Capitulo 14: Locura

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Permanezco sentada sobre la cama un largo rato antes de sentirme preparada para levantarme. Mi cabeza está a punto de estallar; oigo ruidos y las paredes parecen moverse... han de caerme encima. En la mesita de noche los frascos vacíos de aspirinas y pastillas para dormir se acumulan. No estoy segura de cuántas he tomado, ni en qué momento, pero lo he estado haciendo. Me duele la garganta de tanto tragarlas. Duermo horas y horas y despierto igualmente cansada. Me cuesta ordenar mis pensamientos. 

No sé dónde está el Sr. J, ni mi teléfono. Me pregunto cómo está Pamela; la dejé sin más, sin despedirme o explicarle nada. Extraño el apartamento y hablar con ella. 

Me siento mareada, así que me vuelvo a recostar. Enciendo el televisor en busca de algo entretenido, pero lo único que hago es pasar y pasar de un canal a otro. Tiro el control remoto y cambia a las noticias. Tal vez esté alucinando, pero veo mi foto en la pantalla.  

—La dra. Harleen Quinzel, quien hasta hace poco trabajaba como psiquiatra en el Asilo Arkham sigue desaparecida. Fuentes afirman que fue victima de su paciente, el conocido criminal apodado como El Joker, y que éste la torturo antes de escapar de su encierro. Fue vista por última en su apartamento del centro con quien comparte con la Dra. Pamela Isley, hace tres semanas. 

¿Tres semanas? ¿Están bromeando? La migraña no me deja pensar. Estoy casi segura de que no he estado aquí por más de tres días. ¿Cómo es posible? 

Bajo mi cabeza y la pongo entre mis rodillas. Piensa, piensa, piensa. Necesito tomar aire; no he salido desde... bueno, en realidad no sé. Empiezo a darme cuenta de que he perdido casi por completo la noción del tiempo. ¿Qué diablos me pasa? 

Voy al closet y me pongo lo primero que encuentro. Agarro las llaves de uno de los autos que me ha dado el Sr. J y me dirijo al estacionamiento. 

—Señora, ¿a dónde va? ¿La puedo ayudar? —pregunta uno de los empleados. 

—¡Nadie puede ayudarme, maldición! —grito. 

Voy sin control por la carretera. Cada dos segundos tengo que cerrar los ojos con fuerza para aclarar la vista un poco, veo borroso. Paso por una calle que se me hace familiar. Cambio de rumbo. Estaciono en un lugar discreto y me bajo. Camino sigilosamente entre la oscuridad de las calles de Gotham. No tengo idea de qué hora es, pero es tarde. 

Subo por las escaleras de emergencia y llego a la ventana de mi antiguo apartamento. Ahora sé abrir cualquier cerradura gracias a las tantas cosas que he aprendido de mi Sr. J. Pamela duerme en el sillón. 

—¡Hola! —grito frenéticamente. Pamela da un brinco y casi muere del susto. 

¡Rayos, tengo que controlarme! 

—Dios mio, ¿eres tú? Harleen, es un milagro —me abraza—. ¿Dónde has estado metida? —me mira con asombro. Examina mi atuendo, mi cabello, mi piel—. Dime qué te hizo...

—¿De qué hablas? 

—¿No te has visto en un espejo? ¿Qué le pasó a tu piel? Está blanca como un fantasma. Te teñiste el cabellos, estás demacrada, tu ropa. Todo. 

—No, no, no, estoy mejor que nunca. Amiga, he encontrado el amor. 

—No te atrevas, no te atrevas a decirlo. Lo venia sospechando. El Joker te secuestró y ahora piensas que lo amas.  

—Sí lo amo. Él es bueno conmigo, no es el cruel sin corazón que la ciudad quiere que crean que es. Además, no me secuestró. 

—Harleen, escucha —me sienta en un mueble—. Lo que estás diciendo no tiene sentido. Hace casi un mes, los aliados de El Joker atacaron Arkham para sacarlo. Estabas en una sesión con él, ¿recuerdas? Te torturó con cargas eléctricas directo a tu cerebro. Debido a eso, no puedes pensar con claridad, todo lo que diga ese psicópata parecerá real. Te está manipulando, amiga. 

—No es cierto, no puede ser así —llevo mis manos a mi rostro y lloro. 

—El médico que te atendió me dijo que estarías experimentando síntomas como migrañas, mareos, falta de atención, episodios violentos, alucinaciones, psicosis. ¿Entiendes? Él se aprovecha de eso para que creas que eres algo que no eres. Sientes que estás enamorada de él porque te sigue la corriente y te hace sentir que tu estado actual es normal, pero no es así, necesitas ayuda. Tratamiento. 

—¿Dices que estoy loca? 

—Claro que no, cálmate. Sufriste un accidente y debes rehabilitarte, nada más. 

—Él me ama, me ama de verdad. Soy su reina. Esta es la vida que quiero. 

—¿Y tu carrera? ¿Pensaste en eso? Eras una de las psiquiatras jóvenes más prometedoras. Y lo puedes volver a ser. Piénsalo. Luego de que te recuperes, podrías escribir un libro sobre todo lo que te pasó. Te volverías famosa. 

—No me interesa. Antes estaba vacía, sin amor. Ahora soy feliz. 

Me levanto y me dispongo a salir de ahí. 

 —¡Espera! —dice—. Si no puedo convencerte de que vuelvas a tu vida anterior, tal vez pueda hacerte ver que hay otras cosas por las que puedes luchar. 

—¿Qué quieres decir?

—Veámonos mañana en la noche, en Hudson. 

—¿Hudson? ¿Ese lugar no es territorio de bandas de motociclistas? 

—Sí, pero eso no importa. ¿Irás? 

—Está bien. 

Sé que lo mío con el Sr. J es genuino. Es cierto. Nadie me ha a separar de él. Voy a luchar contra esto y me acostumbraré, soy igual a él, somos uno. Volví a nacer, y ya no hay retorno. Esto es lo que quiero, esto es lo que realmente soy. 

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¡Buenas noticias! A partir de hoy, publicaré un nuevo capitulo cada martes y viernes. Así estarán al tanto de lo que va pasando en la historia más seguido. ¿Qué les parece? 

Obsesión suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora