Kirsten... Kirsten... No dejo de pensar en ella, en qué estará ocurriendo arriba. Y mientras, yo estoy atrapado en lo más profundo del fuerte Henge. Estoy al borde de la locura. Mientras los rebeldes luchan por sus vidas y para escaparse de la trampa de MEKÁNIKA, yo estoy encerrado, a oscuras. No lo puedo soportar.
Golpeo varias veces la puerta del ascensor, que cede finalmente y deja una apertura entre la penúltima y la última planta. Intento salir del ascensor por la penúltima planta, la planta número -15. Al lado del ascensor están las escaleras, que te pueden conducir hasta la superficie. Sin pensármelo dos veces, salgo corriendo por la única vía de escape que hay, que en la planta -3 queda tapada por grandes escombros que han caído del techo. Queda un hueco de veinte centímetros por la parte superior. No puedo pasar por ahí. Esto es un infierno, tanto física como mentalmente. Finalmente me decanto por ir a la sala de armas, en la planta -4. Agarro un lanzacohetes. Antes de subir pienso: el techo se podría derrumbar más si exploto los escombros. Suelto el arma, pero me llevo unas granadas, las cuales activo en los escombros. Me alejo y lo siguiente que veo son miles de pedazos de piedra volando por los aires. Afortunadamente, el techo sigue sano y salvo.
Llego a la planta principal, y veo el caos que ha ocurrido aquí arriba. Los muros del fuerte son muy resistentes, pero el destrozo interior lo habrán provocado los rebeldes que intentaron refugiarse. La prueba de mi hipótesis son los cuerpos de los rebeldes esparcidos por toda la planta y cuerpos de MEKAs en la entrada y en las esquinas de los pasillos. Pero lo que veo fuera es aún peor. La sangre de los muros refleja la luz de los grandes tanques, ahora abandonados. Montones de cuerpos tumbados en el suelo, unos agujereados, otros calcinados por el fuego. Y unos pocos electrocutados, aplastados y con una sustancia azul que al tocarla da electricidad. En el suelo también veo grandes marcas, como unas pisadas. No son de personas, es de algo mucho mayor, pero no sé decir de qué. Estoy desconcertado, pero vuelvo a la realidad cuando veo a Luke haciéndome señales desde un lado de los muros. Y Kirsten... está tumbada en los brazos de Rei. Tiene el cuello ensangrentado, una bala le ha rozado el lado izquierdo, pero no le ha atravesado. Liam le ha sacado otra bala de la pierna izquierda, y está llena de sangre.
- Kirsten... - me acerco a ella y la abrazo. Rei me deja que la tenga en sus manos.
- Está viva, pero débil. – me dice Rei. Efectivamente, cuando la dejo caer en mis brazos abre un poco los ojos, lo suficiente para que pueda ver su color verde profundo. Miran al cielo, al infinito, y luego se desvían hacia los míos.
- Hola Ry. – así me ha llamado, y sinceramente suena bien.
- Hola Kirsten. – mis lágrimas caen en sus mejillas y se deslizan hasta llegar al suelo. – Tranquila, estás bien. Vas a estar bien. – Le quito el pelo de la cara y le acaricio sus sonrojadas mejillas.
- ¿Y tú? ¿Estás bien? – me pregunta.
- Sí. – miento. No puedo aguantar ver así a Kirsten; sin embargo, me reservo toda mi ira para Beth y Ailann.
- Me alegro. – susurra. Cierra los ojos y se vuelve a dormir en un mundo lleno de pesadillas, sangre y muerte.
- Déjala descansar. – me aconseja Liam. – Rei intentará taponar las heridas, no debe perder más sangre.
Rei saca unas telas de su mochila y hace un torniquete en la pierna de Kirsten. Puede verse la expresión de dolor en la cara de Kirsten, aunque sigue inconsciente. De pronto, entre los tanques, una figura humana se dirige hacia nosotros.
- ¡Ryan! ¡Liam! – grita una mujer. La reconozco antes de que pueda verla: Beth. Se acerca corriendo preocupada, como si no supiéramos que ha sido ella la que ha provocado esto. Y, sinceramente, no sabe que he descubierto su plan, así que sigo su juego. Advierto a todos que no disparen ni la apunten, que no dude lo más mínimo.
- ¡Beth! ¡Ayúdanos, por favor! – grito. Cuando llega al grupo, le abrazo. Es el momento perfecto, el abrazo mortal.
Saco el cuchillo de mi madre, que aún lo tengo, y se lo hinco en el pecho brutalmente. No tengo miedo de lo que Ailann vaya a hacerme después, ni de las repercusiones que tendrá.
- Eres peor que Ailann. Ojalá tu cuerpo se pudra, como le pasará al suyo. – digo con voz amenazante y mirándola fijamente a sus ojos, llenos de dolor y terror. Para rematar, le saco el cuchillo del pecho y le hago un corte en el cuello. Muere justo después. La tiro al suelo y limpio el cuchillo.
- La siguiente eres tú, Ailann.
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MEKÁNIKA
Science FictionSiglo XXIII: Londres es una ciudad hundida en la miseria que provocó la Tercera Guerra Mundial. Enfermedades, revueltas, anarquía... En esta situación aparece MEKÁNIKA, una corporación dispuesta a convertir Londres en la próspera capital que antes e...