Ese mayordomo odiando

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Las rosas blancas se movían con el viento a un compás rítmico, algunos delicados pétalos se dejaban elevar por el cielo alejándose sin rumbo, en una silla cerca de una redonda mesa estaba el pequeño niño de mirada azul con el brazo sobre la superficie metálica y mirando un periódico para enterarse sobre alguna noticia importante o alguna nueva historia publicada.

En unos metros más una casa de dos pisos no muy grande pero si de vista algo lujosa, era la única vivienda sobre esa colina cubierta de pasto color verde esmeralda y unos grandes Rosales blancos con azul que siempre estaban en flor, no hace apenas 1 año que decidió el joven amo quedarse a vivir en ese lugar lejos de la ciudad y de la gente totalmente aislado de todo, por la ventana del segundo piso una mirada airada y molesta de tono carmesí fulminante sobre la silueta del joven que seguía mirando el periódico sobre la mesa.

"Los detesto, tanto tiempo ya sirviendo a este mocoso y ahora atando mi cuello como vil perro hambriento por una eternidad, ya no puedo ni moverme de éste aburrido lugar "

Si bien Sebastian obedecía leal a su amo le tenía cierto rencor y coraje no decía nada, ese sarcasmo y humor crudo que solía tener cuando Ciel era un humano se había desaparecido, ahora eran distantes, él no le hablaba más que lo necesario y las pocas veces que cruzaba palabras solo era para preguntar por sus necesidades, estaba harto y sólo se dejaba llevar por sus pensamientos, en cambio Ciel no le daba mucha importancia, sólo a veces se enojaba al ver que lo ignoraba cumpliendo sus órdenes como un total desconocido, si bien su alma estaba con él y sentía un gran alivio de alejarse de todo el pasado sentía un ligero vacío en su corazón y algo de nostalgia al recordar que antes tenía mejor comunicación con el demonio, sabía muy bien que deseaba su alma con ansiedad y que sólo por eso mostraba simpatía por él "estética de un demonio" la frase más usada por Sebastian como una misma regla.

Ya en la noche Sebastian se dispone a cambiar la ropa de Ciel, desatando el nudo de su cuello y sacar los botones de los ojales.

- Sebastián, quiero que me respondas algo-

- Que puede ser motivo ahora de una conversación o pregunta joven amo? Es raro en usted - respondía sin mucha importancia.

- Aún te duele el que siga aquí ¿verdad? - el demonio no tomó importancia a esa pregunta, continuó con sacar las mangas de la camisa del chico.

- Me parece que a estas alturas esa pregunta suya no tiene sentido alguno-

Sólo término sus labores y se encaminó a su habitación, nunca se le cruzó en su mente matarlo, aunque esa era una buena solución, Sebastian era esa especie de demonio que se tomaba muy enserio su trabajo y etiqueta como le llamaba.

Llegó el siguiente día y amaneció algo nublado, Ciel estaba sentado en el jardín cuando a lo lejos divisó una silueta extraña y en cada paso se acercaba más, pudo ver que tenía figura femenina y de algún modo le provocó algo de temor, al llegar a unos pocos metros miro la silueta y unos ojos color rosados con unas abundantes pestañas color negro, sobre sus hombros se dejaban caer los mechones de cabello oscuro más negro que el carbón, una piel blanca como marfil y un cuerpo delgado y bien formado.

- ¡Vaya! Pero si es Ciel phantomhive, el chico demonio- humano, no sabes cómo deseaba conocerte-

- ¿Quién eres? - preguntaba dudoso y molesto.

Se escuchan unos pasos salir de la casa y se encamina a la joven hermosa que está a un lado de Ciel

- ¿Que te trae por estos lugares? Rose...-

La chica divertida miraba al azabache y con una sonrisa saludó - cuanto tiempo de no verte ¿cómo es que te llaman ahora? -

Con el ceño fruncido y una cara de disgusto el chico cuestionaba la aparición de la mujer. - ¿Ella quién es y que hace aquí en mi propiedad? -

- Tranquilo sólo quería ver con mis propios ojos lo que se rumoraba por los rumbos bajos del infierno- respondía algo molesta la chica

- Joven amo, ella es un demonio y viene del mismo lugar de donde yo salí hace siglos, pero desconozco su visita - con mirada desconfiada el mayordomo se colocaba junto a su amo

- No tengo interés en un demonio desconocido, sería ideal si dijeras que deseas y te vayas- sin menor interés Ciel exigía una explicación lo que no dejo más que hablar a la mujer despreocupada

- Hablar con usted joven diablillo, pero a solas - cerro un ojo de forma juguetona así que no quedo más remedio que Sebastian se quedará a una distancia algo lejana pues el oído de un demonio era muy agudo, la joven Rose se sentó en la silla metálica, cruzo su pierna y con delicadeza tomó un bizcocho que el mayordomo les sirvió, jugaba con la cuchara dentro de la taza en lo que comenzaba a hablar.

- Sólo vine a decirte que eres una novedad en el mundo demoníaco, nunca se había escuchado sobre un humano que renaciera cómo demonio y más aún tan... pequeño - sonrió en tono de burla.

- Déjate de formalidades quiero saber cuál es tu motivo de la visita - respondía molesto.

- Bien querido, la verdad es que estimó a Sebastian y lo veo sufrir por estar atado de forma obligada a tu lado, sabes? Él ya no se ve fuerte como antes ni esa energía que desbordaba, seguro que ni ganas tiene de devorar almas como antes solía hacerlo -

- Es un contrato entre él y yo, no es cosa que te importe, además él puede irse cuando quiera hacerlo-

- ¡Ja! Sebastián es de los demonios más estrictos, cuando promete algo lo cumple, esa es su estética demoníaca así que ese perro va a morir de hambre antes que te des cuenta, solo quería verlo por última vez - su sonrisa era más descarada.

Se levanto de la silla caminando dirección al bosque donde estaba Sebastian, dejando a Ciel con una mirada molesta y preocupado, ¿qué tanto de lo que dijo era verdad? Los deseos de la joven se habían cumplido dejando a Ciel con una duda en su mente y su corazón.

En un árbol estaba recargado sobre el follaje, mirando la escena algo molesto vio cuando Rose se aproximó a su encuentro

- Tú no viniste a platicar formalidades cierto? Que es lo que deseas aquí Rose- la miraba con irritación.

- Es una lástima mi querido Sebastian... pero que nombre tan vulgar tienes ahora, sabes vine a ver qué tan ciertos eran los rumores donde el magnífico demonio que conocí quedó atado a un mocoso -

- Es un contrato y decidí aceptar los términos -

- Lo sé, lo sé, pero eres un demonio amor, sabes que no podemos vivir atados a un contratista y menos sin comer nada... te veo débil y fatigado, vamos acéptalo eres un juguete peor que un perro con correa, si aún queda algo de orgullo en ti déjalo y nunca regreses a él - acarició su mejilla con suavidad y continuó el paso.

¿Caminó perdiéndose en el bosque dejando a Sebastian con una espinita en su mente, realmente sería una solución abandonarlo sin importar el contrato? Lo aceptaba, tenía hambre y quería ser libre y dejar a Ciel solo, al menos eso pensaba.

Llegó la noche y término de cambiar a Ciel éste no dijo palabra alguna pues las palabras de la chica no dejaban de sonar en su cabeza

- Es molesto parece que sufres de hacer tus tareas diarias, me es incómodo - murmuraba levemente el joven.

- Amo, esas palabras son impropias de usted no le veo sentido a esta conversación-

- Pues si...Tal vez tienes razón, puedes retirarte - fatigado y confundido se acostaba.

- Buenas noches y que tenga dulces sueños -

Ciel se durmió profundamente sin darle importancia, cuando unos recuerdos volaban en su mente y las imágenes se formaban, logro escuchar "dulces sueños" las palabras de Sebastian lo hicieron recordar ese día que él lo abandonó en París al decir esa misma frase, se levantó de golpe en la cama eran eso de las 6 am y llamó a Sebastian, pero nadie llegó, se levantó de la cama y busco por toda la casa y el jardín, él ya no estaba ni señas ni rastro, Sebastian se había marchado ¿Lo abandono?

Hasta La EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora