Tres.

1.8K 186 176
                                    

Al abrir los ojos, fue cuando note que me había desvanecido anteriormente, mientras veía a Gerard golpear a Michael.

Defendiéndome a mí.

A su puta.

Sí, mi culo debe de valer bastante entonces, después de todo era un culo virgen.

"Has despertado" Me estremecí al ver a un hombre a mi lado viéndome con curiosidad. Respingue de inmediato reincorporándome de una, poniéndome a la defensiva. "Tranquilo, tranquilo, no te hare nada" Negué fervientemente mientras intentaba moverme, dándome cuenta de que tenía al menos dos agujas en mi cuerpo, una de sangre y otra de suero, o al menos eso supuse al sentir el sabor salado y pastoso en mi boca. "Soy Doctor, Frank." Y como si fuera eso una buena noticia, un suspiro logro escapar de mis labios.

"Yo..." Mire con detenimiento al hombre frente mío para luego dejar viajar mi vista hacia lo que sorprendentemente era, y afirmo, la habitación de Gerard. Abrí mis ojos con asombro ante tal descubrimiento. Mire esta vez mi entorno. Una sábana cubriendo mi pálido y escuálido cuerpo, lleno de tatuajes que ahora perdían su gracia, con todo y las vendas que tenía en mi cintura, y alguno que otro hematoma realmente morado. Oh... mi muñeca igual estaba vendada...

"Por suerte, esas heridas internas tenían salvación." El hombre arrugado y sin pelo panzón me sonrió amable mientras tomaba una pequeña lámpara del bolsillo de su pantalón para tomar leve mi barbilla y mirar mis ojos. Parpadee al momento en el que la quito luz de mi frente. Siguió mirándome, pasando suave sus manos en mis heridas. Solté una pequeña mueca cuando este palpo mis costillas, y es cuando sentí como una patada en estas. Mierda, que dolían de la puta madre. "Parece que todo está en orden...  Lograre salvar mi pellejo." Le mire confundido para que me devuelva esta con una sonrisa. "Gerard ha estado amenazándome a muerte cada hora que se aparecia por esa puerta y ver que no despertabas." Hice una mueca bajando la mirada. Claro... prometió violarme y matarme, una muerte rápida si le rogaba como debía, por supuesto. No gozaría hacerlo como quiere si ya estoy más del otro lado. Gruñí ahogadamente al sentí como las manos del viejo me palparon de nuevo el cuerpo, esta vez, siendo mi vientre la víctima. "Te he realizado un ultrasonido, y puedes estar tranquilo, tu matriz está intacta. No daños, Frank." Le fulmine de inmediato con la mirada, con mi boca entre abierta exageradamente.

"Co..mo..ha di..cho?..." La cara del Doctor se torció al ver mi reacción.

"Acaso tu no sabías acerca de tu condición?" Mordí mis labios soltándolos al instante pues el dolor de estos se sentía peor que cuando me los reventaron.

Que si sabía de aquella condición que me había condenado?. Por supuesto que lo sabía.

Una de las razones por la cual Felicity me guardaba un rencor descomunal.

Y es que, "como negar un don del señor!!", según mi madre.

Para mí era la perdición.

Uno más del pobre diez por ciento de hombres en la faz de la tierra que posee la capacidad genética de haber nacido con una matriz. Ovular cada veintiocho días, hasta el punto de retorcerse de dolor y para rematar, poder engendrar una vida en su interior.

Entonces, sentí un gran escalofrió nacer de mi vientre, expandiéndose en todo mi cuerpo como el fuego mismo.

"Usted..." El labio me tembló. "Usted le dijo a Gerard... o Donald..." Cerré los ojos con fuerza.

"Claro que no... tu secreto está a salvo." Mi garganta emitió un raro sonido de satisfacción, volviendo a tomar una gran bocanada de aire.

"Gracias" Dije con sinceridad. El viejo me dedico una última sonrisa antes de que en el umbral de la puerta, un carraspeo nos interrumpiera, haciendo al Doctor incomodarse enseguida, mirándome profundamente. Enseguida entendí por qué el miedo que a duras penas trataba de ocultar.

Mi Bestia -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora