Capítulo 11

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Después de unos minutos llegaron a la casa de García. Reid detuvo su auto enfrente de la casa y apagó el motor de su auto. Aun después de eso no despegaba sus manos del volante. Volteó a su derecha y vio que García lo miraba.

¿Quieres pasar?

¿Tengo otra opción?

Podemos quedarnos aquí, claro que si nos quedamos aquí podemos estar un poco incomodos y al menos adentro puedo prepararte un poco de café –Reid suspiró.

De acuerdo –y salió de su coche y se apresuró a abrirle la puerta a García.

Gracias, que caballero –le dijo con una sonrisa y Reid le sonrió. Le tomó del brazo y caminaron hacia la casa-. Relájate, no es como si fueses a estar en un interrogatorio.

¿A no? –levantó una ceja.

Bueno, tal vez un poco. Al menos yo no intentare lo de policía bueno y policía malo.

Entraron a la casa y Reid se sorprendió al ver que muchas cosas habían cambiado. El tono de las paredes había cambiado a un tono rosado más oscuro y había más adornos coloridos, como flores naturales o artificiales.

García lo invitó a sentarse en el sofá, el cual curiosamente estaba frente al sillón individual, de manera que García podría verlo de frente. En ese momento pensó que clase de visitas podría tener García.

Al poco rato García regresó con dos tazas de café, le dio una a Reid y la otra la colocó en la mesita de té, después regresó con una galletera y una azucarera y las colocó frente a Reid.

Ponle la azúcar que quieras, sé que te gusta con mucha azúcar pero no sé qué tanta azúcar. ¿Quieres un poco de crema?

No, gracias. Me gusta negro.

Ok, pero yo sí. Quiero evitar al máximo el tener una úlcera –se fue a la cocina de nuevo y Reid aprovechó para verter varias cucharadas de azúcar a su café. Después de que García le vertió a su café la crema y un par de cucharadas de azúcar se sentó a un lado del él-. Soy toda oídos.

¿Por dónde quieres que inicie?

¿Qué te parece el cuándo, cuándo ocurrió? Supongo que no fue reciente, puesto que no has salido de viaje, así que sucedió antes, ¿pero qué tan antes?

Fue –Reid suspiró, ya no había vuelta atrás-, fue en el mismo día en que llegué a las vegas hace casi dos meses –García escupió su café.

¡Pero eso fue al inicio de las vacaciones! –colocó su taza en la mesita y se limpió su boca.

Así es –desde allí comenzó a contarle todo, desde que llegó, el motivo de porque no les llamó, hasta su viaje a Inglaterra. Solo paró algunas veces para tranquilizarse y continuar.

Ninguno de los dos bebió más de su café hasta que Reid hubo terminado con su historia. Una vez que terminó, los dos se quedaron callados, y, Reid que había dejado su taza en la mesita también, tenía unidas las manos y las miraba. Cuando por fin se aventuró a levantar la mirada para ver a García directamente a los ojos, vio que García lo miraba con tristeza, amor y comprensión.

Reid sintió que algunas lágrimas comenzaban a resbalarle por las mejillas y García rápidamente lo abrazó y el hundió la cabeza en el hombro de García y comenzó a llorar aferrándose fuertemente a ella y García lo tenía fuertemente abrazado.

Después de algunos minutos Reid se alejó de García y pudo notar una zona húmeda en el hombro de ella y se limpió los restos de sus lágrimas con el dorso de su mano. Cuando sus ojos se acostumbraron de nuevo a su alrededor, García también estaba limpiándose los ojos con una servilleta.

Lᴏ Qᴜᴇ Gᴀɴᴀᴍᴏs Aʟ Pᴇʀᴅᴇʀ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora