Cuando me despierto, no sé qué hora es. No hay forma de que sepa qué hora es. No tengo reloj, ni móvil, ni siquiera puedo ver el sol por la ventana para ver si está muy alto o muy bajo...
Lo que sí sé es que espacio a mi lado está vacío, la luz del sol entra por la ventana y el fuego crepita en el centro de la cabaña.
Me siento en la cama y me aparto el pelo de la cara casi a manotazos. Necesito pedirle a Harold que me preste su rudimentario peine. No quiero, la verdad, pero es lo que debo hacer si no quiero terminar con un perfecto nido de cigüeñas en mi cabeza.
Justo cuando estoy pensando en lo raro que sería ir por ahí con una cigüeña en la cabeza, Harold hace una fantástica y ruidosa entrada en la cabaña.
Me sorprende con la guardia baja cuando me mira y sonríe cálidamente como si despertarse temprano fuera la cosa más maravillosa del día. Hago una mueca de desagrado en respuesta y aparto las mantas de pelo de mi cuerpo.
-Muy buena táctica esa de salir de la cama antes que yo para que no me de cuenta de que me has metido mano mientras dormía -suelto mientras me bajo de la cama y cruzo los brazos por encima de mi pecho para mostrar mi desconfianza.
Harold me señala con el dedo y sonríe.
-No entiendo nada de lo que dices -apunta.
Abro los ojos de par en par cuando me doy cuenta de que solo llevo puesta la fina tela que se lleva aquí como ropa interior, aunque yo sigo conservando la mía del siglo XXI. ¡Gracias a toda la suerte que me queda intacta!
-Disfruta de la vista mientras puedas, amigo -me burlo mientras busco uno de los trajes-. Va a ser la última vez que disfrutarás de ella.
Tiro de uno de color vino tinto y me lo paso por la cabeza como si tal cosa.
-Yo no estaría tan segura de eso, dulce Kaysa -se burla en respuesta.
Cuando saco la cabeza por el vestido le lanzo una mirada mortal, pero Harold parece no verse afectado, más bien parece disfrutar de mis respuestas y amenazas. ¡Vaya chico más raro!
-¿Y Nilenna? -pregunto mientras me calzo mis zapatos de deporte.
-Dormida -responde Harold mientras se sienta en la basta mesa de madera y comienza a cortar pan y untar mantequilla-. ¿Quieres desayunar?
-Sí, gracias -digo mientras me acerco y me siento frente a él-. ¿No vas a despertarla? -pregunto cuando Harold no añade nada más y me pasa una tostada.
Harold se aclara la garganta y parece ruborizarse.
-No sé cuándo debo despertar a una niña pequeña... -confiesa avergonzado.
Me muerdo la lengua para evitar reír. Adopto una postura de experta en niños y lo miro con seriedad.
-Si la levantas para desayunar está bien, aunque... puede que no le venga mal descansar. Podemos dejarla dormir hasta que quiera -aconsejo-. Todavía es muy pequeña para que le impongamos un horario.
Harold asiente en entendimiento. Sirvo un vaso con leche para mí y me lo bebo entero. Antes de que terminemos el desayuno Nilenna se asoma por la cortina de su habitación como si estuviese espiándonos. Incluso yo hacía eso cuando era pequeña y quería espiar a mis padres en el salón. Otra cosa que demuestra que por muchos siglos que pasen hay cosas que no cambian.
-Mira quién se ha despertado, Harold -susurro con una sonrisa hacia Harold.
Él levanta una ceja hacia mí antes de hacerle una especie de señal con los ojos para que mire a Nilenna. Harold se gira en su banco y sonríe hacia Nilenna. Dice unas palabras hacia la niña que no comprendo, pero ella comienza a soltar la tela que le da privacidad poco a poco. Sin embargo, se queda junto a la cortina sin acercarse a nosotros, por más gestos que le haga Harold para que vaya hacia él, supongo...
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LA HIJA DEL TIEMPO (ERA DE VIKINGOS) TERMINADA y CORRIGIENDO
Ficção Adolescente1ª PARTE DE LA SAGA "LAS HIJAS DEL TIEMPO" (CADA LIBRO ES INDEPENDIENTE) Sophia, de dieciocho años, está a tan solo unos meses de ir a la universidad. Aunque unos sucesos, que incluyen una tarrina de helado, hacen que termine en el siglo VIII. Un...