Quince.

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Los pelos de la piel se me pusieron de punta, así como cada poro de esta abierta.

La expresión dura de mi padre no se hizo esperar, al igual que esas muecas de disgusto que me conocía muy bien de él.

"Así que te has vuelto la puta de Way" Articulo. Me tense enseguida recordando todo aquello por lo cual había pasado para poder estar donde ahora me sentaba. Las humillaciones, los golpes, las palabras hirientes... y si, Gerard era una bestia, y pudo haberme matado, pero siempre se disculpo, jamás me toco, ni me trato como una puta.

Definitivamente yo ya le había perdonado.

Oí a Gerard gruñir a mi lado apretando su agarre a mi costado.

"Cuidado con tus palabras Iero, recuerda que estas en mi casa."Respondió Donald, sorprendiéndome. "Piensa bien tus opiniones antes de volver a insultar a mi hijo si es que quieres salir vivo de esta"

"Oh vamos Donald, es mi hijo de quien he hablado, y no he dicho ninguna mentira, no es así Frankie?... te felicito has sobrevivido de manera inteligente."

"Basta."Respingue al oír crujir los puños de mi bestia sobre la mesa, donde se había enderezado quedando de pie viendo a mi padre con furia. Solo ahí note como mis ojos ya se hallaban hechos un mar de lágrimas.

Desde cuando me había vuelto tan sentimentalista?, mierda. Odiaba estar así frente suyo, sobre todo porque no lo valía.  Mi padre siempre había preferido a Felicity sobre mí y yo era tan parecido a mi madre... que seguro por eso me odiaba mas.

"Calma Gerard. Papa lo arregla." Donald chasqueo la lengua hablando firme a su hijo, haciendo que este vuelva a tomar asiento, sin pena a que lo vieran limpiar mis lágrimas y darme un estruendoso beso en la frente. "Como seguro ya te has dado cuenta Iero, mi hijo ha reclamado al tuyo como suyo. Ahora le pertenece, por lo cual, es como si a mí me perteneciera. Sabes matemáticas no, Cheech?... sabes que dos medios pueden hacer uno, entonces Frank y Gerard, son lo mismo. El enano es mi hijo ahora. "Mi padre miro con rabia al viejo Way, para luego verme a mí de la misma forma.

"Como sea, no vine aquí a hablar de ello. Aunque déjame decirte, mi querido Donald, que así como veo las cosas, Frank está demasiado involucrado en este asunto a tratar."

"Bien, si así lo piensas..." Donald le hizo a mi padre ademán de tomar asiento, este lo hizo al instante, aceptando el trago que una de las muchachas había traído para él.

"Quiero mis territorios de vuelta." Dijo directo mi primogenitor apenas y trago la bebida completa.

"Denegado." Respondió sin más Donald.

"Oh vamos Donald. Te los compartí por una buena causa....

"Tu hija no nos sirvió, así que prácticamente, el convenio acabo a penas ella se te devolvió."

"Claro... pero veo que mi hijo si te ha servido, no?" Apreté los ojos con asco. Desviando la mirada de lo desagradable que era la escena. "Cuantas veces ya te lo has montado, Gerard?... debo de cobrar los intereses."

"Ahora si cabron."  Y entonces la bestia apareció. Se había levantado abruptamente con el arma en mano, cargando esta para un tiro limpio, apuntando a mi padre en el cráneo. Mis ojos se abrieron como platos al ver que el hombre que lo acompañaba, apuntaba a Gerard en la sien.

"Gerard baja el arma. Iero ha venido a hablar, déjalo que hable." Donald se encontraba más sereno que yo, que estaba ya un manojo de nervios temblando sin dejar de divisar el arma que amenazaba con la vida del pelinegro. "Gerard."

"Hazle caso a papi, Gerard. No querrás dejarlo sin su heredero, o si?" La voz de mi padre me provoco arcadas  ocasionando que me pusiera de pie enseguida con las manos apoyadas a la mesa.

Mi Bestia -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora