Diez.

2.2K 169 41
                                    

           

La sensación en mi cuello seguía ahí.

Sentía el filo de las tijeras seguir cortando ya en baja magnitud, y luego las yemas del pelinegro que me hacían erizar.

"Ya está..." Susurro en mi oído, depositando luego un leve beso bajo este. Sonreí.

Habíamos estado viviendo en aquella habitación durante una semana entera; con Gerard a mi disposición, entregándonos a la pasión sin importar el tiempo.

Me voltee quedando ahora a horcajadas de él, con mis glúteos encima de sus piernas que tenían un simple pans fino, a diferencia de mí claro, que andaba como Dios me había traído al mundo.

"Tu pelo esta también algo largo." Susurre riendo a lo bajo con mis manos jugueteando el pelo del de ojos verdes con delicadeza. Realmente no estaba muy largo y así como lo traía en aquel momento, peinado algo hacia atrás, le hacía ver extremadamente sexy.

"Quieres intentar cortarlo tú?" Puse una expresión de pensármelo para luego solo negar.

"Me gusta tal cual" Gerard sonrió como en las ultimas ciento sesenta y ocho horas había estado haciendo cada vez que platicábamos de cosas tan triviales. Solo para mí. Me sentía afortunado. "Además, no creo que pueda hacerlo. No como tu al menos." Toque mi pelo, ahora ya más corto señalándolo. El pelinegro solo asintió para luego depositar un leve beso en mis labios y acomodar sus manos a mi cintura bajando estas hasta mis caderas y subiéndolas de nuevo, en una gran caricia.

"Precioso." Murmuro a lo bajo. Se despego de mis labios aun mirándome como siempre el solía hacerlo, viendo a través de mi. "Eres precioso." Afirmo haciendo a mis mejillas teñirse de un rojo intenso balbuceando una respuesta inconcreta, riéndose de mi nerviosismo.

"Gee!!" Un toque algo insistente en la puerta me hizo sobresaltar. "Donald te está mandando a llamar, y me temo que es realmente importante." Dijo Ray. Gerard gruño enseguida aferrándome más a su cuerpo, abrazándome con cuidado.

"Estoy ocupado." Repitió como igualmente había dicho en esa semana cada vez que alguien intentaba sacarlo de la habitación.

"Es importante, Gerard. Esta vez tienes que ir. Por favor." Oí un bufido por parte del mayor quien coloco enseguida su frente en mi pecho. Luego me cargo de los glúteos, levantándose al mismo tiempo del suelo y colocándome en la cama.

"Un momento." Me susurro, yo asentí.

Lo vi caminar hasta la puerta, no abriendo esta en todo su esplendor e intercambiar alguna que otra palabra con Ray quien se escuchaba algo nervioso y preocupado. Al final, la bestia grito un "De acuerdo" y luego cerró la puerta con fiereza. Pobre Ray.

"Frankie." Hablo una vez ya a mi lado, con algo de pena en su voz. "Tengo que ir." Dijo sin más.

"Entiendo." Me acerque a él acomodando mi cara en su cuello, sintiendo sus manos envolverme."Puedo ir contigo?" Pregunte seguro pero con nerviosismo. No quería despegarme de mi bestia, puede que me sintiera en paz con él, pero el territorio de los Way seguía poniéndome los nervios de punta.

"Frankie...

"Por favor." Insistí. "Prometo portarme bien, Gee. Por favor no quiero quedarme aquí solo..." Gerard permaneció en silencio por unos minutos sin dejar de abrazarme para al final solo asentir.

"Bien, pero por favor, obedéceme. No seas impertinente y no respondas a nada." Asentí apresurado con una sonrisa. El pelinegro me miro divertido para después ponernos de pie y vestirnos.

El encontrarme de nuevo entre esos pasillos sin color me hacían tensarme, pero el encontrarme de nuevo cara a cara a Donald con la expresión más seria y tosca del mundo me hizo perder el aire.

Mi Bestia -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora