Cuatro.

1.8K 173 34
                                        


Sé que debía sentirme más asustado de lo normal, digo, ahora sabía que partirían mi culo en dos esta noche, y ni siquiera estaba temblando.
No aún.
"Buen día enano" Ray había entrado a la habitación poco después de que Gerard se había ido. Le fulmine con la mirada incrédulo.
"A quien le llamas enano!?" Dije de forma irritada
"Eres el único enano que conozco" el moreno se encogió de hombros para luego empezar a arreglar la cama mientras yo terminaba de vestirme. "Debemos ponerle algo a ese labio, estas horrible hermano" parpadee mirándole divertido
"Ahora soy tu hermano?" Ray me sonrió ladeando la cabeza
"Te debo dos, y de los grandes. Así que... Dime Ray" vaya... Abrí los ojos sorpresivamente tomando la mano que el chico afro me ofrecía.
"Entonces Ray... A qué debo tanta amabilidad de tu parte?" El moreno río divertido para luego sentarse cómodamente en la cama. Suspiro.
"Es mi naturaleza ser así" dijo sin más
"Claro" bufé enseguida. "También fue tu naturaleza el casi destrozarme las costillas por defender al rubio oxigenado, no?"
"Oye con mi rubia no perra!" Amenazo, aunque percibí más burla que enojo en su voz. Sonreí.
"Te hechas a Michael Way?, enserio!?" Ray mordió su labio inferior con fuerza tragándose una carcajada
"Digamos que ciertos días de la semana puedo permitirme ese lujo"
" Lujo?...." Estuve a punto de estallar a carcajadas si no fuera por qué ahora era Ray quien me fulminaba con la mirada, y vaya que daba miedo. Tragué saliva bajando la vista. "Ya vale, entonces dime a qué debo tu reciente amabilidad?... Mis costillas sanaran en cuestión de semanas, así que no creo que eso remueva tu conciencia" alce la mirada de nuevo, mirándole confundido
" Has escogido a Gerard. Creo que es suficiente como para tenerte lastima" me estremecí al comentario de una manera escalofriante.
Recordé luego de ello aquel comentario que el mismo Ray me había hecho hacía dos días. Más bien, amenaza....
"Es lo que tú querías. Que escoja a Gerard" dije algo indignado.
"Para que mentirte enano. Si" sonrió abiertamente, mostrándome sus perlados dientes. Suspire pesado.
"Ya. No es tan malo como lo parece.... Solo que mi boca me ha hecho ganar uno que otro golpe innecesario" confesé. El moreno abrió los ojos sorpresivo analizándome de una forma incomoda poco después, con sus ojos viajando a todo mi pequeño cuerpo.
"Ahora entiendo el por qué Gerard mandó a llamar a Reinold" Ray me miró pensativo para luego solo negar. "Eres grande, Iero" arrugue la nariz.
"Disculpa?"
"Lograste lo que nadie ha podido" dijo vagamente más para sí mismo.
"Quien es Reinold? Y que se supone que logre?"
"Reinold es el viejo que te atendió ayer. El doctor de Donald, el de mayor confianza. Ya es mucho decir ese hecho, pues Gerard se ha puesto como una cabra con rabia al encontrar a Mikey a punto de violarte. Lo cual, en su nombre, una disculpa. No se podrá parar en una semana, lo juro." Reí inevitable tomando mi vientre, al dolor que aquella demostración me causo." El caso es que Gee exigió mandar a llamar a Reinold de inmediato para que te atendiera y eso ocasionó una gran discusión con el viejo. Así que yo que tú me andaría con cuidado de toparme con él."

"Alto, alto. Gerard? La bestia Gerard mandó a traer a su mejor Doctor para mí?" Ray solo asintió neutro.

"Así que deja de colmar su paciencia, Frank. Si Gerard está tratándote bien, es algo que deberías aprovechar al máximo. Ya sabes, así al menos atrasas el hecho inevitable de que te mate" el moreno lo hacía sonar tan normal que hasta yo mismo me lo creí.
"Ya. Haberlo sabido antes. Creo que mañana amanecerá con mi cadáver en esa cama" señale "Así que buena suerte limpiando mi sangre" Ray no dijo más. Solo se paró haciendo ademan de que lo siguiese.
Y es que, para que mentir. Su nula respuesta logró ponerme los pelos de punta.
Pues, que esperaba!?, algo como... "Tranquilo Frank, Gerard no te matará... Él es muy paciente, sea lo que sea que hayas hecho, te tendrá piedad"
Ahora veía que todo era color negro disfrazado de rosa.


Las miradas de todos los que ahora me rodeaban me veían con burla.
Otros simplemente me ignoraban y pasaban de largo sin siquiera bajar la mirada a verme.
Por qué eran tan jodidamente grandes!?
"Hoy te quedaras dentro. " Dijo Ray mientras escribía algo en su celular.
" Es que me dejarían salir?" El moreno ladeó la cabeza analizando mi pregunta para luego solo negar.
"Posiblemente no. Depende de Donald, y jamás te daría la oportunidad de salir huyendo" Asentí. "Harás un trabajo liviano. Ahí!" Señaló. Mi aire abandono mis pulmones con dramatismo al ver que era lo que haría durante el resto del día.
Todas eran mujeres, vestidas a ropa interior, nada sexy, cabe mencionar. Aunque era lo de menos, pues no me lograrían hacer cosquillear ni en un millón de años.
Pesaban y empaquetaban para de último sellar pequeñas bolsitas de aquel adictivo polvo blanco.
"Conserva la ropa. Si te ven herido van a hacerte llorar" dijo Ray a lo bajo para luego despedirse fugaz y dejarme en aquel sitio.
Apreté los labios caminando lentamente hasta quedar ya frente a una de las mesas. Ni una de ellas me volteo a ver...
"Toma." respingue al notar como alguien me susurraba, poniendo a mi lado una caja de cocaína lista para empezar a guardarla. La tome dudoso y guiándome de lo que las demás hacían, inicie mi labor. "Vas bien. Aprendes rápido" Dijo la misma chica de hacía unos momentos. Asentí. "Soy Lindsay" su tono de voz aumentó un poco sonriendo a medias. Mire el entorno notando que nadie la callo, incluso algunos de los hombres que supervisaban el trabajo lo dejaron pasar.
"Frank" dije ya más seguro.
"Eres un chico" su expresión algo sorpresiva me hizo rodar los ojos.
"Lo note."
" Hablo de que... Aquí nunca habían traído a un chico para embalsar" selle la última bolsa que llenaba una caja notando por primera vez la figura de este, un osito con un cartel en medio, y el apellido Way.
"Siempre hay una primera vez" suspire a la vez que la veía más detalladamente. Piel pálida, cabello negro. Ella sonrió sincera.
"Que es lo que haces aquí?" Su Curiosidad le hacía ver inocente. Yo solo pensaba el cómo había parado en aquel sitio, pues no se veía mucho más grande que yo.
"Pagando una deuda" me encogí de hombros. Sus labios curvearon una mueca.
"Son muchos?" Fruncí el ceño viendo de reojo como su expresión ahora lucia triste y vaga.
Tal vez era a causa de algún trauma.
Tal vez a ella le había tocado la mala suerte de ser echada a los lobos.
Y entonces me sentí dichoso, y estúpido también.
"Solo uno" sonreí inconsciente.
"Y con uno es suficiente para verte en tal estado..." Dijo fluido. Entendí que se refería a mi boca destrozada y los hematomas en mis mejillas.
"Así es. Nadie aquí es un santo" Me atreví a afirmar. Ni siquiera la bestia que me tenía preso. Triste pero verdad
"Eso lo dices por qué no has conocido a Gerard" Abrí los ojos más de la cuenta con la mirada aún baja, oyendo como el tono de voz de Lindsay de había aclarado, vuelto alegre.
"Gerard?" Pregunte desinteresado, pero atento a la futura respuesta.
"Así es... Gerard..."suspiro. "Es el hombre más hermoso que puede existir en el mundo. Le dicen monstruo y asesino. Pero solo es miedo y envidia." Pase saliva más veces de las que pude contar en el lapso de un minuto. Me atreví a mirar a la pelinegra quien solo sonreía enamorada. "Es el hijo del mero mero del lugar. Él hizo que me dejaran de violar todos esos bastardos" dijo afligida. "Pero Gerard simplemente llego un día y con unas simples palabras hizo que dejaran de utilizarme, al día siguiente había sido trasladada a este lugar" La mire comprensivo. "Sé que es un asesino, sabes. Pero... No me importaría morir por su mano si eso me da la oportunidad de ser la elegida para pasar la noche en su cama" Me tense ante el comentario debatiéndome sobre si hablar o no hablar.
"De verdad las mata?" me atreví a preguntar. Lindsay me dedico una lastimera sonrisa.
"Lo hace. Realmente no sé qué pasa al momento de que aquellas mujeres entran a su habitación pero al día siguiente, ya están muertas." La pelinegra suspiro pesadamente para luego terminar de cerrar una de las cajas que ya había terminado. "El viene cada semana a por una nueva chica. Me pongo perfume cada que aquello sucede, trato de arreglarme y verme presentable. Aunque solo pueda ajustarme de más la ropa interior de abuelita. Algún día tiene que fijarse en mí, no crees?" Sentí lastima por ella. Aunque mi mente igual estaba algo confusa.
Yo le había escogido a él.
Ahora yo era su puta.
Seguía vivo.
Eso debía ser un récord muy amargo para él.
El no haberme matado aún, debía estarle matando a él.
"Si "dije sin más.
"Tal vez y logre hacer que se enamore de mí en una noche!" Dijo de la nada haciéndome sobresaltar. Reí a lo bajo viéndole divertido.
"Seguro. Tú eres preciosa Lynz!" Afirme.
"Enserio?" Asentí. "Gracias Frank. Eres el único que me ha animado ante mi descabellada idea."
"Descabellada?"
"Si... Nadie cree que Gerard pueda enamorarse de alguien. Que un monstruo como él se interese en alguien más que en sí mismo... Imposible. Claro, yo no le pierdo la esperanza"
"Silencio." Grito alguien de los que vigilaban. Lindsay respingo dándome una mirada que bien significaba que luego platicaríamos. Asentí continuando con mi trabajo, con la mente perdida en todo lo que había sucedido en aquellos dos días en mi estadía con los Way.
La palabra "Imposible" que la pelinegra había mencionado anteriormente, refiriéndose a lo que todos creían de Gerard, taladraba mi mente.
Un monstruo.
Dicen.
Un asesino.
Dicen.
Una bestia....
Digo.
Una bestia que me había demostrado vagamente que tenía piedad y con ello corazón.
Una prueba de ello... Seguía vivo.
Aunque ya no estaba tan convencido de ello, pues posiblemente para la noche, mi corazón dejaría de latir.
Entonces lo sentí... Una sensación que me estremeció al instante, escociendo en mi interior, miedo.

