Al otro lado de la puerta principal de la casa de Einar el Hersir, aparece un hombre flacucho y con la cabeza rapada. Tiene la mirada hundida, triste y baja. Su espalda está algo encorvada, como si llevase el peso del mundo encima.
Harold suelta unas palabras en su idioma, mientras yo me quedo mirándolo con curiosidad. Me encantaría saber qué le dice al hombre.
-¿En serio, Harold? -pregunto enfadada-. ¿Otro esclavo?
El esclavo, el thrall, nos deja pasar al interior de la casa. No tardo mucho en descubrir que es igual que la de Harold, solo que más grande y parece tener al menos una habitación.
Harold se detiene en el interior de la casa mientras el esclavo cierra la puerta de nuevo tras nosotros. Harold me dirige una mirada, casi de arrepentimiento, pero a la vez de fastidio por estar constantemente sometiéndose a mis directas criticas. No lo puedo remediar, si pienso que algo está mal, voy a decirlo.
Me quedo mirando hipnotizada el fuego que crepita en el centro de la casa, y el humo que asciende hasta la redonda abertura en el techo. Hay una cacerola, o como lo llamen aquí, colocada sobre el fuego y otra esclava parece remover lo que sea que hay dentro.
Suspiro con desaprobación mientras recorro con la mirada el resto de la estancia. Hay una gran mesa de madera y bancos, pero en el centro de la habitación, detrás del fuego, hay una silla grande, casi como un trono. Y está ocupada. Einar el Hersir sentado en su trono.
No es como esperaba. Supongo que me han tenido engañada durante toda mi vida. El hombre no es rubio, es moreno, con el pelo largo, semirrecogido y la barba larga, pero... recogida de alguna forma. Lo único que concuerda con mi concepción de vikingo es que es grande. Pero... tampoco tanto como esperaba. Puede que sea muy alto y ancho, más que nadie que haya visto hasta ahora. Pero el es la excepción que confirma la regla. Los vikingos son tan altos como un modelo de Calvin Klein o una modelo de Victoria's Secret, no como jugadores de la NBA.
Einar el Hersir habla en su lengua materna, mirando hacia mí. Parpadeo unas veces, abro la boca, la cierro y miro a Harold en busca de ayuda. Harold se queda junto a mí, sin dar un paso al frente como si fuera superior ni él fuera el que tuviera que cargar al final con toda la responsabilidad de salvar mi pellejo. En la conversación distingo «Kaysa». Está claro que no están hablando del tiempo.
-Kaysa -dice Einar mirando hacia mí de nuevo. Su voz es tan... grave y baja. Asusta de la forma en la que asustaría Papa Noel si llegara y te hablara de verdad-. Siento la muerte de tu padre y de tu pueblo. Harold dice que buscas refugio.
-Sí, Einar el Hersir -digo con voz firme.
Por favor que se lo traga, por favor que no me mate, por favor que considere que soy lo suficientemente educada como para no darme de comer a la jauría de lobos que seguro que tiene como mascotas.
-Harold dice que tu madre era inglesa -continúa diciendo el hombre, sentado en la silla con la espada recta.
Frente a mí, la esclava sigue haciendo el almuerzo como si nada.
-Sí, y mi padre era vikingo -tercio con serenidad.
-¿Por qué una inglesa? -pregunta Einar mientras se inclina hacia adelante con curiosidad.
-Su pueblo había sufrido una... enfermedad y habían muerto muchas de las mujeres -miento-. Decidió que era mejor buscar una en Inglaterra durante una de sus travesías.
¡Joder! Me voy a llevar el premio a Miss Mentira.
-¿Por qué no aquí? -pregunta mientras abre sus enormes brazos que casi pueden asfixiarte con un abrazo.
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LA HIJA DEL TIEMPO (ERA DE VIKINGOS) TERMINADA y CORRIGIENDO
Novela Juvenil1ª PARTE DE LA SAGA "LAS HIJAS DEL TIEMPO" (CADA LIBRO ES INDEPENDIENTE) Sophia, de dieciocho años, está a tan solo unos meses de ir a la universidad. Aunque unos sucesos, que incluyen una tarrina de helado, hacen que termine en el siglo VIII. Un...