Algo no va bien.
No es solo... no es solo no tener un retrete o una ducha, o que haga mucho frío. Estos hombre son muy duros y aparte de los típicos mareos de inicios de la travesía, ninguno se ha enfermado. Soy yo. Se supone... se supone que ya tendría que haberme llegado el periodo, pero no. Durante todo el día, todos los días, no dejo de repetirme que es el estés de la travesía, el estrés de saber que estoy cerca de volver de nuevo a casa, el estrés que me produce pensar en dejar a Harold y a Nilenna atrás, porque me importan. Pero... en mi subconsciente, sé que esto no tiene buena pinta lo mires por donde lo mires. No necesito llevarme al futuro un bebé del pasado. ¿Es eso acaso posible?
Es el estrés, seguro.
-¿Cuánto crees que queda para llegar? -le pregunto a Harold mientras llega a mí en la parte baja del barco.
Estoy tumbada sobre un montón de mantas y tapada con otro montón de ellas. El viento sopla con fuerza en cubierta y el barco se mueve de un lado para el otro constantemente. He estado en un barco antes. Ninguno se movía tanto como este.
-Con este viento a favor, muy pronto -asegura mientras se pone de rodillas junto a mí y me aparta el pelo de la cara con delicadeza-. Lo prometo.
-Yuju -digo sin ganas.
-Se ve que no estás mejor -dice en tono bajo-. ¿Necesitas algo?
-¿Sería mucho pedir si te pido que te tumbes junto a mí y me abraces? -pregunto en un susurro.
Una de las esquinas de la boca de Harold se levanta en una media sonrisa.
-Eso no sería pedir nada, pero no estoy seguro de que nos haga ningún bien, Kaysa -responde con tristeza-. Te vas. Me estaría haciendo daño voluntariamente si me tumbara a tu lado, te abrazará y fingiera que no estás aquí para irte para siempre. No me gusta los sentimientos que me está despertando esta travesía.
-¿Qué sentimientos? -pregunto mientras tomo su mano entre las mías.
Sus manos están calientes, mientras que las mías están frías como el hielo. Y estamos en verano...
-Me duele todo el cuerpo cada vez que pienso en el momento en el que te vayas -dice con la voz ahogada, llena de dolor-. ¿Cómo voy a sobrevivir a eso? ¿Cómo esperas que siga después de tu partida viviendo mi vida como antes de tu llegada? Me duele todo el cuerpo cuando pienso en ello -se señala el pecho con la mano libre-. Me duele aquí. ¿Qué hay aquí? ¿Por qué me duele tanto?
-Los pulmones y el corazón -respondo-. Son los encargados de distribuir el oxigeno y la sangre por todo tu cuerpo.
-Me duelen cuando pienso en que te vas. ¿Por qué me pasa esto? Es como si se me encogieran... y no puedo respirar y me duele.
Solitarias lágrimas se derraman de los ojos de Harold, en silencio, hasta su barbilla. Giro la cabeza hacia el otro lado, no quiero verlo llorar. No quiero que nadie llore porque yo tenga que volver a donde pertenezco.
-Yo no quiero hacerte daño -susurro, ahogando un sollozo. Mi garganta duele por el llanto contenido.
-Pero lo haces -susurra casi con un gruñido bajo.
-¡No intencionadamente! -contraataco.
-Sabes que puedes elegir no hacerme daño -Harold suelta su mano de entre las mías.
-No puedo, Harold. No puedo romper el orden del universo.
-¡No has roto nada! ¡No lo entiendes! Tal vez se ha arreglado, no roto. ¿Y si perteneces a este lugar y estás montando todo este... todo este... lo que sea por nada? ¿Y si mis dioses quieren que tú estés aquí conmigo?
-Tus dioses no existen -murmuro con voz sombría.
La respuesta de Harold es levantarse y volver a la cubierta del barco con todos los demás.
Uno podría pensar que Harold y yo nos pasamos el resto de los días enfadados, pero no. En el próximo descanso de Harold, nos pedimos perdón mutuamente. Tengo que hacerle entender que tengo que volver a mi tiempo, pero ni siquiera yo tengo los argumentos suficientes para hacerlo. Mis padres todavía no han nacido, y si me quedo aquí no sabrán que se suponía que yo fuera suya. Habrá otra u otro que ocupará mi lugar, tal vez nadie.
Por todo lo que sé, el mundo puede haber muerto porque yo no he nacido o seguir igual que antes pero sin la existencia de un Sophia Graceland en el siglo XXI.
Y Harold, en cambio, tiene argumentos muy convincentes. Hay muchas cosas que yo puedo hacer aquí para mejorar la vida de los demás, pero tendría que tener siempre cuidado de no alterar el futuro de manera drástica. Es decir, no puedo inventar la penicilina, ni la electricidad, ni el teléfono, ni internet... tendría que atenerme a cosas básicas como... saber de qué está formado el interior del cuerpo humano, conocer el nombre de enfermedades curables, saber coser una herida, hacer una traqueotomia, el RCP... Mis conceptos sobre matemáticas, geografía, literatura, historia... no servirán de nada si intento no alterar el tiempo.
Solo Harold conocería mi historia.
Poco tiempo después, llegamos a Inglaterra. Bueno, en realidad a Escocia. A las playas escocesas donde no hay nadie, literalmente.
-Genial -suspiro mientras planto mis pies en tierra-. Tierra firme.
Los hombres comienzan a dispersarse mientras se lanzan ordenes entre ellos que no comprendo.
Sujeto mi espada entre mis manos y camino por la arena hasta la zona interior. Hay una especie de... no montañas sino elevaciones planas que delimitan el lugar entre la arena y la playa.
Todo parece detenerse cuando oímos el sonido de los cascos de caballos golpeando contra la tierra. Nunca he montado a caballo en la vida real, pero he visto caballos en las películas y sé cómo suenan al galope.
Me siento como dentro de una película cuando los soldados, o algo parecido, aparecen en la parte alta de las elevaciones montando sus caballos y con las espadas en alto.
Antes de que la locura se desate.
Quiero hacer una especial mención aquí de agradecimiento a todos los que seguís la novela y leéis todos los capítulos. Gracias por todo vuestro apoyo, directo o indirecto :) Sinceramente, si no recibiera el feedback que recibo, me costaría mucho más encontrar las ganas para seguir escribiendo. xx
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LA HIJA DEL TIEMPO (ERA DE VIKINGOS) TERMINADA y CORRIGIENDO
Roman pour Adolescents1ª PARTE DE LA SAGA "LAS HIJAS DEL TIEMPO" (CADA LIBRO ES INDEPENDIENTE) Sophia, de dieciocho años, está a tan solo unos meses de ir a la universidad. Aunque unos sucesos, que incluyen una tarrina de helado, hacen que termine en el siglo VIII. Un...