"Frank?...Frank!" Me sobresalté instantáneo viendo como los grandes ojos de la pelinegra me miraban confundida.
"Si?"
"Es hora de almorzar, vamos" me indicó que la siga, notando como sonreía divertida.
Camine tras ella hasta llegar a lo que parecía un comedor de cárcel.
Me senté a su lado, viendo lo que era una bandeja frente nuestro. Frijoles con un pedazo de pan y huevo cocido. Acompañado de agua. Todo un banquete...
Pero que más importaba, tenía hambre, joder.
Empecé a comer apresurado sin mascar; Lindsay apretaba sus manos con fuerza mientras mordisqueaba sus labios algo brusca.
"No tienes hambre?" Ella hizo una mueca dedicándome una mirada acongojada.
"Si, por supuesto. Pero no puedo comer" le mire incrédulo y extrañado.
"Por qué?"
"Hoy Gerard escoge a su chica" los ojos le brillaban al mencionar el nombre de la bestia. Yo solo podía creer que estaba loca. Deliraba.
"A qué hora vendrá?" Pregunte mientras volvía a llevar otro bocado de pan a mi boca, con un tono de voz algo apagado. Ella sonrió abiertamente.
"Al terminar la hora del almuerzo. Hacen a las mujeres colocarse en una fila. Gerard pasa al lado de cada una sin mirarlas fijamente, hasta que decida una que le llame la atención y pum... Se la lleva por el resto del día. La afortunada goza de muchos lujos antes de que la noche caiga. Luego, llega el momento de la verdad en el santuario privado de Gerard y al día siguiente...." Sus ojos perdieron luz en la última parte de su relato. El pecho me dolió enseguida.
Si era verdad, Gerard escogería una puta aquel día y entonces mi vida no tendría que acabar para el anochecer... Un día más con vida gracias a la pobre que cayera en las redes de la bestia.
Pero de cierto modo, me sentí asqueado.
El había dicho que me violaría. A mí.
Su puta.
Por qué ahora yo era su puta. Nadie más.
Mire a Lindsay peleando internamente con migo mismo a cerca de confesarle la verdad. Decirle quién era yo.
"Lindsay...
"Pero mira nada más!!" Una mano se posó en mi hombro derecho, apretando este con maña para después jalarme de tal forma que me pusiera de pie.
"Que!?..."
"La puta del cártel Iero!!" Grito aquel hombre, rubio y fornido. Le mire con enojo. "Pero sí que invitadazo de honor!" Ironizó.
"Qué quieres?" Respondí hostil. El me sonrió con sorna para solo chasquear la lengua.
"Se más respetuoso mocoso. Yo soy quien se encarga de este lugar." Dijo arrogante. Apreté los labios.
"No es que seas el Jefe. Simplemente un peón" enfatice burlesco para luego salir volando como un saco de boxeo, golpeándome con lo que sentí era metal, y luego el tacto del suelo frio y sucio.

"Repítelo y no saldrás vivo de esta, Iero!" Exclamo hecho furia, mas no me importo y me puse de pie a duras penas mientras sonreía torcidamente.

"Vamos!, atrévete a tocarme. Tu lo has dicho, soy un invitado y no uno cualquiera, sino uno de honor." Un gruñido junto a unos casi cien kilos de masa corporal bruta, se aventó contra mí haciéndome tocar de nuevo el suelo, pero esta vez, aferrándome ahí, golpeando al azar cada parte de mi diminuto cuerpo. Solté un quejido abrumador cuando toco mis aun rotas costillas, viendo de reojo su sonrisa triunfal para luego sentir el dolor desgarrador que surgió de aquella molada que me proporcionaba.

"Lo estas matando Bob, suéltalo!!" A lo lejos escuche la ya conocida voz de Ray. " Suéltalo, cabron!! Se está poniendo morado!" Mi respiración se agito, de un momento a otro. Mi vista empezaba a nublarse, y el dolor en mis pulmones se expandió. Miedo. Tenía miedo. No quería morir... las lágrimas... mis lágrimas... Gerard...

"Suéltalo Robert." Y entonces, a pesar de estar moribundo, sonreí. Mi bestia me había salvado.

Mi Bestia -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora