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Hoy es el día. 

Harold y yo tenemos que embarcarnos en un langskip para llegar hasta Inglaterra, o dónde quiera que estos tipos vayan. 

La travesía será larga, al menos quince días de viaje por delante, si el viento colabora. 

-Espero que reces a tus dioses para que el viento colabore -le aconsejo a Harold mientras le palmeo la espalda de camino a casa de sus padres. 

Nilenna va a quedarse con ellos y, creedme, pocas veces me ha dolido tanto tener que despedirme de alguien. Puede que Nilenna sea pequeña y sepa que ella no me recordará dentro de unos años, pero aún así... yo seguiré recordando a las personas que he conocido aquí, incluso cuando vuelva e intente olvidar durante un tiempo, incluso cuando finja que todo esto ha sido solo un sueño producto de mi alocada imaginación. 

En serio, ¿quién me creería? Nada más llegar mis padres me encerrarían en un manicomio con gente que habla consigo misma como si fuera dos personas a la vez. No puedo ir a ese lugar. 

Harold le dice cosas a Nilenna mientras la lleva en brazos por las calles (si es que se pueden si quiera llamar así) de Averia. 

-¿Qué es lo que le estás diciendo? -le pregunto con mucha curiosidad. 

Una sonrisa felina, que no me gusta nada, se extiende en la cara de Harold. 

-Le he dicho que eres muy desconfiada de mis dioses -confiesa.

-De tus dioses y de los que no son tus dioses -digo, encogiéndome de hombros. 

-¿No te importa insultarme? -pregunta con una rubia ceja alzada. 

-No te estoy insultando -me quejo. 

-Insultar a mis dioses es insultarme a mí por creer en ellos. 

Visto de esa forma... 

-Está bien, Harold -suspiro-. Nunca más vamos a hablar de tus dioses, ¿vale? Me olvidaré de ellos. 

-Es un pequeño paso -murmura hacia Nilenna. 

Ella entorna los ojos hacia él sin entenderlo. Todavía sigo sin poder darle un nombre a su idioma. Sé que no es noruego porque este se empezó a hablar mucho después, pero... no sé cómo llaman al idioma de esta época en la actualidad. 

De todas formas, no importa. No lo entiendo y nunca lo voy a entender. Tampoco necesito entenderlo. Harold habla mi idioma y no me importa un comino lo que hablen los demás vikingos del barco. 

Harold golpea la puerta principal de la casa de sus padres. Einar seguramente esté sentado en su gran y tosco trono de madera, o tal vez en algún tipo de reunión. No me importa demasiado. 

Un esclavo abre la puerta, nos hace una señal para que pasemos pero, antes de que podamos entrar, la que supongo que es la madre de Harold, aparece en el umbral. Lleva el rubio pelo recogido en intrincadas trenzas, señal de que está casada. Un traje que comparados con lo que llevan las demás mujeres denota su... posición, supongo y un montón de cuentas colgando de un típico collar que indican también su posición superior. En las casas vikingas mandan las mujeres y su cara da a entender que si te metes con ella en sus dominios... te va a hacer picadillo. 

No me entero de la conversación que Harold mantiene con su madre. Me parece una falta de respeto que hablen en otro idioma delante de mí, pero me tengo que jorobar y esperar hasta que ella sonríe hacia Nilenna y la toma de la mano mientras tira de ella hacia el interior de la gran casa. El sirviente es quien coge el saco con la ropa de la niña y desaparece rápidamente. 

Nilenna se gira para mirarnos mientras es arrastrada al interior por la madre de Harold, que ni siquiera me ha dirigido la palabra. Sus ojos nos observan con temor mientras se detiene y comienza a tirar de la mano de la madre de Harold. 

Mi corazón se parte en mil pedazos cuando Nilenna se hecha a llorar y las lagrimas surcan sus ya mucho más regordetas mejillas. 

-¡Móðir! ¡Móðir! -grita Nilenna mientras tira de la mujer. 

Harold me lanza una mirada de reojo. 

-¿Qué es lo que dice? -le pregunto casi angustia por escuchar por primera vez a Nilenna llorar. 

-Madre -traduce Harold. 

Un nudo ocupa toda mi garganta y comienza a doler. Las lágrimas están apunto de desbordarse de mis ojos y no quiero que mis últimos momentos en tierra firme me los pase llorando. No yo, la próxima doncella escudera de Averia. 

-Por favor -susurro entrecortadamente mientras me doy la vuelta y bajo los escalones hasta la calle. 

Cuando vuelva al futuro no tendré que seguir sintiéndome culpable. Ellos ya habrán muerto y no podré hacer nada por ellos. Este no es mi lugar. Harold no es mi novio del instituto con el que planeo ir a la universidad, después casarme y tener hijos. Aquí no hay pasos que pueda seguir, nada está escrito en esta época para mí. 

Ahogo un sollozo antes de notar un fuerte tirón del bajo de mi vestido y darme cuenta de que los llantos están más cerca. Cuando me doy la vuelta encuentro a Nilenna con la cara roja como un tomate por el llanto, empapada por las lágrimas y sorbiéndose la nariz a causa de los mocos.

Sin poder remediarlo, como si mi instinto maternal y protector se hiciera cargo de mí, cojo a Nilenna del suelo y la abrazo contra mí. Puede que Nilenna no sea mía. ¡Joder, solo tengo dieciocho como para saber si quiera lo que es tener a alguien tan indefenso a tu cargo! Pero... ella ha sido mía durante un tiempo. Bueno también ha sido de Harold, y lo seguirá siendo cuando él vuelva. 

La niña no deja de decir palabras que no comprendo. Levanto mis ojos llorosos hasta Harold. 

-¿Qué dice? -pregunto mientras acaricio la espalda de Nilenna para que se calme. 

-Te pide que no la dejes -traduce, y noto que sus ojos también están brillantes por las fuertes emociones de estos momentos. 

No puede llorar. Harold no puede en esta época llorar libremente, incluso en mi siglo eso sigue viéndose como algo de lo que avergonzarse, cuando no debería de ser así. 

-Por favor, dile... dile que tú vas a volver, Harold -le pido mientras me coloco frente a él, muy pegados, con Nilenna entre nosotros-. Asegúrale que volverás. Dile que antes de que se de cuenta habrás vuelto con ella. 

Beso a Nilenna en la mejilla, le limpio las lágrimas y se la doy a Harold. A ella no le importa irse con él porque los dos somos importantes, somos 50 y 50. Harold susurra las palabras sobre su coronilla y le besa el pelo con cariño. 

Harold y Nilenna se las apañarán bien sin mí. Ellos son fuertes, serán mucho más fuertes juntos e incluso se olvidarán de que yo alguna vez estuve con ellos. O eso espero. 

Vale, sí sé cuál es el idioma que hablan los vikingos. Se llama Nórdico Antiguo, pero en el libro hablo desde el punto de vista de Sophia (a.k.a Kaysa) y ella no lo sabe. Siento que el capítulo haya tardado tanto #LAVIDAUNIVERSITARIAAPESTA. 

LA HIJA DEL TIEMPO (ERA DE VIKINGOS) TERMINADA y CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora