Party.Viernes 13 de septiembre.
Devonne.
El sonido que producían mis tacones al caminar eran mis acompañantes, iba sola por las calles vistiendo un hermoso vestido negro de terciopelo que me quedaba un tanto rabón y que hacía juego con mis tacones rojos y cualquier tipejo que me viese vestida así, era capaz de bajar de su automóvil o camioneta, tomarme desprevenida y llevarme lejos muy lejos de este país. Y entonces me maldecía ¿por qué mierda no acepté ir con Arthur cuando se había ofrecido en darnos un aventón hacia la fiesta? ¿Por qué? ¡Ja! Era tan fácil de responder, porque sabía perfectamente que ese idiota pervertido junto a sus amigos, era capaz de llevarnos primero a un lugar oscuro en donde ahí sin problema alguno pudiese violarnos a su gusto, donde nuestros gritos de auxilio son cesados por sus manos o algún golpe que nos deje inconscientes por minutos y así, finalmente llevarnos a la fiesta de Sophie, como si nada hubiese sucedido.
Retorcido pero certero. Hoy en día era difícil lidiar con las personas, la confianza ya no era de cederla en cuestión de segundos, sino, hasta días o incluso semanas al momento de haber conocido a alguien, porque nunca se sabe realmente cuáles son sus intenciones contigo.
—¡Devonne!— Me llamó una varonil voz a lo lejos. La conocía perfectamente que con sólo escucharla, mi rostro esbozaba una sonrisa haciéndome ver como una estúpida, una voz que desde que comenzó la semana de clases, no había vuelto a escuchar ni en llamadas, audios o por los pasillos de la universidad. Así es, era la voz de Kellin—. ¡Hola!
—Hola, Kellin— saludé con timidez. Es que el hecho de volver a verlo al fin, causaba en mí que todas y cada una de mis emociones se dislocaran por completo.
—¡Dios pero que guapa te ves!— Exclamó observándome de pies a cabeza. Joder, si ya estaba nerviosa al momento de estar a su lado, con esto me ponía aún más.
—Gracias— agradecí, mis mejillas se tiñeron de carmesí o bueno, eso es lo que creía, aunque lo más probable era que pareciera un tremendo tomate.
Esa mirada miel hechizante, esa sonrisa tan encantadora y coqueta que a la vez le daba un toque juguetón, ese cuerpo delgado, su tez clara, su cabello azabache y esa embriagadora y exquisita fragancia tan varonil en él que me hace suspirar ¡Dios mío!, Kellin era tan perfecto, sabía que nadie lo era pero para mí, él lo era. Siempre lo había sido.
Sophie nos miraba fijamente a ambos, su rostro mostraba felicidad y un brillo chispeante en sus ojos, ella era muy guapa, alta, morena, ojos avellana, un cuerpo perfecto y bien cuidado gracias al ejercicio y el comer sanamente, una sonrisa tierna ¡Joder! Parecía una muñeca que incluso, más guapa que yo. La miré y sonreí.
—Buena fiesta, Sophie— alardeé—. Es mejor que la que hizo la hueca de Katy— añadí.
—Gracias Devonne— agradeció sonriente—. ¿Cómo se la están pasando?— Cuestiona dirigiéndose a Kellin y a mí.
—¡Estupendo!— Contestamos al unísono.
—Me alegra escuchar eso— musitó—, me llevó medio año planearla para que me saliese perfecta.
—Lo has logrado amiga, lo has logrado— le sonreí. La verdad es que me sentía orgullosa de Sophie.
La música estaba a un volumen alto, poniendo un grandioso ambiente y la pista repleta de gente, hace tiempo que no pisaba una fiesta, tan sólo recordar la última a la que fui, me daba escalofríos, por el simple hecho de que no terminó nada bien pero di gracias a Dios que no me pasó algo más allá de las heridas, al igual que a mis amigos. Por un momento en cámara lenta, vi pasar mi vida, fue tan horrible, recuerdo los desgarradores gritos de todo mundo pidiendo auxilio, el cómo corrían de un lado a otro y la impotencia de no poder hacer algo por estar estática, en estado de shock con todo lo que estaba sucediendo, pero si algo jamás he olvidado es aquella sombra de alrededor de casi dos metros que me salvó, no pude percibir su rostro ni mucho menos agradecerle haberme rescatado porque para entonces yo me había desmayado.
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Broken || José Salazar.
Random« Puedo concederte el que me hagas compañía a donde quiera que vaya sólo si cumples con una condición sumamente simple que por extrañas razones de la vida, nadie ha podido cumplir y es... no te enamores de mí. Créeme, nadie querría estar con una per...