Capitulo 10: Sospechas

1.1K 105 17
                                    

Soy poderosa, y no lo sabia. La última semana he estado asistiendo a mis clases de defensa personal y he descubierto que tengo talento para ellas. Mis instructores han quedado casi tan sorprendidos como yo. Tal vez es por mi extensa experiencia en gimnasia, no lo sé, pero creo que cada vez soy mejor. Y me siento de maravilla. Cada vez que culmino bien un ataque, una defensa, todo mi cuerpo vibra. Libertad, eso siento. Todo ha pasado muy rápido. Aunque son intensas (creo que duran más de dos horas), no han sido muchas, tal vez cuatro, y los resultados son asombrosos. Mis músculos duelen y se fortalecen. También me siento más liviana, más delgada. 

Y las buenas noticias no terminan ahí: Pamela despertó. Estoy sentada en la sala de espera, pidió hablar conmigo. Estoy impaciente. 

Veo que su doctor me hace una señal, me levanto y voy. Me dice que ya puedo entrar, pero que sea breve, Pamela será transferida a una habitación normal. 

—Amiga —grito al verla. Ella sonríe. Tomo su mano y ella me pide que me acerque a su rostro—. ¿Qué pasa? 

—Ve a ver si no hay nadie cerca de la puerta y ciérrala. 

—¿Qué?

—Por favor —la obedezco: verifico que las enfermeras se hayan alejado y cierro. 

—Estoy tan feliz de que estés bien... —Pamela me interrumpe. 

—Tengo algo que decirte —me preocupo—. No es cierto lo que ellos creen que pasó en el laboratorio. 

—¿De qué hablas? —farfullo

—Él no experimentó conmigo. Yo misma me inyecté las sustancias.

—¿Qué dices? —me cuesta creerlo. 

—No podrías imaginar lo poderosas que son... hacen que yo sea... 

—¿Para qué son?

—Harleen, literalmente, me he convertido en una de mis plantas —me siento en su cama, necesito procesar todo esto—. Ahora soy inmune a todos los tipos de venenos conocidos por el hombre. Y... ¿cómo lo digo? Puedo hacer cosas.

—¿Cosas?

—Tienes que verlo. Tengo que salir de aquí pronto.

—Pamela, estuviste en coma por más de una semana. ¿Te volviste loca?

—Lo entenderás, amiga, lo prometo —toma mi mano y la besa.

—Como sea... —digo— lo único que importa es que estás bien. 

Una enfermera entra y me pide que salga. Lo hago. Me sorprendo al ver a Bruce en el pasillo. 

—Harleen... —dice.

—Hola, Bruce. ¿Qué haces aquí?

—Supe que tu amiga había mejorado, así que quise traerle esto —sostiene un ramo de flores. 

—Eres muy amable. La están cambiando de habitación, en un momento la verás. 

—Está bien. Sé que es de mal gusto, pero ¿te gustaría ir a la cafetería del hospital? Podríamos hablar.

—Claro. 

Nos sentamos, me trae un expreso y él saborea su capuccino. Le cuento un poco mejor lo que le pasó a Pamela. Miento, no le puedo decir lo que ella me dijo, es mejor que crea la versión que maneja la policía. También hablamos sobre otras cosas sin importancia, sobre mi vida, la de él (aunque parece que no quisiese decir mucho más allá de lo superficial). 

Obsesión suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora