a desearle al mundo que sufra? ¡Estás demente! ¿Ahora comprendes por qué te pasó estar así?— Limpia sus lágrimas con la manga de su suéter, su maquillaje se corrió ¿y cómo no? Seguramente era del más barato que podía estar a su alcance—. Sea cual sea la forma y chica que te rompió el corazón, me alegra de que lo haya hecho, te lo mereces en demasía, espero que permanezcas así para siempre, hundido en la soledad, saciándolo entre adicciones, autolesiones o cualquier manera existente, y que nunca encuentres la felicidad porque tampoco la mereces por lo falso que eres.

No pude reprimirlo, me dejé llevar por el instinto, furioso me puse de pie y la tumbé de su pupitre con todas mis fuerzas, me importaba poco que los demás vieran, incluyendo a la profesora pues a decir verdad, no era como para que me quedase callado sin decir nada, ella me provocó y ahí están sus consecuencias.

—Espero hayas aprendido la lección de dejar de meterte en la vida de los demás como si realmente lo supieras todo— musité, mi cara estaba roja del coraje, mi respiración estaba agitada también, todo el aula quedó en silencio, sus rostros estupefactos ante recién escena que los tomó por sorpresa y ni hablar de la profesora, ella parecía una piedra desde su escritorio, no podía modular palabra alguna. La miré fijo como ella lo hacía, sabía perfectamente en donde acabaría todo esto—. Ya sé, debo ir a la oficina del director Cronax, no hay necesidad de decírmelo. Créame que no estoy contento de ir porque fue lo primero que me propuse pero así como las promesas... nunca se cumplirán— me encogí de hombros, caminé entre los espacios vacíos para ir directo a la puerta y salir; todos seguían con la misma postura, merecedora de una fotografía para luego reírse de ella en casa.

—Ehh... Jóvenes, pro-prosigan e-en l-lo qu-que es-estaban ¿sí?— Titubeó, miró a Devonne quien recién se incorporaba del piso para posterior a ello, sacudirse la ropa—. Um, De-Devonne, ve afuera, necesito hablar contigo— añade haciendo una mueca.

Broken || José Salazar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora